La unidad de acción de diversos sectores políticos y la presencia de las masas populares en las calles han estado presentes en diferentes coyunturas de la historia política dominicana reciente. Ellas posibilitaron en el segundo semestre de 1961 la conquista de las libertades públicas, tras el ajusticiamiento de Trujillo.
Seguidores-as de la Unión Cívica Nacional (el principal partido de la derecha antitrujillista), del Movimiento Revolucionario 14 de Junio (principal organización de izquierda, liderada por Manolo Tavárez Justo), militantes del MPD, del PSP (Partido Socialista Popular) y personas independientes estaban entonces en las calles de Santo Domingo y otras ciudades demandando !LIBERTAD!: libre expresión y difusión del pensamiento, libertad de tránsito, de asociación, de reunión, etc.; todas las cuales estuvieron aplastadas durante la dictatura, una de las más crueles y prolongadas de América Latina.
Más aún, el pueblo exigió la salida del país de la familia Trujillo, porque el sentido común le indicaba que era un peligro para la naciente democracia, lo que se logró en noviembre de 1961; a pesar de que personalidades como el profesor Juan Bosch (líder en esa época del naciente PRD en territorio dominicano) planteaban que Ramfis Trujillo, el hijo mayor del tirano, y Joaquín Balaguer, presidente de la República por voluntad del Jefe, no representaban obstáculos para un futuro gobierno democrático, lo que era criticado por el líder izquierdista Tavárez Justo.
Además, por esa unidad de acción de los antitrujillistas y su presencia frecuente en las calles, el Dr. Balaguer se vio obligado a tomar algunas medidas contra los Trujillo, entre ellas la disolución del Partido Dominicano, la poderosa maquinaria política de la tiranía. Aún más, a pesar del deseo de Balaguer de legitimarse y quedarse en el poder, ese pueblo y algunos jefes militares exigieron su salida del país, a lo que se vio obligado a principios del 1962.
En 1965 volvió a darse el fenómeno de la unidad de acción de diversos sectores políticos y la presencia de las masas en las calles, logrando el derrocamiento del gobierno golpista, represivo, corrupto y antinacional del Triunvirato, que presidía Donald Read Cabral.
Militares constitucionalistas (orientados por el coronel Fernández Domínguez), civiles perredeístas, izquierdistas, socialcristrianos (del antiguo Partido Revolucionario Social Cristiano), militares balagueristas y personas independientes se lanzaron a las calles de la capital y luego en otras ciudades del país para lograr ese objetivo, respondiendo al llamado del gran líder popular José Francisco Peña Gómez. Ese conjunto de fuerzas democráticas logró derrotar al otro conjunto de partidos golpistas (del golpe contra Bosch en septiembre de 1963) y militares reaccionarios, que lideraba el general Elías Wessin y Wessin.
Solo la intervención de los marines yankis, el 28 de abril de ese año, cambió la correlación de fuerzas, gradualmente, a favor de los reaccionarios, tras una heroica resistencia del pueblo dominicano, comandado por el coronel Francisco Caamaño Deñó.
También en los procesos electorales del 1974 y del 78 se dio la unidad de acción en el Acuerdo de Santiago, conformado por el PRD, el Movimiento Popular Dominicano y el Partido Quisqueyano Demócrata, logrando la derrota de Balaguer en el 78 y el ascenso del hacendado cibaeño Antonio Guzmán a la presidencia de la República.
Otro momento histórico más reciente en que se logró esa conjunción favorable de factores fue en la victoria de Gilberto Serulle, en Santiago, cuando perredeístas, izquierdistas, peledeístas del grupo de Danilo Medina y gente independiente apoyaron esa candidatura a la alcaldía de la capital cibaeña. En Santiago estuvieron los principales expertos reformistas y peledeístas en trampas electorales, tratando de torcer la voluntad popular a favor de José Enrique Sued, el favorito de Leonel Fernández; pero la presencia de las masas en las calles impidió que se materializara el fraude, como lo hizo el Gobierno en otras partes del país.
Con esos ejemplos históricos queda claro que en nuestro país solo la unidad de acción de diversos sectores y la presencia de las masas en las calles pueden lograr ciertas conquistas democráticas, sociales y nacionalistas. Es lo que ha estado ocurriendo ahora: la manifestación del 16-09-2012 por la defensa de nuestros recursos naturales (loma Miranda), la marcha hacia el Congreso de la semana pasada, la extraordinaria manifestación del domingo (11-11-12) en la Puerta del Conde; las concentraciones frente a la Fundación Global de Leonel Fernández, en el área del Monumento a los Héroes de la Restauración en Santiago y otras ciudades del país,.
Ese es el camino a seguir (el de la unidad de acción y movilizaciones) para demandar la renegociación de los contratos mineros en condiciones ventajosas para el pueblo dominicano, de forma tal que se obtengan recursos suficientes para invertir en educación (el 4% o más del producto interno bruto), en salud, en la creación de puestos de trabajo para jóvenes, mujeres y hombres; en energía para eliminar los apagones, en construcción de viviendas económicas y la reconstrucción de carreteras, caminos vecinales, aceras y contenes, entre otras necesidades.
Ese es el camino que evitará contraer nuevos préstamos con el Fondo Monetario Internacional y permitirá el rechazo permanente a la creación de más impuestos, que se cargan a la mayoría de la población en los artículos de consumo masivo. Ese es el norte para enfrentar al Gobierno, los grandes empresarios, las compañías mineras multinacionales y al FMI.
El Frente Amplio y otras organizaciones democráticas deben tener suficiente audacia para actuar en cada coyuntura que se presente, hacer planteamientos políticos certeros y coordinar acciones que se salgan de la rutina.
Vale la pena recordar lo escrito por Federico Engels: “El marxismo no es un dogma, sino una guía para la acción”. La teoría política nos orienta, en general, a sintetizar e interpretar la historia universal y dominicana, pero debemos conocer detalladamente la realidad en que actuamos.
En fin, en esta y otras coyunturas debemos combinar una acertada interpretación de la teoría política general (desde Aristóteles hasta nuestros días, pasando por Carlos Marx, por supuesto), de la historia reciente dominicana y datos actualizados de la realidad que vivimos, para poder influir con éxito en el presente y futuro político en nuestro país.