“El poder nunca es estable cuando es ilimitado”. Tácito

“La descomposición de todo gobierno comienza por la decadencia de los principios sobre los cuales fue fundado”. Charles-Louis de Secondat – Barón de Montesquieu

La gravedad del momento exige mucha prudencia a todos los actores de la vida nacional y al gobierno, además de esto, le requiere decisiones de gran trascendencia política. El sistema   instaurado aquí, ha caído en un abismo sin fin de descrédito que amenaza enormemente el estado actual de las cosas; y una ruptura del equilibrio parece inminente.

La indignación popular se acrecienta cada día más por las torpes participaciones públicas de los funcionarios del gobierno, que únicamente tratan de justificar lo malo que se ha hecho, irritando grandemente a la ciudadanía.  Para resolver un problema lo primero que hay que hacer es reconocer que existe un problema; de lo contrario no hay porque buscar una solución.

Por la falta de visión política y por la carencia de una enérgica administración, las cosas han llegado tan lejos.  Los grupos populares que ejercen esta presión social han considerado que no es una opción cruzarse de brazos. La indiferencia e indolencia que mostraba el gobierno ante ellos, con razón insatisfechos, se ha convertido en una enorme preocupación que les empieza a quitar el sueño a más de uno de sus miembros. Y qué bueno que sea así, para que entiendan la gravedad de la situación, pues de lo contrario, la irritación popular podría convertirse en desobediencia civil, lo que sería desastroso para la salud de la República al empujarla a un verdadero desconcierto político que obviamente no le conviene a nadie.

La desesperanza tiene que tener un respiro que calme los ánimos de la población. Ese oxigeno solo lo puede suplir el gobierno y será solo posible con ejecutorias políticas acertadas y oportunas. Todos debemos estar conscientes de que la crisis en el país solo puede tener una salida y esta no puede ser otra que no sea en las próximas elecciones. No se puede pensar siquiera en recorrer un camino ya conocido y funesto, de desconocer al gobierno de turno con todo lo que esto implica en términos de retroceso político y hacer mártires a un grupo de individuos que muy posiblemente terminaran procesados para que le rindan cuentas al país por todo cuanto han hecho y que, a la luz de esto, terminen encarcelados.

La estabilidad política del país tiene que preservarse como sea posible. Se requiere pues, de una gran dosis de cordura y frialdad para manejar la delicada situación en que nos encontramos. La falta de tacto, tanto político como administrativo han empeorado las cosas.

El gobierno tiene que hacer todo lo razonablemente posible para lograr completar su mandato de cuatro años. Existen cuatro puntos básicos que pueden ayudarlo a obtener esto, a saber:

1-Darles curso a los expedientes de corrupción, pero de manera firme y decidida. De esta forma se combate la corrupción y la impunidad, la principal exigencia popular.

2-Destituir a los funcionarios corruptos, los cuales son conocidos por todos. Y no esperar que suceda un “descuido” como el que recién pudimos ver en un programa televisivo, donde se puso al desnudo lo que todos sabíamos.

3-Evitar los desafíos provocativos y los engreimientos de los funcionarios públicos que son más enojosos cuanto más tratan de defender sus acciones o quizás la falta de ellas.

4-Dar un uso racional y austero a los recursos públicos, eliminando el descaro con que se gastan los fondos del erario. Podría empezarse con una drástica reducción de la nómina pública y los cargos diplomáticos en el extranjero.

De esta forma, la población entenderá que la herida moral infligida al corazón mismo de la sociedad, empieza a atenderse y a buscársele una cura.

Lo correcto en estos momentos de dificultades seria tender, en nombre de la armonía, la paz y el interés general, un puente de entendimiento entre los diferentes sectores para buscar soluciones razonables y donde el gobierno se comprometa y cumpla las cosas que se puedan acordar y que estas sean fruto de la razón y solamente la razón.

La hora es dramática, la decisión enérgica del Presidente de la República es crucial y la ambivalencia del gobierno es nociva.  El grito adolorido por la desmoralización social de una gran parte de la población, ya desengañada, no solo debe ser escuchado con detenimiento, sino que atendido con prontitud. La energía vital que exhiben estos grupos de presión social, burlados por la clase política, nos indica que su lucha será hasta que el gobierno decida cambiar la orientación de sus ejecutorias.

Parecería ser que todos los males del momento han surgido de repente, pero realmente no es así. De repente solo ha sido el destape de la inmensa olla de corrupción.  El origen de todo este desorden viene de hace más de 12 años y los responsables, los únicos responsables, son todos los dirigentes del partido en el poder; empezando por su Presidente que ahora anda por el mundo dictando conferencias de cosas en las cuales no cree y que, por demás, nunca puso en práctica mientras fue gobernante del país; hablando de Democracia y Eficiencia como si fuera una burla a toda la nación y con lo cual solo busca ocultar su desprestigio moral y político. En otras partes del mundo, estarían todos encarcelados y despojados de sus fortunas hechas en base al robo de la esperanza nacional. Esas fortunas lo que dan es vergüenza. Como vergüenza le debería dar la pobreza de una parte importante del pueblo a quien ellos decían que querían servir.

Cuando finalmente la población se entere de los nombres y hechos de corrupción más asqueantes, como es el caso conocido de Odebrecht, el gobierno deberá actuar con responsabilidad y firmeza o, en su defecto, enfrentarse a un derrumbe estrepitoso de la mafiosa estructura de naipes como si le quitaran a la misma una de las barajas que la sostiene. Cualquier acción, entonces, por parte del gobierno sería ya muy tarde y se pediría sumariamente su renuncia en pleno.  Aquí sí ya habría una complicación terrible que se saldría del control de todos.

El gobierno que habrá de surgir en el 2020 deberá ser un gobierno enérgico y compuesto por los mejores hombres y mujeres que tiene el país, y se sustentara en la fuerza y el peso de esa otra parte de la población que no ha estado ligado a todos estos vergonzosos escándalos y que, por el contrario, luchan por alcanzar ideales de progreso y justicia.

Pero no obstante el malestar general y el descrédito en que se encuentra este grupo en el gobierno, no será tan fácil desplazar al partido oficial. Tenemos que estar decididos para que todos unidos podamos echar del poder a estos bandoleros que han saqueado la riqueza nacional. Si, tú y tu…y tú, y todos juntos, podemos cohesionados, lograr la fuerza necesaria para tener éxito. Por su parte, los líderes de la oposición deberán echar a un lado sus egos y apetencias singulares para lograr este propósito.

Ese gobierno tendrá que revisar todo cuanto aquí se ha hecho, someter a la justicia a los que se han robado el Tesoro Nacional y hacer que los recursos hurtados regresen a las arcas del erario; evitando, a la vez, el surgimiento de un régimen de Terror como el que protagonizó Robespierre unos cuantos años después de iniciada la Revolución Francesa, a cuya cabeza se colocó esta figura enigmática y delirante, llamado por algunos El Incorruptible y quien envió a la guillotina a miles de personas, supuestamente en nombre de la libertad, cometiendo los mismos abusos de Luis XVI.

Será un gobierno de esperanzas que dirigirá los sagrados destinos de la nación y contará con un inmenso apoyo social que lo empujará a dar inicio a una esperada era de honor. Pero tendrá que actuar con determinación para que pueda lograr reencauzar el país por un nuevo sendero, por un camino de decencia y pulcritud, con muestras evidentes de austeridad para fortalecer con rapidez la Hacienda Nacional.

La Patria será entonces, una Patria grande, gloriosa y altiva, donde se garantice de manera permanente la viabilidad de la República y donde impere la Ley y el Orden, y el respeto por nuestros conciudadanos.

¡La Patria vencerá!

Nota del autor: remito humildemente a los lectores de esta entrega a buscar los 4 artículos de la serie El Sendero Equivocado, llamados también La Denuncia, y publicados por este medio digital el año pasado.