I.- El subdesarrollo trae atraso

1.- En los países atrasados, dependientes y de escaso desarrollo económico y social, la gran mayoría de la población permanece afectada por limitaciones que incluyen alimentos, educación, salud y vivienda.

2.- Las privaciones que sufren los pobres allí donde predominan relaciones de producción precapitalistas  o semifeudales, se expresan en penurias; notoria miseria; escasez permanente y manifiesta apreturas materiales y espirituales. El subdesarrollo identifica a los países pobres,  en contraposición a la riqueza que exhiben los altamente desarrollados y ricos.

3.- La falta de desarrollo de las naciones dominadas por los intereses de la minoría nativa y los monopolios extranjeros, trae como consecuencia atraso en todos los órdenes. El  rezago nos dice que no está presente  cambio alguno porque están impedidas de avanzar las fuerzas productivas.  

4.-  El subdesarrollo es involución para cualquier pueblo y se refleja directamente  en la ignorancia impidiendo la realización de la  modificación  de las estructuras que frenan todo avance. Allí donde predominan relaciones de producción rezagadas, persiste la postergación de la felicidad del pueblo. 

5.- Mientras la situación social y política de un país pobre   se mantiene normal, su habitualidad le hace permanecer con su vida acostumbrada  de mansedumbre, en calma, en condición de absoluta tolerancia, como si nada le afectara.

II.-  Las masas dormidas, despiertan

6.- El proceder de los necesitados cambia una vez ocurre un hecho de cualquier naturaleza que les  altera su orden normal de vida. Si algo inesperado llega al ambiente, la rutina de los excluidos sociales se transforma de regular a rara. Su estado ya no será el mismo.

7.- Aquello que de manera sorpresiva vino y se convirtió en un acontecimiento que causa estupor a las masas populares, les va a generar un desconcierto que las llevará  a salir de su acostumbrada serenidad para ponerlas inquietas. Un suceso impulsa a los infelices  a dejar la permanencia a cambio de la inestabilidad.

8.-  La inmovilidad, que es la existencia corriente de los excluidos en las sociedades basadas en la desigualdad, se modifica  por una eventualidad, y hasta por una desgracia como la COVID-19, que para la humanidad se ha convertido en una siniestralidad.

9.-  Ese hecho circunstancial que es la Covid-19, además de venir a contrariar el universo, ha llevado a que los hombres y las mujeres  que en  cada país subdesarrollado son los más, a que abandonen su letargo.  Rompiendo su eterno atontamiento, las víctimas de las injusticias se han avivado.

10.- Las masas desposeídas, expoliadas y en continuo estado de enajenación, con la sangre hervida por tanta marginación, al abandonar sus guaridas y ocupar parques, calles y avenidas, han dejado ver las penurias que las han acompañado  en forma ininterrumpida.

11.- Particularmente en nuestro país, desde siempre  la pobreza ha estado ahí, siendo parte de la existencia de millones de nuestros compatriotas. Por toda la vida la menesterosidad ha  estado pegada al pueblo dominicano.

III.-  La COVID-19 levanta a los marginados sociales

12.- Esos menesterosos que ahora están ahí, a la vista de todos y de todas, son los intérpretes de la miseria que hay en la República Dominicana. Ni más ni menos; son los mismos harapientos que permanecían dispersos, hacinados, pero ahora,  luego de la COVID-19, están en la vía pública con las manos extendidas pidiendo lo que sea para comer.

13.- La COVID-19, ha hecho la función de detonante que como un potente explosivo motivó la estampida  desde  bohíos a los millones de hambrientos que ahora se dejan ver en  lugares públicos. Así  por así, el virus ha desencadenado la movilización de los marginados del país.

14.- La agitación, esa actividad que se orienta a influir en el ánimo y en la conciencia de las personas mediante denuncias encendidas, ha sido hecha por la COVID-19. Los  muertos de hambre del país se han visto bajo estado de necesidad   de comer, y se han lanzado acicateados por la mendicidad a buscar  un pan.

15.- Ni más ni menos.  Se han tirado desesperados, al galope, a conseguir comida, esos mismos pordioseros que nunca han estado en listas de famélicos, ni son tomados en cuenta en los momentos que hacen las encuestas con el fin de buscar votos para en los procesos electorales legitimar el orden establecido, el mismo ordenamiento que hace posible la pobretería endémica.

16.- Luego de estar entre nosotros la COVID-19, la marginada  población dominicana se ha hecho notoria, y porque no ha sido suficiente la tarjeta  de solidaridad para cubrir una parte de las necesidades de los desamparados, el  Gobierno Central se ha visto en la obligación de recurrir a más programas sociales, además de que políticos del sistema, estando de por medio la campaña electoral presidencial y al congreso, han utilizado la comida para serenar el hambre de una parte del pueblo hambriento.

IV.-  Después de la COVID-19, quién sabe lo que ha de llegar, aunque esperamos sea lo mejor

17.-  Después que desaparezca la COVID-19, los millones de hambrientos continuarán presentes aquí, y de seguro que ya no van a contar con limosna como tampoco recibirán la totalidad de los donativos oficialistas ni las gracias de la coyuntura comicial.

18.-  Lo que espera a los que aquí viven arrastradamente, no estando ya vigente la COVID-19,  regresarán nuevamente a sus madrigueras de antes de la pandemia a darles continuación a lo que era su pasada situación de hambrientos escondidos.

19.-  Esa es la realidad de las condiciones de vida que el  modelo económico imperante en nuestro país impone a una gran mayoría de la población, es decir, marginada permanente, relegada a estar oculta, y solamente marcharse de su recóndito cuando se encuentra bajo imperiosa necesidad de subsistir.

20.- Es difícil de aceptar que esa gran cantidad de mujeres y hombres que en el país nuestro no tienen garantía de cubrir sus necesidades más perentorias, estarán sujetos para comer a que ocurra una calamidad como la COVID-19, una fatalidad como un ciclón, o un terremoto acompañado  de otras catástrofes.

21.- El sentido común nos dice que resulta imposible que se conserve vigente un ordenamiento económico y social que mantiene excluida a la mayor parte de los integrantes de la sociedad; sin garantía de alimentos, techo, servicios de educación y salud, así como tampoco de seguridad personal ni  de bienes.

22.- El desarrollo histórico peculiar de América Latina ha introducido en sus estructuras económicas sociales el germen de contradicciones que, aunque difieren en las   distintas realidades  nacionales, y aun regionales, tienen en su conjunto una constante: la dependencia al imperio y el mantenimiento de resabios precapitalistas, sobre todo en el campo.  El desarrollo acumulado de esa contradicción ha llevado a lo que se denomina crisis de estructuras. 

23.-  El conocimiento de las leyes del desarrollo social permite vaticinar la agudización progresiva de la lucha de clases y la incorporación a ella de un número cada vez mayor de personas. Los procesos  objetivos contribuirán al auge del movimiento de la liberación nacional. 

24.- Lo que dice la práctica social y política es que de manera inexorable, más temprano que tarde, esa gran masa de dominicanos y dominicanas, que ahora viven en estado de marginalidad, se van a levantar, no por una pandemia, ciclón o  movimiento telúrico, sino porque  la dialéctica de los hechos los conducirán al enfrentamiento con sus adversarios y de seguro van a resultar vencedores y liberados para siempre.