La visita presidencial de Leonel Fernández a Haití fue matizada por causas de mayor y menor envergadura. La más importante de ellas, la crisis interna de gobernabilidad surgida hace más de un año, la cual se hizo evidente en la ausencia del ex-presidente Jean Bertrand Aristide en una reunión que tenía pendiente con el primer mandatario dominicano en la mañana del viernes. La segunda, y aparentemente menos importante políticamente, fue el Mundial de Fútbol que se celebraba en Francia.
Para algunos analistas políticos, la comunicación entre Fernández y Aristide, que continúa dirigiendo detrás de René Préval todo lo que sucede en Haití, no pudo darse debido a las variables internas del impasse político. El vacío creado por la no-ratificación de un primer ministro es lo que mantiene al escenario y a los actores políticos haitianos pendientes únicamente de su propio drama interno.
Por su parte, la población se mantuvo absorta en los altibajos de la selección brasileña. Tan importante es este Mundial para los haitianos que durante más de una mes han adquirido simbólicamente la nacionalidad del país del matto-grosso. Los terribles apagones que atacan la vida cotidiana han pasado mejor vida. “Habrá luz mientras haya Mundial”, han anunciado las autoridades competentes. Con ello se han ganado el veto crítico de la prensa local, que no comparte la actitud deportiva de los incumbentes: “Debería haber luz eléctrica por razones más productivas”, concluían los titulares.
La delegación dominicana tuvo un despliegue de seguridad impresionante. Para ellos no había miradas ni hostiles, ni simpáticas. Más bien un curioso despiste podía leerse en los rostros de los transeúntes, que debían abandonar las calles sin aceras de la capital haitiana para dar a paso a los vehículos de funcionarios y miembros de la prensa bajo el firme comando de las fuerzas policiales.
Una ausencia predecible
En las primeras horas del viernes estaba pautado el encuentro de Fernández con distintas personalidades de los sectores políticos. Cumplieron con este programa Serge Gilles, presidente del Partido Nacionalista Progresista (PAMPRA) y Gerard Pierre-Charles, de la Organización Política Lavalas (OPL); así como Rosemond Pradel, secretario general del Konakon, quien fue el último en llegar a la suite presidencial en el Hotel El Rancho. El ex-primer ministro, Marc Bazin, y el ex-presidente Leslie Manigat también hicieron acto de presencia.
Por su parte, Evans Paul, de la Convención Unitaria para la Democracia, antiguo colaborador de Aristide y ex-alcalde de Puerto Príncipe, había expresado públicamente que no acudiría a la recepción ofrecida en la Embajada Dominicana el viernes por la noche. El motivo aducido era su repudio a las manifestaciones de los empresarios de la industria turística sobre un acuerdo de promoción conjunta. Sin embargo, no se negaba a asistir a la entrevistar con Fernández. Pero como en la diplomacia una invitación parcialmente rechazada no se acepta, el “detalle” de Evans Paul cayó por su propio peso. Para algunos, este doblez con el presidente Fernández se debía a la necesidad de protagonismo político que tiene su partido, ya que no logra la representatividad necesaria para ser tomado en cuenta como una fuerza opositora importante.
Sin embargo, la cita más esperada no se dio. Fuentes allegadas a la Cancillería aseguraban que “la suspensión” del encuentro entre Fernández y Aristide fue motivada por la insistencia del ex-cura en que el presidente dominicano conociera su bella mansión en Tabarre. Los conocedores de la idiosincrasia política haitiana decían que el detalle en sí no debe interpretarse como una revancha contra los dominicanos, sino contra los compatriotas que apoyaron el golpe de Estado de 1991 en su contra, -Leslie Manigat entre ellos- así como contra los que bloquean sus propuestas para primer ministro, es decir, los dirigentes de la OPL, representados por Gerard Pierre-Charles.
Raúl Recio. Sin Título, de la serie "Yo estoy aquí pero no soy yo" (1986-2000)
Tímidos aplausos de los legisladores
Gerard Pierre-Charles afirmó a EL DOMINGO, que uno de los motivos por los que su entrevista con el presidente Fernández y sus colaboradores había sido muy placentera fue que le daba mucho gusto “Reencontrar a tantos antiguos amigos que ahora están en el poder”. Y los observadores lo corroboran: “Si no se hubiese desarrollado en ese tono, la visita hubiese sido mucho más corta”.
Los legisladores, en cambio, se mostraron remolones. Y eso a pesar de que en su discurso ante el Parlamento haitiano el presidente hizo uso de su dominio del francés y de la cultura haitiana, citando en el idioma de Voltaire al gran escritor haitiano Jacques Roumain. Este emotivo esfuerzo no fue corroborado por los aplausos de los miembros de las cámaras, que se limitaron a levantarse y aplaudir al finalizar la intervención del presidente. Sobre los acuerdos que se firmaron en la tarde del viernes en el Palacio Nacional de Haití, las especulaciones de uno y otro lado han abundado en la prensa nacional y local. Historias hay para todos los gustos. Interpretaciones, también.
LISTÍN DIARIO. EL DOMINGO, JUNIO DE 1998.