La parte buena del coronavirus fue la cuarentena y el cierre de casi todos los negocios a nivel nacional.

No había despidos, FASE boroneaba chelitos para aguantar las penas, la tarjeta de solidaridad le permitía comer por unos días, las funditas llegaban a escasos hogares y casi vacías, no le cortaban la luz, ni el teléfono o internet, mora para sus préstamos y premio de consolación para sus tarjetas de crédito y los precios de los bienes básicos se mantuvieron más o menos estables con el petróleo en su mínimo histórico. 

Se sufría con el encerramiento, pero se sobrevivía con dificultad. Con la reapertura de la economía las cosas comienzan a ponerse difícil. Mucho más difícil.

Comencemos por el empleo. Ya no habrá FASE y todos deben reintegrarse a su trabajo en aquellos negocios que comienzan a abrir sus puertas. Pero resulta que la mayoría de ellos han acumulado más deudas, atrasos en sus compromisos con suplidores y entidades financieras y perdida de su capital de trabajo, por lo que tendrán que ajustar sus costos a una nueva realidad.

¿Por dónde comenzar? Despidiendo a una parte de sus empleados porque, además, sus ventas bajaran y sus deudas podrían aumentar para reponer algo del capital perdido. O sea, el desempleo masivo será la primera consecuencia de la reapertura economía.

Pero abrir y mantenerse vivo es la mejor parte. La peor es que muchos de esos negocios no sobrevivirán al no tener acceso a más crédito y tendrán que cerrar despidiendo a todo el personal.

Además, las ventas se van a contraer aun con la economía en plena actividad porque habrá un reflujo que durará varios meses hasta que los consumidores ajusten su maltrecho presupuesto familiar donde el dinero habrá perdido parte de valor. Sin olvidarse de que el coronavirus seguirá rondando todas las esquinas por muchos meses o años si no hay vacunas.

Y hablando de los precios, esa es otra consecuencia de la reapertura. Con un peso que se deprecia con cierta celeridad y un Banco Central con Reservas mínimas para detenerlo, los precios de todos los bienes y servicios comenzaran a subir. Miren los derivados del petróleo. ¿Usted cree que los aumentos de precio en la gasolina, el gasoil y el gas licuado es porque el barril de petróleo está subiendo? En parte si, pero también es consecuencia de la depreciación del peso.

Lo mismo con la energía eléctrica. Ya comenzaron a aumentar la tarifa de manera escalonada. Y cuando los supermercados se reabastezcan prepárense para comprar menos, gastando más.

Ahora hay que buscar mas pesos para convertirlos en dólares y poder comprar un petróleo cada vez más caro y cualquier otro bien importado.

Igualmente, hay que buscar mas pesos para pagar la deuda pública y privada en dólares. ¿Y dónde buscar esos pesos? Imprimiéndolo, lo que aumentará aún más la inflación y la devaluación o pidiendo más dinero prestado en el exterior, pero a tasas altísimas que no la podremos soportar. 

La inflación golpeará a todo el mundo y afectará principalmente a los mas necesitados. Los pobres y la clase media sufrirán de lleno el impacto de una crisis que apenas comienza.

Sin embargo, ahora viene la peor parte. ¿Se atrasó con su tarjeta de crédito o hizo el pago mínimo durante dos o tres meses? ¿O tenía un préstamo personal o hipotecario y solo pagó los intereses? Prepárese en julio para ver cómo la presión de los bancos se le vendrá encima para que regularice gradualmente sus atrasos y evitar que lo pongan en la lista negra de deudores o corra el riesgo de perder su propiedad. 

Igualmente, con la energía eléctrica, el teléfono, el internet, los servicios de salud y las tarifas de colegios. Todos querrán recuperar las perdidas en los meses de cuarentena porque también las grandes empresas de telecomunicaciones, los intermediarios financieros, las distribuidoras de electricidad, los servicios médicos privados y la educación privada han tenido fuertes pérdidas y necesitan recuperarse. Y la vía no es otra que subiendo los precios.

En esencia, la reapertura económica que tanto anhelamos se convertirá en una verdadera pesadilla.

Con el coronavirus conviviendo entre nosotros, el desempleo, la deuda y la inflación harán de la cuarentena unas vacaciones inolvidables.

Pero todo tiene paliativos, aunque el costo sea alto. Eso lo veremos en un próximo artículo.