Las reseñas periodísticas sobre los conflictos de género que a diarios nos presentan los medios de comunicación: los diarios digitales, los programas de radio, televisión y las redes sociales, nos permiten comprender claramente que la pandemia no sólo ha empeorado las grandes desigualdades socioeconómicas de una parte de la población, sino que también se han agravados las desigualdades de género en la sociedad dominicana.

En principio, hay que reconocer que el conflicto, al igual que la solidaridad, es algo contingente, puede o no puede suceder, en todas las relaciones sociales de género, etnias, generaciones, de clases y, que el nivel y continuidad de su ocurrencia está mediatizado por las grandes desigualdades sociales, las diferencias culturales y los cambios de las subjetividades de los actores sociales.

De manera que el conflicto de género siempre está latente en las relaciones de parejas, debido fundamentalmente a las desiguales relaciones de poder entre el hombre y la mujer y la permanencia de la tradicional cultura patriarcal. En la sociedad dominicana, es “natural” que el hombre gane más que la mujer, aun en el mismo trabajo, que los hombres sean mayorías en las representaciones políticas del Estado, los partidos y el congreso y, se permitan ciertas libertades: sexuales, ética y morales en la vida cotidiana, que son cuestionadas en la mujer.

Sin embargo, hay que reconocer que está situación está cambiando. La mujer dominicana está aumentando su participación en el mundo del trabajo, la política, la ciencia, la educación…, está luchando por la igualdad de derecho frente al hombre y, por tanto, está cambiando su cultura y subjetividades.

La mujer dominicana ha pasado de sus roles tradicionales de madre y esposa a ser también trabajadora remunerada, empresaria, política, profesional, científica, asumiendo nuevas experiencias y valores culturales que reclaman un mayor nivel de autonomía e igualdad en las relaciones de pareja.

Pero parece ser que estos cambios sociales y culturales están produciendo un aumento de la conflictividad. Según los datos elaborados por la unidad asesora de análisis económico y social (UAAES) del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD), desde el 2000, la situación conyugal de la población de 15 años y más, refleja una reducción de los casados que en el 2000 era de1, 329,816, pasó a 1, 168,275 en el 2019 y, los separados que en el 2000 promediaban 321,843, pasaron a 1, 560,245 en el 2019 (https://mepyd.gob.do/sisdom/areas-tematicas).

Pero los conflictos de género, no sólo se expresan en el aumento de los divorcios y las separaciones de las parejas, sino que también están produciendo un incremento de la violencia de género e intrafamiliar. Solo para enero del 2020, la Procuraduría General de la República informó haber recibido un total de 44,002 denuncias de violencia, donde la violencia intrafamiliar aparece con la mayor cantidad, con un total de 29,573, seguido de la violencia de género con 10,545, donde el 90% de las víctimas son mujeres http://www.oscrd.gob.do/images/Informes/OSC-IE-037-Boletin-Trimestre-3-2020).

Esto explica que los cambios sociales y culturales que ha experimentado la sociedad dominicana en las últimas décadas, han estado estructurando un mayor nivel de conflictividad en las relaciones de parejas. En ese sentido, nos permitimos destacar que con el deterioro de las condiciones materiales, la desigual relación de poder entre el hombre y la mujer, pero también por el stress, las depresiones y frustraciones en la vida cotidiana como consecuencia de la pandemia, se está produciendo un peligroso e indeseado aumento de la violencia en las relaciones de parejas.

La pandemia de la COVID-19 no sólo está profundizando el deterioro del sistema de salud, las grandes desigualdades y exclusiones sociales de un importante sector de la población dominicana, sino que también está exponiendo la persistencia y el recrudecimiento de las injustas desigualdades de género entre el hombre y la mujer.