Uno de los problemas que enfrentó la democracia griega, especialmente en Atenas, fue el hecho de que los más pobres no disponían de tiempo para ocuparse de los asuntos del gobierno debido a que tenían que ocuparse de su sostenimiento material. Incluso aquellos que tienen un ingreso regular. Por eso surgió el pagar por ocupar posiciones en el gobierno. Afirma Aristóteles que cuando los que tienen renta moderada gobiernan tienden a hacerlo de acuerdo a las leyes pues no tienen tiempo libre para el gobierno cotidiano. (p. 236) Sin la renta adecuada no se dispone tiempo libre para el ejercicio del poder. En democracias de gran tamaño se le asignan salarios a los más pobres para que puedan participar en el gobierno. Gobernar se convierte en una forma de trabajo y en los casos contemporáneos una manera profesional de existir. Si no hay salario para el ejercicio del gobierno únicamente los ricos podrían ocupar esas posiciones. En nuestro medio se ha discutido mucho el hecho de que las posiciones de regidores antiguamente eran honorificas y hoy devengan salarios muy por encima de los que obtiene un profesional bien remunerado.

Aristóteles, en el mismo capítulo IV, retoma una clasificación de regímenes más allá de su primera clasificación, lo que señala la diversidad de textos que integran la Política: monarquía, oligarquía, democracia y aristocracia y una quinta forma es la república que es común a todas las anteriores. Esta división obedece más a su análisis empírico que a su división basada en modelos ideales y sus desviaciones. Pero incluso añade una sexta que es la tiranía, que a su juicio es la forma menos constitucional (p. 240) y la define así: “La tiranía es (…) una monarquía que ejerce poder despótico sobre la comunidad política. Hay oligarquía cuando los que tienen riqueza son dueños y soberanos del régimen; y, por el contrario, democracia cuando son soberanos los que no poseen gran cantidad de bienes, sino que son pobres” (p. 173). Respecto a la República, que en la división anterior era el modelo ideal que perseguía la democracia, señala que es una mezcla de de oligarquía y democracia (p. 240) Debido a que en su seno siguen existiendo ricos y pobres, pero procuran establecer mediante la ley un orden justo para todos. En este aspecto República y Tiranía serían los extremos de gobiernos conocidos en su momento. No obstante permanece en el estagirita la tensión hacia los modelos ideales y retoma la idea de Platón: “Parece del dominio de lo imposible que una ciudad que no esté gobernada por los mejores, sino por los malos, esté bien ordenada, e igualmente que una ciudad mal ordenada esté gobernada por los mejores” (p. 241) Evocando la famosa cita de la Carta VII donde Platón señala que no desaparecerán los males en las sociedades hasta que los filósofos sean gobernantes o los que gobiernan se vuelvan filósofos. Modernamente nos referimos como Estadistas a aquellos gobernantes que son capaces de dirigir una sociedad tomando en cuenta el bienestar de todos con buen juicio.

Y en dicha clasificación empírica enfatiza Aristóteles la cuestión central de las leyes, que corresponde esencialmente a la existencia de una República. Hay que tener leyes buenas y ser obedecidas. Dice él: “Pero una buena legislación no es tener leyes bien establecidas y que no se las obedezca. Por tanto, debe entenderse que la buena legislación es, por una parte, obedecer las leyes establecidas, y, por otra, que las leyes a las que se obedecen sean buenas” (pp. 241-242) Muchos estudiosos dominicanos han reconocido que nuestro país posee un buen número de leyes, pero que el problema está en que no son obedecidas. La falta de un régimen de consecuencias es fruto del desconocimiento práctico del ordenamiento legal.

De esta nueva clasificación se enfatiza el rasgo que define cada modelo de régimen. “La aristocracia, en efecto, se define por la virtud, la oligarquía por la riqueza, y la democracia por la libertad” (p. 242) Más estos rasgos no niegan el hecho de que “…la opinión de la mayor parte de los que participan en el gobierno es lo que ejerce la soberanía” (p. 242) No de la sociedad, sino de quienes gobiernan. Reconocer cualquiera de esos tipos de gobierno implica descubrir la opinión dominante entre quienes ejercen el gobierno.

Surge pues la pregunta crucial en este capítulo IV. ¿Cuál es el mejor régimen? Aristóteles entiende que es el de la clase media “…se reconoce que lo moderado y lo intermedio es lo mejor, es evidente que también la posesión moderada de los bienes de la fortuna es la mejor de todas, pues es la que más fácil obedece a la razón” (p. 249) Los argumentos son varios en Aristóteles. “..las clases medias son las que menos rehuyen los cargos y menos los ambicionan” (p. 249) Además “…los que tienen exceso de bienes de fortuna, fuerza, riqueza, amigos y otros semejantes ni quieren ni saben obedecer” (p. 249) y por el contrario “…los que tienen necesidad excesiva de estas cosas son demasiado serviles” (p. 249). La prevalencia de ricos o pobres no es beneficioso para una República. Porque “…cuando uno de esos grupos toman el poder se forma una ciudad de amos y esclavos, no de hombres libres (p. 250) “…donde unos envidian y otros desprecian, lo cual dista muchísimo de la amistad y de la comunidad política, pues la comunidad política implica amistad” (p. 250) Y debido a que la amistad es la clave de toda sociedad estable y donde, como vimos en en el capítulo I, el vivir en sociedad sea considerado un bien para todos, no es posible lograrlo en los extremos de la riqueza o la falta absoluta de ella. El resultado es que: “Cuando unos pocos tiene todo y la mayoría nada, se llega a una democracia extrema o una oligarquía pura” (p. 251) Por tanto de la tensión entre democracia y oligarquía que ha sido el eje de esta reflexión, el dominio de las clases medias es el mejor antídoto para esos extremos. Pero, en defensa de quienes consideran a Aristóteles defensor de la democracia, afirma él que “…las democracias son más firmes y mas duraderas que las oligarquías gracias a sus clases medias” (p. 252) Si definimos la democracia en términos de una mayoría de clase media, se convierte éste en el modelo ideal de gobierno pragmáticamente hablando. Por supuesto este juicio no es conclusivo en relación a la totalidad de la Política, pero sí de su capitulo IV. El sesgo que demuestra Aristóteles a favor de la clase media, tiene su énfasis en su ojeriza sobre los ricos compartido por muchos autores, como recientemente señalé en una presentación del P. Alemán, afirma Aristóteles que: “…si las clases medias es superior a los ricos o los pobres el régimen es mas duradero (p. 255), pero matizando que “…las ambiciones de los ricos arruinan más el régimen que las del pueblo” (p. 256)

A manera conclusiva, en función del libro IV de la Política, podemos señalar que la división entre ricos y pobres es clave para entender los distintos modos entres oligarquía y democracia. Que la leyes, bien hechas y cumplidas, es la estabilidad de un régimen allende las divisiones entres sus diferentes grupos. Y que la democracia, en cuando derivación de la república, es más estable cuando quienes dominan en número y gobierno son las clases medias.

Referencias.

Aristóteles., (1988) Política. Madrid: Editorial Gredos. (Introducción, traducción y notas de Manuela García Valdés)