Desde 1979 vengo trabajando con el tema de la cultura vinculada a la educación y la ciudadanía. Ni el reformismo Trujillo-balaguerista, ni los gobiernos de estos años se han ocupado de realizar una labor eficiente en torno a la preocupación que testifico a continuación (para quien le interese el tema): 

Existe una población que resulta invisible para todos, por tanto nunca aparecen en programas de políticas públicas: las grandes exclusiones se dan con los no-videntes, sordos, síndrome de Down, deficientes físico-motores (uso el término 'deficiente' para entendernos), sin contar con una gran población que necesita del cuidado de adultos como son los niños y envejecientes sobresaliendo  quienes sufren de alzhéimer y otras padecimientos parecidos. 

Quienes trabajan en instituciones del gobierno con programas que supuestamente están dirigidos a esa población, no han sido capaces de romper este ciclo de invisibilidad precisamente porque las supuestas políticas implementadas no son tales (y como nadie se respeta todo sigue igual de malo). Una política cultural, que nunca se ha hecho (ojito para Danilo), proporcionaría equivalencia en el acceso a bienes culturales, a la vida comunitaria y a la ciudad como un espacio democrático. 

Si tuviéramos el 4% fuera otra cosa. Y si dispusiéramos del 1% para la Cultura la mayoría de nosotros  estuviéramos dedicados exclusivamente a la producción y gestión de productos culturales en vez de estar desgañitándonos hablando baba, porque habría recursos para implementar proyectos serios, honestos,  y acordes con nuestra realidad. Quien tiene dos dedos de frente sabe a lo que nos referimos (aunque hay quienes saben de esto y se hacen el loco o la loca porque es más fácil hacer eso que asumir responsabilidades y deberes). 

Lo que usted ve como 'cultura' es ejercicio artístico y show (todo es show y sus incongruentes fotografías para las páginas sociales). No se piensa la cultura en un sentido vasto, encajada en todos los espacios de la colectividad.  Por tanto, no se piensa la práctica de la ciudadanía. 

La realidad cultural y su gestión acéfala constituyen una lesión grave a los derechos humanos y la práctica de la democracia desde que la ausencia de políticas públicas  confina a la población minusválida a encerrarse en sus casas. Les privan de sus derechos culturales, postrándoles en una situación de doble marginalización: la primera por sus condiciones y la segunda por la ausencia de políticas que les sitúen en paridad de participación. 

Sé que el único y principal inconveniente de la gente de Danilo y de Papá, así como de los demás, no está en elucidar presupuestos teóricos, sino en que somos (me incluyo) parte de una problemática cultural: la maldita trivialidad intelectual y/o el maldito protagonismo extraviado. 

O quien sabe y se trate de esnobismo cronológico, la de esos intelectuales que andan como cucarachas tontas atrás de frases hechas de pensadores que se esmeran en hablar baba de forma impenetrable.  Figuras iluminadas que no se "contentan" con respuestas directas y simples, objetivas y más profundas. Pero no, esos esnobistas intelectuales quieren cosas nuevas y se lo cuentan al oído de Papá, al de Danilo o al de los demás.