A propósito de cumplirse el primer año de gobierno del presidente Luis Abinader se ha producido el inicio de las actuaciones del liderazgo político dominicano, para posicionarse en las luchas políticas que se avecinan, se han puestos en escena una serie de estrategias prácticas y discursivas (viajes, visitas, entrevistas, discursos) que procuran la legitimación de su partido y, la construcción de hegemonía en las preferencias políticas de los dominicanos.

En algunos discursos políticos, religiosos, psicológicos, los líderes los presentan como individuos racionales, con una extraordinaria voluntad política para todo en este mundo, personas que poseen un “ángel”, un “carisma” o, que han sido elegidos por la voluntad de Dios o del pueblo.

Sin embargo, hay que tener presente que la comprensión del liderazgo político, no es exclusivamente, un problema psicológico del tipo de personalidad política: llámese Stalin, Hitler o Trujillo, sino que su existencia está determinada a partir de condiciones históricas; económicas, políticas y culturales, asociadas a las cíclicas crisis económicas, las debilidades de las instituciones políticas y, los cambios de la cultura política de las naciones en un tiempo determinado.

En situaciones de grandes desigualdades económicas, de crisis de legitimidad de las instituciones políticas, de una sociedad civil débil, de baja intensidad de participación ciudadana es, “cuasi natural” que prospere en el imaginario político popular, la idea de contar con un líder político fuerte, un padre, un Trujillo, un líder salvador que nos proteja, que traiga orden en el desorden, igualdad en las desigualdades, libertad en la opresión y, garantice la patria nueva, el progreso, la modernidad y la seguridad social de la nación.

Históricamente, en el sistema político dominicano siempre ha existido la manifestación del fenómeno del liderazgo político fuerte que busca la concentración del poder político. Durante un largo período, la historia dominicana estuvo marcada por el poder del caudillismo de Santana, Báez, Luperón, Lilís y Trujillo, cuyo fundamento y base social se apoyaba en el poder militar. Por más de tres décadas vivimos bajo las mediaciones del poder del liderazgo nacional-popular de Joaquín Balaguer, Juan Bosch y Peña Gómez, con fuertes disputas nacionalistas (anti-haitiana, antiimperialista), como también de luchas ideológicas de izquierda y derecha en el escenario de la guerra fría.

En la actualidad, en el marco de nuestra actual democracia electoral, caracterizada por la crisis de legitimidad de los partidos, por el predominio de la ideología neoliberal; el auge del interés privado-individual y, el desarrollo de los medios de comunicación y las redes sociales, se ha producido la aparición de un liderazgo mediático, que se valen de sus capacidades dramatúrgicas: imagen, oratoria y actuación, como formas de seducción, legitimación de los partidos y de construcción de las subjetividades, ideales y emociones políticas de los dominicanos.

Los líderes mediáticos se han constituido en las grandes mediaciones entre el partido y su base social, el partido y la masa electoral, cuya función, entre otras, es seducir a la audiencia, legitimar al partido e impactar en la conciencia y preferencias políticas de los ciudadanos.

Con el desarrollo de los medios de comunicación y las nuevas plataformas digitales como WhatsApp, YouTube, Facebook, Instagram, Twitter, el liderazgo mediático se ha convertido en el gran productor de sentido y significado de la política. Con la revolución digital y las nuevas redes sociales, no sólo se está modificando la forma de hacer política, más individual que institucional, más virtual que presencial, sino que frente a las crisis de las ideologías políticas y, de legitimidad de las instituciones partidaria, se ha producido una individualización, personalización y espectacularización de la política, las personas están más atenta a las dramaturgias de los líderes que, a las disputas ideológicas y las luchas por el poder político.

De manera que los performans dramatúrgicos de los líderes políticos, se han convertido en aspecto muy importante y significativo en la explicación de la legitimidad de los partidos y, la comprensión de la cultura política de los dominicanos.

Sin embargo, hay que destacar que  la débil democracia dominicana no solo ha producido una crisis de legitimidad de los partidos, sino que ha estructurado un fortalecimiento de la sociedad civil que está mejor organizada, comunicada y movilizada atenta a las decisiones políticas, las acciones y actuaciones del liderazgo político.

Con el desarrollo de la Internet, las tecnologías de la comunicación digital y las redes sociales, se está produciendo también un cambio en la cultura política de los dominicanos. En la actualidad existe una opinión pública más diversa y plural, programas de youtuber con una gran incidencia en las subjetividades políticas de los dominicanos, como también una ciudadanía con mayor acceso a la información y la comunicación.

De manera que se espera que los líderes políticos doten su personalidad de valor político, como agente del cambio y de la trasformación, que sus discursos y performans, además de seducir, divertir y entretener, tengan la capacidad de impactar en los valores e ideales políticos de los dominicanos, pues hoy existe también una opinión pública más diversa y plural, una sociedad civil más atenta a sus estrategias dramatúrgicas y, una ciudadanía mejor comunicada y movilizada. Sino que se vean en los espejos de Donald Trump, Gonzalo Castillo o Danilo Medina.