Contrario a las tesis de Marx, no son los obreros organizados lo que convocan las movilizaciones en contra de las injusticias del sistema político y económico dominante. Ni es el sistema de balance y chequeos entre los poderes del estado capitalista, ni son los partidos opositores mayoritarios los que dirigen la oposición a un partido corrupto que utiliza el poder para el beneficio de sus miembros.  Son las mujeres organizadas y la juventud de clase media los que convocan al cambio y al establecimiento de un estado protector de la vida y los derechos humanos.

Durante 42 años (1966 al 2012) el pueblo dominicano ha visto sus líderes asesinados y sus derechos violados; la desigualdad social aumentar en vez de disminuir; las oportunidades reducidas a los que pueden pagar educación privada mientras la educación pública se convierte en una fábrica de ignorancia; los políticos privatizar los bienes comunes e instrumentalizar los poderes públicos mientras la educación, la salud y los servicios públicos colapsan; y la sustitución de la seguridad social por beneficios privados a través de tarjetas convertidas en armas poderosas de clientelismo partidario.

El estado dominicano, capturado por ineptos e inmorales, pretende sustituir el poder del pueblo, la fuente de legitimidad de todo poder delegado, por otro estado, el del Vaticano.  Este se autodenomina “sociedad perfecta” y poseedor de la verdad absoluta, con autoridad para enseñar dogmas irracionales y violatorios de derechos humanos en las escuelas públicas.   En una sociedad diversa, se presenta como la única religión verdadera.  Y a través del Concordato Trujillista de 1954 obliga al Estado dominicano a financiarla, exonerarla de todo tipo de impuesto, ofrecerle privilegios jurídicos para que sus curas criminales no sean llevados a las cárceles, y enseñar sus dogmas en las escuelas, institución cuya función es educar el raciocinio, no la obediencia religiosa.

Lamentablemente, el nuevo Presidente Danilo Medina no solamente pretende que el pueblo pague por el gasto insaciable de sus compañeros de partido, sino que ya ha anunciado su intención de gobernar con la Iglesia Católica Romana. La misma constituye la única religión organizada que fruto de su romanización y conquistas terrenales, es a la vez un estado soberano europeo, gobernado por la monarquía absoluta más vieja del planeta y más discriminatoria de la mujer.  A ésta la responsabiliza de haber introducido el pecado original en el mundo, la excluye del ministerio sacerdotal y de toda estructura de poder, y le niega el derecho a controlar su fertilidad.

Mujer dominicana, aunque ninguna de nosotras votara para que la iglesia Católica Romana nos represente, el Presidente Danilo Medina pretende introducir la figura de la Iglesia Católica Romana como puente y portavoz de de nuestras necesidades.   Veamos sus declaraciones en una intervención en el programa de televisión de la Conferencia del Episcopado Dominicano, “La voz de los obispos” y en respuesta al documento que le fuera presentado por la Conferencia Episcopal Dominicana (CED) sobre el panorama de las diferentes provincias del país. (El Día, “Danilo elogia rol Iglesia Católica”, 15 de julio, 2012).

Danilo Medina “planteó a los obispos dominicanos su deseo de que la Iglesia Católica sirva de puente para canalizar las inquietudes de las comunidades y las organizaciones sociales”.  El periódico cita la razón que ofrece el presidente electo para violar la Constitución: “[La iglesia Católica] tiene la autoridad para hablar de las demandas urgentes de la sociedad, de la familia y de los individuos”.

Según Medina, “La Iglesia tiene una autoridad moral incuestionable, es la institución de más prestigio en la República Dominicana y yo quiero que esa autoridad moral sirva como una voz en la que el Estado se pueda apoyar y al mismo tiempo las organizaciones de la sociedad se puedan apoyar”.  

Dijo además que la iglesia Católica puede jugar un papel de balance en las luchas de intereses para sacar políticas públicas que vayan en la dirección de elevar las condiciones materiales de la población. “La Iglesia lo puede hacer, puede alertar, puede decir cuando se debe apoyar y cuando no, porque se sabe que detrás de la Iglesia no hay intereses particulares”.

El presidente se refirió al 50 aniversario de la fundación de la Conferencia del Episcopado Dominicano para expresar que “el país tiene que estar profundamente agradecido por el papel que ha jugado en esos años en defensa de los valores humanos, los valores democráticos y en elevar las condiciones de vida de la gente”. Y añadió que “los documentos que emite la Conferencia han ayudado a los gobiernos a tomar medidas que vayan en la dirección de favorecer a los más necesitados”.

Estas declaraciones son más que inquietantes.  No conozco personalmente a Danilo Medina, y como presidente ha guardado silencio ante los retos que el pueblo dominicano le plantea en las calles.  Por eso no sé si su posición es producto de cinismo o de ignorancia.   Es posible que el haberse criado en una comunidad rural fronteriza de una isla gobernada por caciques y tiranos le permitiese graduarse de secundaria sin saber lo que la Ilustración significó para la humanidad.  O sin conocer que las luchas revolucionarias a partir del Siglo XVIII enfrentaron a la Iglesia Católica Romana con intereses bien definidos al lado de la nobleza y de los poderes coloniales.

Pero lo que no creo posible es que Danilo Medina desconozca las protestas y movilizaciones de cientos de organizaciones femeninas en contra del Proyecto de Reforma del Código Penal Dominicano aprobado en primera lectura el martes 16 de octubre por la Cámara de Diputados.  En el documento de rechazo presentado por el Foro Femenino y las organizaciones que representan los intereses de la mitad de la población dominicana, las mujeres rechazan “los artículos que representan retroceso y negación de derechos fundamentales de las mujeres, derechos que ya forman parte de nuestro ordenamiento jurídico, como los consignados en la Ley 24-97 que introdujo modificaciones al Código Penal vigente.”

Este documento cita las más de 62,374 denuncias de violencia de género e intrafamiliar reportadas en el año 2011 por la PGR, y las 5,657 denuncias por delitos sexuales contra mujeres.   Ante esta realidad, el Código Penal desvaloriza la vida y los derechos de la mujer dominicana, haciéndolos retroceder.  Ver Documento de rechazo presentado al congreso nacional por el foro feminista y demás organizaciones que si representan los intereses de la mujer dominicana.[1]

Es posible que Danilo Medina desconozca lo que son los hechos sociales.  En este caso, es incapaz de conectar la violencia institucionalizada contra la mujer en la Constitución Dominicana y el retroceso del Código Penal para violentar sus derechos, con la doctrina Católica sobre el rol de la mujer en la sociedad y su discriminación de la estructura de poder.[2]

Parece además que el presidente Medina ignora los dogmas católicos.  Quizás no sepa que el modelo católico para la mujer es el de María, Virgen y Madre. En este paradigma, la mujer queda reducida a dos funciones biológicas, negándole su condición humana, la cual se manifiesta en el organismo más complejo del universo: el cerebro humano.  Históricamente, la iglesia ha utilizado la ignorancia para movilizar poblaciones al culto de María, declarando apariciones que están relacionadas con políticas conservadoras y nacionalismo; y fundamentalmente con el control de la sexualidad femenina.  Su comportamiento debe conformarse al de virgen antes del matrimonio y madre después del matrimonio.

Todavía en el Siglo XXI la Iglesia Católica Romana y los protestantes fundamentalistas condenan el uso de anticonceptivos.  La mujer solamente puede tener relaciones sexuales para concebir hijos; sus funciones son restringidas a la esfera privada del hogar.  Las funciones públicas de la sociedad están reservadas para hombres.  Por eso, prefiere cismas al interior de su seno, antes de permitirle a una mujer que administre los sacramentos y forme parte de su estructura de poder.   Las mujeres son relegadas a la obediencia y a lavarle la cara de soberbia a la iglesia con actos de caridad pública: cuidando niños, ancianos y enfermos, alimentando a los pobres y enseñando en escuelas.

En nuestro país, aún se conmemora la celebración de la Virgen de las Mercedes, la virgen que celebra la Conquista de América, el despojo de las tierras de los nativos, y su esclavitud al servicio de españoles laicos, sacerdotes y obispos.  La Virgen de las Mercedes es la primera aparición mariana en las Américas. Esta le devuelve las flechas a los Tainos, durante un confrontamiento bélicos contra los invasores europeos.  Desde mayo de 1493, el papa Alejandro VI emitió una bula para otorgarle a los Reyes de España el derecho de propiedad de las tierras pertenecientes a los pueblos conquistados del nuevo mundo.  La Virgen de las Mercedes fue presentada para legitimar con sello divino ese derecho.

Después de la Independencia, la iglesia Católica Romana que excomulgó a Duarte y los Trinitarios y amedrentó a la población con castigos divinos si lo desobedecían y no apoyaban el gobierno de Pedro Santana, le regaló a la Republica Dominicana otra matrona, más acorde con los tiempos, vistiéndola con la bandera dominicana, para consolidar el nacionalcatolicismo que predicaba.[3]

La determinación de valores biológicos para la mujer y el control de su sexualidad por la Iglesia Católica están progresando con la influencia de la Iglesia Católica en la política dominicana.  Solamente tenemos que recordar los retos del Cardenal y su séquito para imponer el cambio al artículo 30 de la constitución en el 2009 y los nuevos cambios que hacen retroceder el Código Penal.

Nuestra esperanza es que la juventud de clase media no se convierta en rebaño como fueron los jóvenes que siguen la Pastoral Juvenil manejados por el Padre Rosario. En el 2009 estos fueron transportados a Santo Domingo para manifestarse masivamente a favor de la criminalización del aborto bajo todas circunstancias.   Los jóvenes que no han tenido la oportunidad de una educación basada en la razón, se convierten en víctimas de los que piensan por ellos, de los administradores de paraísos y de infiernos.

Me permito recordarle al Presidente Medina, por si no se ha enterado, que el estudiantado universitario dominicano está constituido mayoritariamente por mujeres.  Ningún gobierno ni ninguna iglesia las relegará a la sumisión y la pasividad requerida para encasillarla en los roles de virgen y madre.


[3] El original de la Carta se localiza en el Archivo General de la Arquidiócesis de Santo Domingo, estante B cajón 62, legajo 28.  Pueden consultar la copia localizada en el Archivo General de la Nación, Colección del Centenario de la República Dominicana, organizada por Emilio Rodríguez Demorizi. Volumen II páginas 47 a 55. Pueden encontrar una copia electrónica en mi blog:  http://argeliatejada.blogspot.com/p/carta-pastoral-de-julio-de-1844.html, o leer el análisis de su causa y del contenido en dos artículos que escribí en este periódico titulados “Traición de la Iglesia a Duarte I y 2”.