La crisis post electoral que afecta al PRD no puede asumirse simplemente como un anunciado choque de liderazgos, en este caso de Hipólito Mejía (HM) y de Miguel Vargas Maldonado (MVM). La crisis es parte constitutiva de un serio problema de arbitraje interno que afecta a ese partido desde la desaparición de Peña Gómez, como también expresa una ya larga y problemática tradición faccional que amenaza seriamente con la liquidación política de ese partido.
Sin embargo, como la crisis asume la forma de un choque de liderazgos, asumamos también el choque entre MVM y HM como punto de partida del análisis. Hasta la convención interna del 2011, que debía elegir al candidato a la presidencia del PRD, MVM no solo era el presidente del partido blanco sino que contaba con una gran simpatía en las estructuras organizativas del partido. Nadie puede negarlo. Bajo esa premisa, convocó a unas primarias abiertas para el 2011, en las que resultó derrotado por HM, ex Presidente de la República y un gran líder en las filas del PRD.
Se ha hablado mucho del por qué de la derrota de MVM en las primarias del 2011. Sin embargo, ha habido poco análisis político. Para explicar esta derrota debemos remontarnos al llamado Pacto de las corbatas azules, firmado en el 2010 por Leonel Fernández (LF) Presidente de la República y del PLD y MVM, en ese entonces ex Candidato a la Presidencia de la República por el PRD. Con ese pacto, independientemente de cualquier otro resultado (y soy de los que cree que el pacto no fue todo lo torpe que usualmente se le sindica) MVM rehabilitaba a HM y naturalmente, mantenía en el ruedo político a LF, al permitirles, a ambos, aspirar de nuevo a la presidencia de la República. Con ello, sin saberlo, MVM estaba sembrando las semillas de su derrota en las primarias del 2011 a manos precisamente de HM.
El segundo aspecto del asunto fue el carácter abierto de las primarias del 2011. La decisión de que las mismas se realizaran con un padrón electoral abierto (en rigor semiabierto, pues los ciudadanos inscritos en el PLD y en el PRSC no podían “en principio” votar) a toda la población simpatizante del PRD fue una responsabilidad exclusiva de MVM. Naturalmente, al hacerlo todo indica que MVM tenía la fuerte convicción de que contaba con una plena mayoría en la esfera de influencia de masas del PRD. En un primer momento, es cierto que no se equivocaba, pero su cálculo estuvo matizado por un exceso de confianza en su poder al interior del PRD, como en una clara subestimación del poder de convocatoria y de masas de HM. Los números de MVM en apariencia justificaban su razonamiento. Indicaban sus encuestas que él tenía la mayor simpatía y que HM apenas tenía un pequeño núcleo de seguidores. Pero ese razonamiento olvidaba dos cosas básicas: la primera era que HM estaba creciendo, mientras MVM, si bien era el favorito, porque había crecido mucho, tendencialmente ya no podía crecer más. En segundo lugar, se despreocupaba de un asunto crucial: la mayor simpatía de HM no estaba en el núcleo de dirigentes, ni en la población de militantes activos, estaba en la periferia política de seguidores: los miles de simpatizantes y simples electores que por tradición votaban blanco, que conocían a HM más que a MVM y sobre los que éste último no podía tener igual nivel de influencia, como la que tenía en el núcleo político duro del PRD.
En esas condiciones, era claro que MVM, estaba gozando de simpatía en el núcleo duro de su partido, pero una vez elegido Presidente del PRD, las cosas se le comenzaron a complicar. MVM estuvo corto de miras al evaluar algunas situaciones. Por ejemplo, subestimó el poder de HM en el proceso mismo que lo condujo a la candidatura a la Presidencia de la República en el 2008. En aquel entonces, pese a todo su dinero como exitoso empresario, a MVM le hubiese sido imposible vencer a Milagros Ortiz Bosch (MOB), candidata que unificaba a los líderes tradicionales del partido, si no hubiese contado con el apoyo no muy oculto de HM. Fue ese espaldarazo el que le abrió a MVM las puertas hacia las bases y la dirigencia media. El otro error fue creer que los choques y problemas reales que se le presentaron con HM, ya desde su candidatura a la presidencia en el 2008, indicaban que era necesario, para asegurar su poder, controlar la presidencia del partido, como condición de apuntalamiento de su candidatura a la presidencia de la República. La prueba de mi tesis es simple: HM nunca ha sido presidente del PRD y sin embargo fue dos veces candidato a la presidencia y una vez Presidente de la República.
A lo dicho se sumó otro error decisivo: producir al vapor un sequito de dirigentes que no tenían conexión real con la tradición partidaria y su base de masas. Para bien o para mal, en el contexto de la política faccional que ha caracterizado históricamente al PRD, sobre todo tras la desaparición de Peña Gómez, esto produjo que, a pesar de que la dirigencia del partido le reconocía a MVM capacidad gerencial, sectores dirigentes medios comenzaran a disgustarse, conforme con el papel secundario que los líderes tradicionales (altos y medios) del partido pasaban a tener en el nuevo escenario de cambio impuesto en el PRD por MVM. Lo que se estaba produciendo era algo simple y esperado: el ascenso de un nuevo séquito político en torno al Presidente del partido. Con esta nueva situación, lejos de producirse una compactación de la organización en torno a la figura del nuevo Presidente de la misma, lo que se estaba articulando era una nueva facción hegemónica, con la secuela de conflictos, tensiones y problemas que la política de facción produce.
A mi juicio, MVM confundió la situación. Creyó que él había surgido rápidamente como líder precisamente porque encabezaba un nuevo grupo y no por lo que la gente esperaba de él, que estaba por encima de los grupos. Al pasar a ser Presidente de la organización, en vez de profundizar su liderazgo general sobre el movimiento político perredeísta, lo que hizo fue afirmar su liderazgo en la facción que dirigía
MVM no entendió que había ganado la presidencia del PRD no porque hubiese producido un nuevo y exitoso esquema gerencial en la política de partido que a todos convencía y que toda la organización aceptaba. Esto estaba ocurriendo debido a la conjunción de varios factores: primero porque la dirigencia tradicional del partido encontró en MVM un mecanismo para frenar a HM y a su grupo, a los cuales la dirigencia tradicional y sectores liberales y renovadores del partido deseaban frenar. Por eso, la constitución de ese nuevo núcleo dirigencial en torno a la figura de MVM erosionó sus relaciones con HM, lo que de entrada mostraba su propia debilidad en el momento mismo de su nacimiento como grupo o facción. En segundo lugar, su poder económico le ganó rápidamente el favor de un gran sector de dirigentes medios. Finalmente, esto se debió a que el propio partido, como gran movimiento político, andaba deseoso de un nuevo rostro que lo unificara.
A mi juicio, MVM confundió la situación. Creyó que él había surgido rápidamente como líder precisamente porque encabezaba un nuevo grupo y no por lo que la gente esperaba de él, que estaba por encima de los grupos. Al pasar a ser Presidente de la organización, en vez de profundizar su liderazgo general sobre el movimiento político perredeísta, lo que hizo fue afirmar su liderazgo en la facción que dirigía. La confusión de MVM fue mayor porque creyó que el partido estaba conforme con el giro conservador que como presidente del PRD le estaba dando a la organización.
Aquí los errores estratégicos de MVM se sumaron a su impronta ideológica conservadora. Teniendo en el espejo la exitosa trayectoria de Leonel Fernández que había alcanzado su poder en el PLD y en la sociedad en gran parte debido a la adopción de un discurso neoconservador que le ganó la confianza del empresariado y la clase media, MVM pensó que el experimento podía repetirse en el PRD. Es más: pensó que con una “eficaz gerencia política”, el poder del dinero que tenía y un nuevo rostro dócil, alejado del radicalismo discursivo típico del PRD, podía en un solo acto convencer al alto empresariado de que con él podían lograr lo mismo que habían logrado con Leonel Fernández. Pensó también que podía ganar a la clase media que se había alejado del PRD, precisamente por el miedo a las “clases peligrosas” que el populacho perredeista representaba y, finalmente, pensó que podía mantener compacto a ese mismo populacho en torno al partido blanco como había sido históricamente, simplemente porque controlaba al aparato político que establecía la conexión de masas con las bases populares del partido.
Este error de enfoque perdía de vista algunos hechos sociológicos. Lo específico del discurso leonelista, sobre todo de su éxito político, no era su sesgo conservador, heredado simplemente del padrinazgo balaguerista, sino la imbricación del modernismo que predicaba, situado en el centro político, con la movilización clientelista en torno a programas como Solidaridad, lo que logró minar la base de masas del propio PRD. En otras palabras, Leonel Fernández había “triunfado” porque había adoptado porte del programa reivindicativo y el discurso populista del propio PRD. El segundo error era más sutil: el empresariado no esperaba del PRD un discurso ni un partido conservador porque ya lo tenía en el PLD, lo que esperaba era una política reformista que permitiera domar a las masas, incluso al precio de concesiones a las que estaban dispuestos, política que resolviera precisamente los problemas de legitimación que programas como Solidaridad no producían. A ellos les preocupaba que en manos de Leonel Fernández el discurso populista terminara, como finalmente terminó, fortaleciendo un séquito político – el PLD – sin ninguna conexión de masas, que movilizaba a la gente como simples clientes del Estado. La conexión de masas la tenía el PRD y era eso lo que MVM precisamente quería romper. El tercer error de MVM estuvo en la creencia de que podía mantener la influencia en las masas perredeistas rompiendo con el discurso populista que históricamente las había unificado.
Estos tres errores condujeron a MVM a tres rutas que se unificaban en el mismo despeñadero: pensar que se podía prescindir del discurso y la movilización populista convirtiendo al PRD en un partido de elite; sostener una relación de confianza con el empresariado rompiendo precisamente lo que le despertaba interés a éste último en sus lazos con el partido blanco: su conexión de masas; y, finalmente, asumir un discurso que desmovilizaba a las masas perredeistas, y por ello le quitaba fuerza política.
Su error en el manejo de las candidaturas en las elecciones del 2010 y su conflicto con un sector de la dirigencia media y de la base, le trajo nuevas dificultades. Este error fue en gran medida el producto del enfoque político descrito arriba. En primer lugar, en el nuevo clima que se estaba construyendo en el PRD, las elecciones primarias produjeron candidaturas de base que MVM no podía controlar. Es verdad que en las primarias gravitaban las tensiones de los grupos y facciones, pero eso era lo que a MVM le era difícil resolver, puesto que él era un Jano: de un lado un líder faccional como HM, mientras por otro era el Presidente de la organización que debía operar como factor de equilibrio. MVM actuaba de hecho como juez y parte. Esto fue el producto de una mirada que expresaba un tipo de discurso: para conducir al partido, por la vía del centro conservador, hacia la conquista exitosa del poder, era necesario un control tutelar de la organización. El resultado práctico en las primarias del 2010 fue catastrófico: todo el entorno de HM se opuso bajo cuerdas a las candidaturas elegidas por MVM, se desataron conflictos abiertos con parte del liderazgo tradicional, los pre-candidatos que habían ganado en las primarias y habían sido desplazados por candidatos de dedo, pasaron a la oposición interna. En una palabra, en las primarias del 2010 se comenzó a organizar una oposición de base a MVM que encontró luego en HM una dirección política.
A todo esto se unen las consecuencias de la derrota electoral que vino después: en las elecciones del 2010 el partido no ganó ninguna senaduría, perdió importantes sindicaturas y diputaciones, aunque, debe reconocerse, salvo la aplastante derrota senatorial, el PRD quedó en buena posición parlamentaria en la Cámara de Diputados y en los gobiernos locales. Lo importante en términos políticos internos es, sin embargo, otra cosa: la política de aliados de MVM fue un fracaso, pues la base senatorial del partido se esfumó, se perdió precisamente en los lugares donde MVM había reemplazado a candidatos populares elegidos en las primarias y puesto a candidatos de dedos que le eran leales o aliados externos. En una organización como el PRD que descansa en el equilibrio de sus grupos internos y facciones, penalizar sin retribución a una facción es producir una fisura en la legitimidad que la principal autoridad del partido debe tener para poder gobernar la organización. El manejo de candidaturas reservadas en lugares que tenían claros liderazgos locales, y orientarla a favor de aliados o colaboradores cercanos, trajo muchos disgustados con MVM y de hecho abrió las puertas para la derrota ante HM en el 2011.
Cuando MVM se enfrentó en las primarias del 2011 a HM estaban gravitando en la política interna del PRD los problemas descritos. En esas primarias cuando la competencia interna se hizo muy cerrada, MVM no cambió su estrategia; por el contrario, reiteró su visión de que las elecciones internas debían hacerse con padrón interno semiabierto. MVM tuvo una oportunidad de oro en el momento en que en la Comisión Electoral se planteó la posibilidad de revisión exhaustiva del padrón electoral del PRD a propuesta de Hugo Tolentino, para dar seguridades a todos los candidatos e impedir la infiltración de electores de otros partidos, sobre todo del PLD. MVM no asumió esta revisión y de nuevo se mostró muy confiado.
Un par de semanas antes de las primarias, sin embargo, era claro que HM había crecido, que en las bases del PRD tenía mucha simpatía, aunque también lo era el hecho de que la dirigencia media y alta en su mayoría apoyaba a MVM. En esas condiciones, se produjeron las primarias con los resultados que a muchos sorprendieron, sobre todo a MVM y sus colaboradores más cercanos: HM había triunfado. Esa misma noche en que la Comisión Electoral se aprestaba a dar los resultados en su primer boletín, en rueda de prensa MVM se dio por virtual triunfador. La Comisión Electoral realizó de inmediato y a seguidas una rueda de prensa y allí su presidente declaró que el triunfador era HM. La crisis se había desatado.
En los días sucesivos MVM declaró que esos resultados estaban influidos por el ejercicio ilegal del voto de militantes del PLD que votaron por HM. Destacó la influencia del gobierno en la inducción del voto y mantuvo su rechazo a aceptar los resultados que mostraba la Comisión Electoral. Después de varias semanas de negociaciones, MVM en un acto muy breve reconoció el triunfo de HM y a partir de ahí se sumió en el silencio y el alejamiento de la campaña de HM.
A nuestro juicio, MVM interpretó mal las condiciones políticas de su derrota ante HM. En lo adelante discutiremos este asunto. El primer aspecto que debe destacarse es meramente fenomenológico, y se aprecia en la simple descripción de los hechos que siguieron a dicha derrota. La misma noche en que se presentaron los resultados y MVM los desconoció, su reacción inicial fue nerviosa y desorganizada. Asumió que había una conspiración gubernamental que sostenía el triunfo de HM, olvidando que la base de masas del PRD era la que estaba decidiendo la situación.
Posiblemente sea cierto que el gobierno ordenó a muchos militantes del PLD que votaran en las primarias por HM, o que compraran votos perredeístas simpatizantes de MVM, pero la interpretación política de ese hecho fue incorrecta por parte de MVM. Creyó que se trataba de un acuerdo de largo aliento y no de una simple jugada oportunista que de seguro, ciertamente, costó caro al gobierno. Un año después, MVM se encontraría envuelto en una situación parecida, pero ahora aliado a los sectores oficiales que apoyaban la candidatura de Danilo Medina. La verdad sea dicha, MVM no pudo demostrar a la opinión pública sus objeciones, aunque siempre quedará la duda sobre la influencia del gobierno en los resultados de las primarias del PRD.
Como se ha indicado, la reacción inicial de MVM ante los resultados de las primarias fue autoritaria, confundiéndose en lo que era la tradición del PRD: la lealtad a la organización sobre todo. MVM pensó que quienes le seguían lo hacían por lealtad a su figura y no a su función de Presidente de la organización. Creyó, entonces, que esa lealtad podía trasladarse a cualquier situación, independientemente de la vida del partido y sus objetivos de alcanzar el poder. Actuó más apoyado en su experiencia de gerente exitoso y líder de facción que como jefe político que, pese a su derrota, continuaba con la responsabilidad general del partido a quien debía representar.
A partir de ese punto, MVM cometió su error fundamental que lo condujo a quedar en manos precisamente de quienes él hacía responsable de su derrota ante HM: Leonel Fernández y su grupo. Hubo aquí, como en una comedia shakesperiana, una cadena de errores políticos sistemáticos. Veamos.
MVM primero indicó que HM triunfó porque le apoyó Leonel Fernández. Luego se precipitó en su enjuiciamiento de la situación acusando a la Comisión Electoral, algunos de los cuales incluso habían votado por MVM en las primarias. Los acorraló y con sus declaraciones, el mismo día de las elecciones primarias, desconociendo de hecho los resultados, colocó a esta comisión y a sus miembros en una situación antagónica con su persona. A partir de ese punto, se mantuvo en la incertidumbre un tiempo precioso, lo que fue legitimando los resultados de las primarias.
A esta situación siguió un largo proceso de negociación interna que algún día será narrado, donde a nuestro juicio MVM negoció mal con HM, facilitándole a éste ultimo quedar como el conciliador, en un conflicto que evidentemente pudo haber favorecido a MVM, si hubiese negociado compartir el gobierno con HM, pues al fin y al cabo MVM había obtenido un 47% de los votos en las primarias. En esta fase negociadora MVM no precisó nunca los términos de la negociación que deseaba. En un primer momento para llegar a un acuerdo parece que el equipo de MVM le planteó a HM, la vicepresidencia y la mitad de los cargos de llegar el PRD al poder, además de ciertas posiciones en la conducción de la campaña. Pero nada de esto se formalizó como una posición pública sostenible. Mientras, HM ganaba tiempo legitimando su posición.
El resultado de todo esto fue un acuerdo malogrado que condujo a MVM a tener que proclamar a HM y legitimarlo sin obtener nada a cambio, en términos políticos claro está. Posiblemente sea cierto que HM tampoco estuvo muy interesado en hacer cumplir el acuerdo previo entre los candidatos de compartir el gobierno. La tozuda posición de MVM le facilito a HM las cosas, quedando éste último como el “pacificador” que deseaba lo mejor para su partido, cuando posiblemente lo que hacía en la práctica era dejar que MVM se desgastara para así no tener que compartir nada en su futuro gobierno.
En esa situación MVM quedó aislado y sin posición política clara ante las bases y la propia dirigencia: 1) había proclamado a HM, 2) no había pactado un acuerdo respecto al futuro gobierno, 3) no presionó para participar en los equipos que produjeran el programa y el manejo de campaña. En una palabra se aisló. A partir de ese punto el silencio prolongado fue su respuesta política. Con dicho silencio indujo a varias decisiones: 1) al dejar abandonada a la dirigencia que le había apoyado, la forzó a organizarse en torno a HM y reconocer así una nueva hegemonía interna; 2) sin proponérselo, fortaleció en torno a HM un liderazgo sin competencia y balance interno; 3) esto dejó abandonado a la figura de HM el manejo de la campaña, con la secuela de errores que podía producir; 4) pero al fortalecer la figura de HM lo colocó en una posición privilegiada de gran liderazgo que daba la impresión y en muchos aspectos así lo fue, de que él manejaba la campaña solitariamente, cuya situación provocaba en la organización que nadie se moviera.
A partir de esto se articuló una dinámica interna en torno al candidato HM que pronto reagrupo a la dirigencia en torno a su figura, con el atenuante de que el candidato tenía un poder carismático que no tenía MVM y que las bases del PRD comenzaron a demandar la integración a la campaña de MVM, mientras éste permanecía en silencio. MVM evadió el asunto reiteradamente, mientras HM jugaba a la política: si bien le hubiese convenido claramente la integración de MVM a la campaña, su personalidad le llevaba a rechazar instintivamente esa presencia. Por eso, la decisión de HM fue práctica: hizo algunos esfuerzos y pronto se olvidó del asunto.
Quizás el error estuvo en no haber forzado políticamente a MVM a la integración a la campaña, movilizando a la dirigencia del partido que en la situación previa le había sido fiel al Presidente del partido. La otra alternativa, que tampoco se ensayó, era simplemente enfrentar a MVM en plena campaña, lo que lo hubiera obligado a definiciones, pues muy posiblemente en esa situación nadie desde el gobierno se hubiese atrevido a declarar ilegal la acción del PRD en campaña y la posición del candidato presidencial. Pero aquí, por prudencia política, o por una excesiva confianza en el triunfo electoral, HM y su equipo en la práctica no actuaron, mientras MVM primero se mantuvo en silencio, luego fue acercándose al sector oficial, al punto de que en la recta final importantes seguidores suyos pasaron abiertamente a mostrar sus simpatías por el triunfo de Danilo Medina, dándole incluso apoyo.
Fue en esa dialéctica que se produjeron tres hechos básicos: a) la dirigencia del PRD se compactó en torno a HM, b) las bases del partido y la dirigencia se acoplaron en un propósito común, como hacía años no se producía en la organización, c) el partido logro pasar a la ofensiva y compactar su electorado y avanzar sobre segmentos poblacionales que tradicionalmente no eran perredeistas. En esas condiciones, era claro que MVM estaba aislado en varias direcciones: de su aparato burocrático y la dirigencia, de la base de masas del partido y del electorado perredeísta.
Es en este momento cuando se puede comenzar a entender el acercamiento político de MVM al gobierno. Pienso que el mismo MVM lo pensó como un componente de la ruptura del aislamiento en que había caído respecto a su propia organización. Quizás estimó que el acercamiento le permitiría establecer una estrategia de recuperación del aparato burocrático del PRD por medio de mecanismos clientelistas de compra y cooptación de líderes, que se facilitaría con el triunfo de Medina en las elecciones. Para ello lo funcional era un compromiso que ayudara al gobierno a reducir el impulso de masas de HM y con ello contribuir de alguna manera a su derrota. El propio silencio de MVM ya estaba ayudando en esa línea.
En esa ruta era indispensable asegurar la recuperación del control formal del aparato político perredeísta, ante el hecho de que HM, al lograr reunir una gran fuerza de masas, se había convertido en el líder de la organización. La propuesta institucionalista de MVM tenía un claro contenido político, en al menos dos direcciones: recuperar la organización y reducir la fuerza de masas de HM. En ese contexto, el error fundamental de MVM no fue tanto el de su silencio en la campaña, que de suyo era ya un serio problema que cuestionaba su presidencia, pues en la práctica estaba cuestionando la decisión de su propio partido, que el mismo había avalado, tanto en el procedimiento como en el resultado, al haber proclamado a HM. El error fue haber permitido que miembros de su grupo abiertamente pasaran a colaborar con Danilo Medina y sobre todo con Leonel Fernández en la fase de campaña. Al hacerlo estaba dando una clara señal política de ruptura con la tradición opositora de su propia organización, dando indicios claros de un rechazo a una decisión colectiva de su propio partido, pues el presidente de un partido no tiene derecho a socavar políticamente la candidatura de su propia organización, aunque individualmente votara por ella.
Si a esto se suma que en la campaña del PLD era claro que dicha organización estaba dispuesta a cualquier precio a conservar el poder y para ello empleó todos los recursos clientelares y el poder del Estado, produciendo una campaña asombrosamente dolosa, violatoria de derechos simples en toda competencia electoral, y claramente desigual, es claro que los resultados alcanzados por el PRD que colocaban a HM como líder opositor exitoso y a su organización como el principal partido de masas, ponían en peligro el poder y base autoritaria del PLD, aún derrotándolo en las urnas. Por ello, a la dirigencia del PLD le venía como anillo al dedo un acuerdo soterrado con MVM, en virtud del cual a HM se le arrebatara, si no el liderazgo, al menos la organización formal, con la esperanza de que en una apuesta a futuro el PRD pudiera convertirse en un aparato dócil sin fuerza de masas, bajo la dirección de MVM. Si este último quería, como aparentemente deseaba, recuperar lo que llamaba el “PRD institucional” no tendría otro camino que transitar la ruta del pacto con el oficialismo, pues solo así podría poner a su servicio los aparatos legales del Estado en manos de Leonel Fernández, cuyas decisiones favorables eran imprescindibles para la operación de recuperación burocrática del PRD, por parte del grupo de MVM. Se trata claramente de dos tribunales: el superior electoral y el constitucional.
A Partir de aquí se inicia otra fase del conflicto, la cual desplaza la lucha a las esferas institucionales del Estado controladas por Leonel Fernández.
Inmediatamente pasaron las elecciones del 20 mayo, en la que se le arrebató la victoria a HM y en la práctica fue derrotado, la convocatoria a una Comisión Política por parte del PRD, en la que se aprobó la suspensión de MVM como Presidente de la organización, expulsando a varios de sus principales colaboradores, fue en esencia un error político. No porque enfrentó a HM con MVM, ni siquiera porque era obvio que éste recurriría a las altas cortes donde HM llevaba las de perder. Fue un error porque desplazó el terreno del conflicto del campo interno del PRD y las masas, al externo y formal controlado por la élite del poder, específicamente por Leonel Fernández. A partir de ese paso, la convocatoria al CEN que siguió a la reunión de la Comisión Política, la reacción de MVM llevando el caso al TSE, la sentencia de dicho tribunal, y la respuesta del PRD a las decisiones oficiales de dicho tribunal, fueron pasos y decisiones cautivas.
El error político del PRD y sus dirigentes en esencia puede resumirse en que la suspensión de MVM y las expulsiones a dirigentes de su facción no tuvieron aparentemente una preparación previa. Era tal el encono de la dirigencia y las propias bases ante lo que MVM había hecho, que la acción realmente no fue preparada previamente. No se ponderaron los detalles legales y los posibles escenarios de evolución de la crisis que obviamente se desataría con la suspensión de MVM y, en consecuencia, la acción no cubrió la retaguardia que había que tener ante la previsible embestida de MVM y su séquito que, aunque exiguo en su tamaño, tenía a su favor el formato legal de la investidura de su jefe: ser “Presidente” de un partido que en la práctica hacia meses no dirigía.
En esas condiciones el PRD quedo forzado a manejarse en dos líneas: la de oponerse a las decisiones del TSE y radicalizar el conflicto de tipo jurídico/institucional hasta agotar todas las instancias de las altas cortes. También quedó obligado a abrir una conexión con la sociedad civil y la oposición política al gobierno. Por esa doble situación el PRD se ha visto obligado, por un lado, a asumir la dimensión institucional del conflicto como el “cauce justo” para resolver el conflicto, pero rechazando lo dispuesto por las altas cortes. De ahí la propuesta del plebiscito de las bases y la posibilidad de adelantar la convención que debe elegir nuevas autoridades. Al mismo tiempo, el PRD busca ampliar también su base de apoyo y de hecho ampliar la escala del diferendo con una nueva política de aliados. Luego veremos que esta vía de evolución del PRD en general es correcta, a nuestro juicio, pero la misma tomará tiempo, pues lo que está detrás de la misma es en la práctica la búsqueda de un acuerdo razonable que permita una salida airosa a todo el mundo.
MVM está en otra situación. Sabe que no cuenta con las bases y la dirigencia que antes le apoyaba, debido a su actitud en la campaña. El liderazgo nacional del partido ha roto con él y las bases lo ven como un protagonista central de la derrota del PRD. Por ello no tiene otra alternativa que apoyarse en decisiones “institucionalistas” como las de las altas cortes. Sobrevive porque actores ajenos al PRD le están prestando todavía apoyo. Su cálculo es que el tiempo le ayudará a resolver o impulsar varios asuntos: a) que el ascendiente de HM sobre las bases y el electorado perredeistas se diluya, b) que al momento de llegar al poder el nuevo Presidente Medina logre hacer un acuerdo con él (MVM) que le permita visibilizarse como el interlocutor legítimo de la oposición, y c) que pueda con el tiempo lograr ampliar su base de masas en la organización, ganar a algunos dirigentes, resolver las fisuras que se le han presentado en su base congresional y municipal. Todo esto depende de tres factores: el acuerdo con el gobierno de Medina, el deterioro del liderazgo de HM y el poder del dinero. Con lo único tangible que cuenta MVM en esta tarea es con esto último y se ha visto que esto sólo no basta.
En un contexto donde la opinión pública es manipulable por los medios de comunicación al servicio del poder político, la tradicional mala relación del PRD con los medios le trajo serias dificultades para poder influir y hacer explicable su posición ante la gente, en lo relativo al affaire MVM. La idea que ha logrado vender MVM y sectores oficiales es la de una disputa más del PRD que revela sus incapacidades. Nadie refiere ni se cuestiona el significado de los hechos, admitidos incluso por el propio MVM: que hubo contactos de su grupo y él mismo con el oficialismo, que MVM propone la firma de pactos al nuevo Presidente electo Danilo Medina sin consultar a los organismos formales del partido, aunque los voceros de Medina le dieran “calabaza” (recuérdese las declaraciones del senador Mariotti), y que las cosas llegaron a un punto donde el PLD y en particular Danilo Medina, en algún momento hasta le llegaron a ofrecer la Vice Presidencia a MVM, asunto declarado por éste último a la prensa. Lo más grave es que ni siquiera las propias autoridades del PRD destacan el asunto.
Es en este marco que hay que recuperar el acercamiento del PRD a la oposición política y a la sociedad civil. Es indiscutible que el mismo es correcto como estrategia política y señala la posibilidad de un nuevo estilo de hacer política en el mayor partido del país. Todo indica que la idea es la de construir un gran frente opositor. Pero a la fecha no se tiene a mano la propuesta política que debe unificar ese esfuerzo. Con ello la hegemonía del movimiento que puede resultar de esta acción queda en el aire y a merced de la buena voluntad de los partidos de oposición, lo cual revela carencias en el principal partido de masas del país (PRD), en lo relativo a la interpretación de la coyuntura política, la propuesta programático/política que se desea impulsar, la concepción estratégica que debe estar sosteniendo el acercamiento de esa gran organización a la sociedad (civil) organizada y el sentido político que dicha organización le asigna a esa nueva estrategia de aliados.
Quizás lo más relevante respecto a la idea del frente opositor que hoy se maneja en las esferas dirigentes del PRD son sus repercusiones respecto a las bases de la organización y su potencial de movilización política. Esto es fundamental, pues en este plano dicha política debe producir una propuesta que logre articular a las bases perredeistas a una acción más amplia que trasciende su organización. Ello implicaría que la base perredeistas compartiría puntos de vista, acciones afirmativas, discusiones públicas, etc. con una amplia gama de actores políticos no perredeístas, para lo cual la dirigencia de ese partido de masas debe producir el cuerpo de “posiciones” e ideas que permitan articular a su propia base movilizada como un cuerpo unificado abierto al debate y a la acción concertada con otras fuerzas políticas y sociales. Esto implica, en una palabra, que el PRD está obligado a la articulación de una política de contra-hegemonía que le permita armar una nueva política de masas que asuma el liderazgo de la oposición al gobierno de Danilo Medina y el poder del PLD. No se es líder de la oposición simplemente por la mayoría de votos, sino también por la capacidad de convencimiento de que las posiciones que apoyan esa mayoría son las correctas.
Este es un asunto complejo, puesto que una posición (o mirada) que no diferencie al gobierno de Danilo Medina del poder de Leonel Fernández, está destinada a enfrentar problemas. Entre los partidos de oposición, sobre todo los situados más a la izquierda y muchas organizaciones de la sociedad civil, existe la idea de colocar en la misma situación a Medina y a Fernández, como componentes homogéneos de un poder corporativo de derecha y autoritario. En el PRD las posiciones son más diferenciadas. Es indudable que en esta organización de masas hay personas que comparten el punto de vista de izquierda respecto a Medina y Fernández. Pero hay otras posiciones que señalan importantes diferencias. Esta última posición de hecho propone definir en consecuencia una política diferenciada respecto al nuevo Presidente de la República y a Fernández.
Pero las cosas se complican. ¿Qué significa una política hacia Fernández si éste deja de ser Presidente y formalmente no controla ningún poder del Estado? ¿Cómo articular una política de oposición a Fernández, Presidente del PLD, que logre definir diferencias al interior del PLD? ¿Cómo diferenciar las acciones críticas respecto al binomio Fernández/PLD, de las que deben producirse respecto al binomio Medina/gobierno?
Lo central a nuestro juicio se concentra en la necesidad que tiene el PRD y el conjunto de la oposición de producir una caracterización inteligente de la nueva situación política del país con el ascenso de Medina al poder. Deberán responderse preguntas como: ¿la nueva Administración Medina implica un cambio en la caracterización del régimen? ¿Cómo afecta la nueva administración el poder de la corporación política peledeísta, en particular del poder del Comité Político del PLD? ¿Debe hacerse una apuesta respecto a Danilo Medina, en el sentido de asumir que en su gobierno hay un potencial de renovación político-democrática, que abre la posibilidad de acuerdos sostenibles con la oposición?
Pero lo que debe reconocerse es que en los hechos Danilo Medina está forzado a producir una diferenciación respecto a la anterior administración presidida por LF. Esto así, pues de lo contrario su porvenir político se diluye y, sobre todo, su gestión no podría afirmarse en su diferencia específica respecto a LF. Esto producirá conflictos y choques que deben conducir a Medina a producir una política congresional diferenciadora y una política respecto a la oposición que le permita producir consensos estables en la sociedad y en su propio partido. De ahí que esté obligado a la articulación de una política realista y prudente respecto al PRD, pero también buscar el acuerdo con el Comité Político de su organización. El PRD está obligado a reconocer que necesita dejar abierta la posibilidad del diálogo con la nueva administración, como condición de una nueva política de consenso democrático en la organización, pero también como requisito necesario para frenar las acciones disolventes de LF respecto al partido blanco, estrategia que se aprecia en las relaciones de MVM con el oficialismo.
En este marco general, parece claro que Danilo Medina necesita de un ambiente tranquilo para poder llevar a cabo sus ejecutorias, lo que no le garantiza MVM, ya que no cuenta con un consenso de masas. Podría garantizarlo HM, que hasta ahora mantiene su liderazgo y por lo demás es un político realista, pero ello requeriría de un consenso interno en el PRD que debe producir HM. Por otro lado, los lazos estrechos de MVM parecen ser con Fernández y no con Medina. Por su lado, el PRD debe dejar abiertos caminos de entendimiento con Medina, para lo cual está obligado a dejar claro que esto sólo se lograría si al menos Medina no negocia con MVM, convirtiéndolo en caballo de Troya del PLD al interior del PRD.
Todo lo dicho hasta aquí depende mucho del “tiempo de la política”, el cual “actúa” como “variable independiente”. Si las cosas en el PRD permanecen en una especie de modus vivendi MVM tendría un beneficio relativo, si es que logra convencer a Danilo Medina de un acuerdo de marras. Si no lo logra, su margen de maniobra no sólo se reducirá en el PRD, sino que el tiempo mismo correría entonces en su contra. En esas condiciones, asumiendo esa apuesta, MVM tratara de aletargar las cosas. HM sabe que necesita un acuerdo en la organización, pero para mantener su liderazgo en las bases y en la propia dirigencia, no puede permitir que dicho acuerdo no produzca ninguna sanción respecto a la conducta de MVM y su gente. Lograrlo requerirá tiempo. Por otro lado, HM sabe que el largo plazo le desfavorece, pues es natural que en la periferia de sus simpatizantes el tiempo actúe como un corrosivo inevitable, lo que afecta también a MVM, pero en menor escala. Quizás esta situación favorezca a Danilo Medina, ya que le amplia sus márgenes de negociación con ambos líderes.
El PRD que se opone a MVM, que es la mayoría y, me atrevo a decir, es el partido, precisamente por eso, no es homogéneo y con ello tiene varios ritmos en el tiempo, en cuanto a la urgencia de acuerdo o compromiso entre las partes. Desde ese punto de vista, a Luis Abinader, ex candidato a la Vice Presidencia de HM, también le favorece el paso del tiempo, pero en un sentido diferente a MVM, ya que lo que el tiempo le proporciona es un potencial de ampliación de su liderazgo en las bases y una mayor visibilidad en la población. Esto último también puede favorecer a grupos alternativos emergentes dentro del PRD, con el atenuante de que estos deben apreciar que sólo el triunfo de HM en la disputa interna podría a la larga favorecerles, ya que el restablecimiento del control de la organización por MVM tendería a liquidarlos, como consecuencia de la necesidad de éste último de simple sobrevivencia como facción.
El PRD está así en una encrucijada. Como movimiento político todo indica que ha ampliado su esfera de influencia social en las masas populares. Como cuerpo político se encuentra en uno de sus peores momentos. La tensión que esta doble situación produce no puede durar mucho sin el consecuente deterioro del potencial de hegemonía de la organización en las masas. Esto debe saberlo con claridad HM y MVM, pero sobre todo lo sabe LF.
El PRD debe producir una verdadera renovación interna que impulse no sólo un nuevo liderazgo, sino que produzca sobre todo una nueva política. El acercamiento al movimiento social que en los últimos meses ha producido es un signo alentador, pero no es suficiente, si no va acompañado de una nueva política hegemónica. Esto no se lo proporcionará la oposición, ni la sociedad civil, debe surgir de la propia organización. Para ello el único camino posible es de un reencuentro democrático con sus propias bases y con el emergente liderazgo que en esta organización existe, pero cuya existencia está enmudecida. Esta tarea renovadora se mueve, pues, en varios niveles. Es sobre todo una tarea interna que implica una renovación democrática en las relaciones de la dirigencia con las bases, es una tarea ideológica que implica el reencuentro de la organización con su ascendiente socialdemócrata, es una tarea de contra-hegemonía que implica repensar la nación y producir para ello una reflexión intelectual renovadora, es en fin, una tarea de renovación política que implica replantear sus relaciones con la sociedad y producir una moderna política de aliados que convierta a la organización en un efectivo liderazgo opositor.
La crisis interna planteada por la conducta de MVM en las pasadas elecciones y las reacciones que ante ello se produjeron en la Comisión Política, debe verse como un componente de la compleja situación descrita, no como su desencadenante. Vista en perspectiva es un doloroso capítulo de la política de facción, que es a lo que en última instancia hay que ponerle fin. Por ello, me parece que sólo una convención que elija nuevos dirigentes, unida a un congreso renovador que replantee las bases políticas de la organización, abrirían las posibilidades de un camino prudente, institucional y realista, para asumir no sólo la crisis actual, sino el porvenir mismo del PRD.
A mi juicio, el sentido último de un congreso renovador como salida ante la crisis interna, debe ser el del cambio estructural del partido. No debe limitarse ni verse constreñido simplemente por el ejercicio de una nueva elección de autoridades. Lo central de ese congreso renovador debe ser el de brindar oportunidad a las bases de replantear la vida interna y los planteamientos y práctica del partido de cara a sus relaciones con la gente. Naturalmente, para lograr ese propósito debe sancionarse a la dirigencia que incumple el compromiso político y moral que supone militar en una organización. No puede eludirse entonces la sanción institucional e incluso la expulsión a muchos de los seguidores de MVM que abiertamente apoyaron al PLD en las pasadas elecciones. En justicia, sería más que saludable y necesario un debate en el que a MVM se le permita defenderse de la acusación de su apoyo al aparato de gobierno en el pasado certamen electoral. La discusión que de ello se derive no debe ser únicamente en términos estatutarios, sobre todo debe plantearse en términos políticos y éticos, respecto al sentido último de las acciones del Presidente del PRD en la pasada campaña electoral 2012.