Solo el sentido común y la conciencia por la igualdad y equidad, amén de otras motivaciones (que no nos interesan aquí) pueden romper con situaciones de inmovilismo frente al escenario de desigualdad y derechos violados.
Se supone que la política puede contribuir en el rescate de la identidad cultural y la conquista y custodia de los derechos culturales; sin embargo no es así. Y si no fuera por acciones individuales no habría esperanza. Acciones de individuos que se enfrentan a sentimientos de impotencia propios y de incompetencia de las autoridades del ámbito de políticas culturales.
Hemos identificado un aspecto negativo que se repite en todo el tren gubernamental: la falta de diálogo (sincero y honesto) entre políticas públicas y sociedad civil. En lo cultural no existe diálogo entre la política cultural y la educación no-formal. Las políticas existentes no son dinámicas ni proactivas. Si existiese una política consensuada con los intereses de todos se podría dar espacio a nuevas formas de derechos y por tanto a la implementación de nuevos sujetos políticos. Muy al contrario lo que ocurre es un ambiente democrático que intenta ocultar sus deficiencias, pero si actuara con responsabilidad se renovaría el régimen político de equidad que se supone es lo que estamos buscando. Oportunidad que recurrentemente han perdido los gobiernos del PLD y del PRD, ni hablar de los reformistas trujillistas.
Cuando miramos y admiramos a países que han logrado democracias participativas podemos conferir que se debe a la implementación de procesos interactivos que generan a su vez dinámicas pedagógicas. Si auscultamos nos cercioraremos de la construcción de procesos sociales basados en principios de igualdad y justicia social.
La política dominicana se asienta en prácticas populistas reformadas por asistencialismo y paternalismo. Así es como un pueblo ciego de derechos nunca dispondrá de gobiernos responsables con el compromiso pactado.
Más de la mitad de la población dominicana tiene sus derechos escamoteados: autistas, síndrome de Down, deficientes físicos motores, invidentes, sordos, deficiencia mental, ancianos, niños, analfabetos, negros, descendientes de haitianos, homosexuales, prostitutas, presos, desempleados, mujeres, etcétera. La falta de acceso a educación y cultura arroja a esa población a una fuerte condición de discapacidad. De manera que de una población dominicana con algún tipo de discapacidad cuyo número asciende al 10%, el mismo se multiplica por falta de políticas adecuadas.
Asuntos tan básicos como el derecho al voto es escamoteado por la falta de políticas públicas cónsonas con la realidad. Por esto, por la falta de una democracia dinámica y participativa es que no vota más del 50% de la población habilitada con ese derecho.
La concepción contemporánea de los derechos humanos es fundamentada en la universalidad, es decir que la condición humana es el único requisito para la titularidad de derechos. De manera que nadie haga politiquería con el asunto aquel de "pérdida de valores" cuando el valor primero ya perdido es el derecho en cualquiera de sus formas y expresiones.
Tenía la esperanza de que tanto la gente de Danilo, como de Papá y las de los demás lo entendieran algún día, pero pensándolo bien necesitaran dos días (o más)…