Nicolás Maduro, o el calificado como el "hijo de Chávez", en el 2013 ganó las elecciones con el 50.66% de los votos. Su contrincante principal Enrique Capriles, candidato de la derecha venezolana, obtuvo el 49.07%. La diferencia a favor de Maduro fue de 1.59%.
El Movimiento V República posteriormente convertido en el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV-izquierda) llevando como candidato a Hugo Chávez siempre alcanzó cifras electorales superiores a las obtenidas por Nicolás Maduro. En las elecciones del 7 de octubre 2012 Chávez obtuvo el 54.42% y Capriles el 44.97%, para una diferencia de 9.45% a favor del "Comandante Supremo" como lo describen sus seguidores. En las elecciones presidenciales del 2006 Chávez fue reelegido con un 62% de los sufragios frente al 37% del candidato opositor Manuel Rosales. En el año 2000 Chávez ganó con el 60% frente al 37.5% Francisco Arias Cárdenas, quien posteriormente abandonó la oposición y se reincorporó al proyecto de su amigo Chávez. En la primera elección presidencial que participó Chávez se realizaron en el año 1999 donde obtuvo el 56 de los votos frente al 40 por ciento de Henrique Salas Romer. En esta misma orientación de las cifras el chavismo ganó varios referendum donde alcanzó cifras de más del 60% de apoyo.
En los datos presentados se puede observar que el proyecto político que defiende la Revolución Bolivariana ha visto reducir sostenidamente el caudal de votos, aunque no así el poder político. Hoy los chavistas controlan la mayoría de gobernaciones, alcaldías y acaban de perder el parlamento.
El pasado domingo 6 diciembre, en las elecciones parlamentarias de Venezuela perdió el madurismo. El chavismo ha estado dividido, y en el proceso electoral quedó evidenciado en la lucha político desatada y en la presentación de candidaturas chavistas independientes. "Maduro no es Chávez", decía y dice una gran proporción de los venezolanos; y es verdad, porque un liderazgo no se transfiere de un individuo a otro en sus valores, principios, comportamientos y actitudes.
Las colas para adquirir bienes perecederos, provocadas, por un lado, por el boicot opositor, con apoyo norteamericano, y, por otro lado, por las ineficiencias del propio gobierno; fallas en la gestión económica y en la relación con la clase media y el empresariado; la hiperinflación; la falta de controles eficaces de la corrupción y el incremento de la violencia social; debilidades en el manejo de los conflictos políticos provocados intencionalmente por la oposición para ganar posicionamiento en la agenda mediática internacional, son parte de los problemas causantes de la derrota.
El PSUV tendría que avocarse a reflexionar, armado de humildad, con visión autocrítica, con actitud de mayor grado de tolerancia a las diferencias en su interior y exterior, y bajo una estructura de pensamiento en la cual quedé claro que no sólo con las conquistas sociales basta para retener el poder político. Nadie, y así lo hacen saber organismos internacionales como la FAO, PNUD, UNESCO, UNICEF, Etc., puede negar de los avances obtenidos a través de la eliminación del analfabetismo, la disminución del déficit habitacional, la protección social de envejecientes y pensionados, aumento considerable de las matrículas de estudiantes en las escuelas y universidades, el acceso a salud de los que nunca tuvieron oportunidades, superación de los indicadores de desnutrición, mejoramiento de acceso al sistema de transporte público de la gente de a pie, Etc. Venezuela se ubica dentro de la categoría de países con "alto índice de desarrollo humano" por su buen desempeño en indicadores, como lo son: esperanza de vida al nacer, media de escolaridad e ingreso bruto per cápita; según señala el Informe Mundial sobre Desarrollo Humano 2014, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Tendría que aplicar la renovación de los estilos de gobernar'; cambiar el gabinete económico en pleno y que el mismo tenga suficiente capacidad para revertir las escasez de productos perecederos, el control de la inflación y sostenimiento de las conquistas sociales; transparentar la administración pública, aplicar una agenda de ganancias para la clase media y los sectores populares; mejorar la gobernabilidad; forjar una relación con Estados Unidos a la luz de los esquemas de Bolivia, Ecuador, Uruguay, El Salvador, Nicaragua y Cuba; y democratizar el liderazgo al interior del PSUV. Maduro tendrá que ceder su posición y promover un nuevo liderazgo. En contrario el legado chavista se perdería, porque el Gobierno Central pasaría a la oposición en los próximos meses por referéndum revocatorio o vía las elecciones presidenciales del año 2019.