La clásica definición de los Partidos Políticos otorga a estas entidades un papel importante en el sistema democrático de los países, constituyéndose conceptualmente en los conductos estructurales con que cuentan las personas para acceder a posiciones determinadas dentro de la administración pública.

Tradicionalmente, los Partidos Políticos son considerados entidades de interés público que tienen por propósito la conquista del poder y para ello, consecuentemente, buscan mediante campañas y actividades proselitistas, conquistar el voto popular que legitime y posicione sus propuestas. Naturalmente, estas entidades procuran ocupar cargos públicos electivos que les permita la aplicación de sus proyectos sociales, e inclusive, la materialización de sus ideales políticos.

En la época posterior a las dictaduras latinoamericanas, y más concretamente en República Dominicana, los Partidos Políticos han estado estrechamente vinculados al proceso de consolidación democrática y afianzamiento de las libertades públicas. Para ello han procurado promover la participación de la ciudadanía y la integración política nacional a través de distintas iniciativas como la inscripción de los ciudadanos en sus respectivos padrones electorales y la organización de los mismos en sus organismos internos.

Existen partidos que a lo largo de su ciclo histórico no solo se vincularon a las luchas por instaurar una democracia tras el ajusticiamiento de Trujillo, sino que se fundaron para enfrentar precisamente a la dictadura. En ese sentido, ha sido el ideal democrático la fuente de inspiración de los Partidos Políticos en la historia moderna dominicana, oponiéndose a todo cuanto tenga que ver con la censura, la represión, la conculcación de derechos y las reprimendas.

No obstante a la necesidad imperante de que las instituciones encargadas de velar por la instauración de un sistema de libertades deben ser internamente “democráticas”, los Partidos Políticos en nuestro país adolecen de dicha cualidad.

La falta de una ley de partidos políticos efectiva trajo consigo por mucho tiempo un vacío normativo que imposibilitó la institucionalización de dichas organizaciones, siendo las cúpulas partidarias las que, en detrimento de la voluntad de su militancia, impusieran las normas de administración interna.

Prácticas como la reservación de candidaturas, acuerdos unilaterales, supuestos consensos para legitimar por años las autoridades internas, y la poca transparencia en el manejo de los fondos han cercenado por décadas la democracia interna que dichas instituciones procuran consolidar hacia lo externo.

Como consecuencia de una profunda crisis de partidos acaecida en República Dominicana en los últimos años, han surgido nuevas fuerzas políticas que hoy se encuentran posicionadas en los primeros lugares.

De hecho, el único partido proveniente del pasado siglo y que aun sobrevive es el PLD, organización política que ha gobernado a la república en 5 ocasiones; los demás partidos están reducidos a la insignificancia.

Luchan cada uno por obtener al menos un 2% del favor electoral. Llama la atención de que partidos como el PRD o el PRSC han desaparecido prácticamente del escenario político nacional, y que de ellos se recuerda tan solo a los que alguna vez fueron sus líderes.

La famosa frase que dice “los pueblos que no reconocen su historia están llamados a repetirla” es aplicable también a otros ámbitos. Si las personas, o las organizaciones, así sean Partidos Políticos, incurren en los mismos errores están llamados a claudicar bajo las mismas consecuencias.

No conviene a las nuevas organizaciones partidarias incursionar en prácticas despóticas, en cambio sus bases esperan que les permitan participar al menos en la elección de sus autoridades internas.

Los nuevos tiempos y las exigencias de una sociedad más comprometida exigen que los nuevos partidos políticos proyecten un desempeño más eficiente en la consolidación de su democracia interna, otorgándole más poder decisorio a sus militantes y llamándolos a participar en convenciones libres y transparentes. Solo así se aseguran cuestiones como la unificación interna, el surgimiento de nuevos liderazgos, y la sobrevivencia a largo plazo de la organización.