Para las clases poseedoras, ricas y satisfechas la política se limita a la simple integración, pues para ellos cualquier cambio supone la pérdida de sus privilegios, lo que es sinónimo de incertidumbre para su patrimonio. Sin embargo, para los pobres y los menos beneficiados, la política es lucha, es manifestación, es reivindicación de sus derechos. No hacerlo supone su extinción y la primera obligación de todo ser vivo, es seguir existiendo.
En nuestro país, los primeros han logrado convencer más o menos a los segundos de que las luchas políticas y las manifestaciones son sucias, malsanas, deshonestas y que sus integrantes buscan un interés particular y no un interés colectivo con el único objetivo de que todo siga igual, de que sus privilegios se mantengan y de que sus intereses no sean afectados. Tienen y utilizan los medios de comunicación tradicionales a su antojo, se dedican a difundir argumentos repetitivos y manejan temas diarios que se atan estrictamente a una agenda programada, con análisis políticos y económicos que se complementan y suelen ser “oportunos y a favor del desarrollo y del progreso que todos vemos” pero que nadie percibe.
Toda oposición es demonizada o ridiculizada y en algunos casos hasta logran encasillarlas dentro del crimen organizado. Nos acusan de buscar el caos, la incertidumbre y la desestabilización del orden público, cuando a lo que realmente le temen es a que se desestabilice el orden privado de cada uno de ellos, las imágenes de sus líderes son veneradas, y según su propaganda, todo lo bueno se debe a ellos y todo lo malo escapa a su conocimiento. Poco a poco y solo en algunas ocasiones la clase media se ha adherido a este sistema, inclusive se ha llegado a sentir parte de él, pero si en algún momento sale de su esquema y difiere en parte o en todo del método, es expulsado y echado a la fila de enfrente, o eres parte de sus intereses o eres un peligro para ellos.-
A nivel internacional, se han hecho los graciosos, han entregado nuestra soberanía y nuestra nacionalidad, a cambio de los favores de las potencias, a cambio del dinero que nos prestan día a día. Nos han convertido nuevamente en la Isla de La Hispaniola, un solo territorio, con dos nacionalidades conjuntas. Ser haitiano o dominicano, ¿qué diferencia tiene?, si desde el Estado Dominicano se ha hecho todo lo necesario para legalizar a los inmigrantes ilegales y que al final de la jornada seamos todos Dominicanos pero con diferentes descendencias, culturas y creencias – (la problemática de esto último, no la analizaremos en este escrito, pero les invito a estudiar la historia de Grecia y las razones que dieron al traste con la destrucción de este imperio)-. Nuestro derecho de auto determinación, la sangre derramada por nuestros libertadores, esto no tienen valor, porque ellos les han puesto un precio.
“Entre el débil y el fuerte, entre el pobre y el rico, el la libertad, la que oprime y la ley la que libera” LACORDAIRE, Henry.
Gracias a Dios los primeros son los menos, son una minoría, no tienen los votos suficientes para permanecer en el poder. Necesitan de los segundos, de los pobres, de los menos beneficiados, tienen que convencerlos y hacen todo lo necesario para lograrlo. Reparten una ínfima porción del pastel, en dadivas, alimentos y chucherías, pero acumulan la mayor parte para ellos.
Solo a través de las luchas sociales, la revolución moral y el empoderamiento de las clases, vamos a lograr que nuestro país cambie, derrocar al régimen, hay que combatir la corrupción y acabar con la impunidad. Cada centavo robado, cada recurso malversado, cada abuso de poder, nos empobrece a todos, más que económicamente, nos empobrece moralmente. Cada impunidad genera más delincuencia. Cada robo se hace costumbre y nos duele menos. El caso de Emely Peguero, el de Pablo Ross, Los ingenieros de la OISOE, el caso Odebrecht, el caso de la OMSA, la venta de los Terrenos del CEA, las Mochilas de Lucia Medina, Punta Catalina, parecen ser casos aislados, no tener nada que ver, pero no es así, son parte del todo, del régimen, de la cultura de la no consecuencia. Somos víctimas de sus mansiones, de sus carros lujosos, de los estudios de sus hijos en el exterior, de sus fortunas mal habidas y de sus impunidades. ¿A cambio de qué? ¿Por qué lo aceptamos? ¿Por qué ayudamos a nuestros verdugos a seguir allí?, mirándonos con desprecio, ofendiéndonos con su arrogancia y burlándose de nosotros con sus mentiras.
El dólar al 50 por 1. Pedimos prestado para pagar intereses de préstamos anteriores, estamos al borde de una crisis económica y ellos lo saben, pero no les interesa, porque sus bolsillos están llenos, mientras los del pueblo están vacíos. Cuando llegue el momento -porque les aseguro que llegará- trataran de hacer lo posible para permanecer libres, para evadir la justicia. Pero no será suficiente, los tiempos habrán cambiado y la justicia se encargara de ellos. Recuperaremos cada centavo robado y utilizaremos esos recursos para construir un mejor país, les aseguro que será el mayor presupuesto antes manejado por ningún gobierno en la historia, porque disminuirá significativamente la corrupción, en ese momento sabremos que habrá vencido la revolución moral en nuestro país.
Históricamente la juventud ha liderado los grandes cambios sociales que se han producido en el mundo. Y nuestra generación no escapa a esto. Como dijo en su discurso el presidente del Asociación de Derecho de la Universidad Católica de Santo Domingo, Carlos Hernández, a razón de la conferencia titulada “Valores Democráticos para los Jóvenes”, y lo cito: Que en la época de la mentira decir la verdad es revolución, que en la época del clientelismo no venderse es revolución, y que en la época en que los anti-valores han permeado la política y la sociedad dominicana, vivir con principios y valores democráticos es la mayor revolución que podemos llevar a cabo.” Les invito a todos a ser parte de esta nueva corriente de revolucionarios. Los que combatimos con ideas, los que combatimos con discursos y los que somos inmunes al uso de los recursos económicos del Estado y nos mantenemos firmes dentro de nuestros valores morales.
El futuro de nuestro país, será de aquellos valientes que se atrevan a ser revolucionarios, y seremos nosotros los que decidiremos cuándo terminará este RÉGIMEN, pero tengan por seguro que como dice la biblia en Hageo 2 versículo 9: (…) las glorias postreras serán más que las primeras (…) Tendremos un mejor país, habrá mayores oportunidades, Seremos realmente independientes, porque quien debe, como debemos, o paga o ruega y es dueño de todo lo suyo y a la vez no es dueño de nada. La inmovilidad del PUEBLO solo favorece al RÉGIMEN. La única salida es la Revolución Moral.