Hay dos formas de conquistar y esclavizar una nación. Una es la espada. La otra es la deuda”-John Quincy Adams estadista, diplomático, abogado y diarista estadounidense.

Ante los niveles de endeudamiento público alcanzado en las postrimerías de 2019, abrigábamos la esperanza de que al más alto nivel político se procedería a una seria reflexión en torno a las vías posibles para desacelerar su sorprendente crecimiento. Por ejemplo, entre ellas, la generación de un superávit fiscal primario que frenara el aumento de la deuda y redujera su tamaño.

Obviamente, tal superávit solo es posible alcanzarlo mediante la racionalización del gasto y la puesta en marcha de duros ajustes y recortes que, si bien por ahora pueden ser vadeados, más temprano que tarde serían aplicados forzosamente. Estas y otras alternativas son socialmente costosas, incluida una tradicionalmente odiosa: la devaluación del peso, lo cual afectaría los costos de cientos de empresas y, por esa vía, los bolsillos de los ciudadanos.

La búsqueda de alternativas para frenar el endeudamiento externo e interno parecería descartada a la luz de su comportamiento reciente. En efecto, al paso que vamos se nos ocurre que el objetivo es declarar en algún momento un default, es decir, una suspensión de pagos. Esta llegada sería catastrófica para la reputación crediticia del país y afectaría sensiblemente la relativa estabilidad macroeconómica que hemos disfrutado en los últimos años.

¿Una exageración? 

Veamos. A noviembre del año recién pasado la deuda del Sector Público No Financiero (SPNF) se coloca en 34 mil 303.4 millones de USD, componiendo un 38.7% del PIB. Esto significa que estamos ante un incremento de 2 mil 752.7 millones en comparación con el mismo mes del 2018 (37.0% del PIB).  A la tasa de 53.3, este voluminoso incremento se traduce en 146 mil 718.9 millones de pesos, (12 mil 226.6 millones mensualmente).

En cuanto al stock de deuda consolidada (consolidada externa + consolidada interna), el cuadro resulta todavía más preocupante. Su monto alcanza los 43 mil 495.6 millones de USD en noviembre de 2019, lo cual significa un 49.1% de la producción nacional contra un 47.4% al principio del año (+1.7%). El crecimiento absoluto durante los últimos doce meses hasta noviembre de 2019 fue de 3 mil 122 millones de dólares (7.7%) o de 166 mil 402.6 millones de pesos a la tasa referida. O lo que es lo mismo, la deuda externa consolidada ha estado creciendo a un ritmo de 13 mil 788.8 millones de pesos mensualmente.

Es necesario precisar que la deuda del SPNF creció fuertemente durante el primer semestre de 2019 (+US$2,464.0 millones).  Luego se vislumbra una reducción sustantiva en el segundo semestre de ese mismo año como consecuencia de:

  1. La acción combinada de las bajas contrataciones relativas, estimadas por la Dirección General de Crédito Público en US$846.8 millones (contra 4 mil 712.5 millones en el primer semestre 2019). Un hecho significativo para fines de análisis posteriores es que el 88.6% de estas nuevas contrataciones se realizaron en el mercado local.
  2. La devaluación todavía imperceptible para el dominicano común del peso frente al dólar estadounidense. Este hecho disminuye en US$583 millones el valor de las deudas denominadas en pesos hasta el quinto mes del segundo semestre de 2019, monto muy superior a la misma reducción registrada por ese concepto en el primer semestre de ese mismo año, estimada en 112.8 millones.

Un hecho a destacar es la gravitación de los famosos certificados del Banco Central, como se muestra en el cuadro anterior. Estos cierran el año alcanzando el astronómico nivel de 602 mil 344 millones de pesos, para un incremento de aproximadamente 7% entre 2018 y 2019. El crecimiento de la deuda por este concepto parece difícil de detener, aunque algunos se empeñen en demostrar lo contrario.

¿Y qué tenemos con el servicio de la deuda externa?

Entre noviembre de 2018 y el mismo mes de 2019 el servicio de la deuda del SPNF (excluyendo el pago de intereses de los certificados por parte del BCRD) pasó de 4 mil 124.8 millones de USD a 5 mil 104.8 millones (+23,8% = US$980 millones). En relación con los ingresos corrientes, el servicio pasa de 38.8 a 44.3%, incluida la amortización del capital. Debemos saber que de cada 100 pesos de ingresos corrientes del Gobierno, más de 44 son destinados al pago del servicio de la deuda del SPNF.

En conclusión, el estilo de endeudamiento que se ensaya constituye un mecanismo de punción insostenible de las finanzas públicas. Y mientras nuestros compromisos internos y externos rondan el 50% del PIB, mantenemos una Administración innecesariamente costosa, unos gastos irracionalmente abultados y un sistema impositivo entrampado entre las bajas recaudaciones, los regalos a las empresas (gasto tributario) y una elevadísima evasión fiscal de la que, gracias al apresamiento infraganti de algunos actores de alta alcurnia, comenzamos a tener una idea más objetiva de su verdadera dimensión.