Para el cierre de un Diplomado de Hacienda Pública trabajé un App de Power BI con las gráficas sobre la deuda externa que publiqué, hace casi tres décadas, en el Listín Diario. En 1988 el gobierno debía y no pagaba a multilaterales, entidades oficiales de países extranjeros, bancos comerciales y suplidores. El pago proyectado de principal e intereses se acercaba a un cuarto de las exportaciones bienes y servicios. En el mercado secundario de notas y bonos con riesgo soberano, el rango de descuentos estaba entre la probabilidad casi segura de no pago y la de jugar cara o cruz con una moneda.
En el 1989 estaban invertidos los papeles: la deuda pública era criatura de los que hoy critican que el país es barco hipotecado a mercader pidió de garantía el brazo de la mano más útil y que va en ruta a reventarse contra montaña de hielo. Ayer, los que endeudan hoy, eran los que argumentaban que cada recién nacido viene al mundo con un pagaré por el monto per cápita le corresponde de la deuda pública. El zarandeo oportunista a la deuda no es cosa de ahora. Criticarla en su relación legal asume forma de trío siempre ha sido peligroso.
Los datos usados en la sección La Gráfica del Día, en el Listín Diario, los suministró una fuente amiga del Banco Central. Tenía interés que el público conociera la situación de los atrasos y los peligros para el país de caer en situación de insolvencia: la no recepción de nuevos flujos de vencimiento detendrá los de inversión extranjera y la sustitución de ambos por crédito interno inflacionario. El Banco Central tenía funcionarios y técnicos preocupados por esa situación al mismo tiempo que hacían las funciones de registro y administración de la deuda del gobierno. Hacienda, bien gracias, todavía faltaba una década para el primer picazo de reformas en serio sobre las finanzas y el crédito público.
En esta primera gráfica la composición de la deuda externa para el año 1988 y los principales acreedores, ahora en su versión de Power BI. Se debían US$3,844 millones y el 75% era deuda con organismos multilaterales y bilaterales. Hoy se ha multiplicado por 9 la deuda total (externa/interna) y un porcentaje similar se concentra en bonos que adquiere sector privado en subastas locales e internacionales competitivas. Antes, a bancos comerciales que prestan a corto plazo y tasas superiores a títulos públicos correspondía el 21% de la deuda y el segundo lugar en importancia entre los acreedores; hoy, es menos del 3% y ocupa el último lugar. Estados Unidos, el principal acreedor con US$833 millones y un 22% de la deuda, ha pasado a US$74 millones, en consecuencia, ya no se cita en discursos de barricada como ejemplo de “riesgo geopolítico imperialista” en las aulas de la universidad estatal.
En la Fundación Economía y Desarrollo usaba el programa Harvard Graphics, sin duda uno de los mejores en esos tiempos y esas dos gráficas salieron en días diferentes. En Power BI las presentó juntas, tal como hice con las tres siguientes que describen la preocupación del visionario funcionario del Banco Central: los atrasos, la proyección de la deuda y el porcentaje que representa el servicio para las exportaciones de bienes y servicios. Principal e intereses dejados de pagar por US$548 millones, proyección de US$439.3 millones que representa el 25.3% de las exportaciones de bienes y servicios. Hoy, el portafolio de deuda no está así, pero sigue la insistencia en presentar otra realidad con fines electorales. Pero bien, ese es el equivalente a “licencia poética” hay que entender de los economistas en campaña.
La última gráfica presenta la evolución de los precios de los títulos de deuda en los mercados secundarios para cuatro países de América Latina: Ecuador, Perú, Argentina y Brasil. La visualización tiene una tabla con los datos por fechas en filas y países en columnas, con barras de datos permiten ver la tendencia. Esta es presentación fija. El mapa tiene puntos azules para los países y sirve de filtro para que la gráfica de líneas presente el país donde se presiona el punto azul. Seleccioné Perú, el caso más dramático donde sus bonos llegaron a venderse a un 8% de su valor nominal, o descuento de 92%, como ilustración por qué se les llamaba “bonos basura”. El país no participaba en esos años en los mercados de capitales. Desde hace unos años lo hace activamente, recibe sobre ofertas cuando sale a emitir, los bonos se perciben menos riesgosos que el promedio de países emergentes y de Latinoamérica y se negocian con prima en los mercados secundarios. Pero eso de nada vale para evitar la manipulación de decir que ahora nuestros bonos están como los de esos cuatro países hace treinta años. Dependiendo del grado de maldad o desinformación vendrá el parecido con un sudaca.
En el 1989 mostré la situación explicada en este gráfico de Harvard Graphics. Usé un mapa que traía como símbolo el programa y en los países puse líneas con recuadros para los precios mostrando así la tendencia negativa. No era trabajo sencillo. Le dedicaba tiempo sacar algo atractivo que combinaba con textos cortos no fueran describir en letras los números. En el del cuadro con los atrasos no me referí en nada a los números, le presenté al lector lo que la Biblia dice sobre las deudas en Eclesiástico 29. Pero no fueron pocas las veces en que trabaja contra el tiempo y Raysa Messina venía de espanta musa con un “¡Dice el Doctor que Julio se va pa’l Listín en dos minutos!”. Vea el App en www.josealfredoguerrerob.com en el botón Deuda Pública.