La corrupción, propagada por la fluidez financiera global, el resquebrajamiento de los principios morales y religiosos, y la desmoralización de las fuerzas de la ley y el orden, es una destructiva pandemia. Tal como las pandemias biológicas, esta pandemia social causa millones de muertes y victimas a lo ancho y largo del planeta. La corrupción estrangula al planeta como una sífilis social. Mas, como aquella transmitida sexualmente, los anticuerpos comienzan a proliferar.
Las leyes y prácticas internacionales controlando la corrupción, al fin avanzan rápidas dinamizadas por dos poderosos potros: el control del lavado y el terrorismo internacional. La detención de funcionarios de la FIFA, así como fuera la campaña contra Pablo Escobar, o la reciente captura del Chapo de Sinaloa, envía un mensaje simple y poderoso: la corrupción como un “costo de hacer negocios” va siendo mas onerosa, porque los maletines de sus, igualmente corruptos, abogados y jueces, son cada vez mas abultados. Y los riesgos aumentan.
Como pandemia, este chancro no se limita a un solo país o región. Las empresas y las personas atrapadas en esta miasma anidan tanto en países ricos como en grupos ricos en países pobres.
Amigos, desde la India a La Florida, comentan algunas de sus modalidades mas comunes. Una gran cantidad conlleva sobornos y aceptación de gratificaciones para obtener contratos por encima de su costo real (el margen usado para pagar la jugosa mordida) o prácticas colusorias contra la competencia. A nivel mas cotidiano, me dicen el fraude—tan perjudicial como el soborno– prevalece, sobre todo en la facturación falsa. La ausencia de ingenieros bien calificados no causa que Latino América ruede sobre carreteras “caras” destruidas en la mitad del tiempo contratado. Y el daño va mucho mas allá de la “mordida.” Al restarle el 10% de la inversión, frecuentemente se pone en peligro la totalidad de la obra. Es triste cuando uno llega a inaugurar un camino y ve que su primera etapa ya ha desaparecido.
¿Y quien paga? Por supuesto, con el aumento de los costos en el transporte por desvencijadas camionetas, es el pueblo que no puede mercadear sus productos o económicamente añadir insumos, quienes no pueden llevar a sus enfermos a los desamparados hospitales, o quienes no pueden supervisar la educación de los hijos porque no hay los chelitos para vigilar a quienes enseñan, o la gastroenteritis cunde sin control. Las telarañas del poder, propagadas por quienes desprecian a su país y a su pueblo, son cada vez mas fuertes…y fatídicas.
Este insidioso problema penetra, no importa el sector o el tamaño del contrato, el fraude y la corrupción distorsionan las adquisiciones públicas y reduce el desarrollo, o sea el empleo productivo. Premia al desalmado y castiga al ciudadano integro; cuna de líderes sin alma. Por mi experiencia en el desarrollo de la micro, pequeña y mediana empresa puedo atestiguar que la corrupción es uno de las principales causas del desempleo o subempleo en nuestra América Latina. Estos negocios no tienen profundidad en su capital, y cuando le arrancan el 15 o el 10% de sus ingresos, pierden su capacidad de prosperar, crecer, y contratar mas obreros y empleados. Para la mediana empresa, cuando los organismos responsables rehúsan pagar el monto contratado (para su absorción a saber donde) ponen en peligro la existencia de la misma y sus empleos de hoy, del mañana.
Mas ahí no acaba la cosa. Cuando los empresarios o ejecutivos se ven obligados o en contubernio, a someter facturación fraudulenta crean vicios de gobernabilidad empresarial que frecuentemente encubren al empleado deshonesto, al contador “habilidoso” o al analista financiero “creativo.” Se desploma no solo la esencial productividad; se destruye el deseo de aumentarla. La manzana podrida pudre las sanas. No al éxito con el sudor de su frente, si a la francachela pagada con el dolo. La sociedad civil y las fuerzas vivas cuentan con pocos aliados en la estructura del poder (incluyendo algunos líderes en sus municipalidades y ayuntamientos, religiones y asociaciones de profesionales, muchos ya infectados) para someter a los corruptos a la justicia. ¿Podría ayudar la comunidad internacional?
Ausente la supervisión rigurosa en los proyectos sobre la totalidad—domésticos mas extranjeros– de los fondos presupuestados , y la certeza de consecuencias desagradables a manos de un poder judicial confiable, la ayuda externa tiende a convertirse en "maldición de la ayuda" –y rima con "maldición del petróleo." Los recursos no eliminan la pobreza, y cuando nutren la pandemia, la agravan. Las poblaciones mas pobres en Colombia son las petroleras, las regiones mas miserables de Guinea coexisten con las minas de bauxita, y uno de las poblaciones mas pobres del mundo es la nigeriana (mucho crecimiento por su petróleo, apabullante pobreza por su chancro). En países con gran ayuda, lease Haití, Afganistán, Iraq, Colombia, Egipto—o Centro América en el pasado–la pobreza poco ha bajado, el empleo productivo prospera lentamente. El chancro continúa contaminando.
No le pidamos aguacate a la mata de mango. La llamada "asistencia externa" frecuentemente apoya la aprobación de bases militares o sirve para influenciar decisiones cuestionables ante los intereses del país en cuestión. Esta “asistencia” repta hacia catacumbas morales; son vectores del chancro social. Muy sui generis, la asistencia de una agencia sirven para pagar los préstamos de otra …los llamados túneles financieros de Washington. Una vez mas, quien robo los fondos para pagarlas originalmente no sufre consecuencia alguna. Los donantes se cuidan mucho mas que protegen sus inversiones en los países pobres.
Mas la luz comienza a penetrar la oscuridad; la FIFA no es el único caso. Gracias a organizaciones como la Cuenta del Milenio, y otras con base en Europa, como IFAD, las evaluaciones de resultados y un seguimiento riguroso permite mejorar el control de las donaciones. El Banco Mundial ha sancionado más de 700 empresas y personas por conductas indebidas en sus proyectos. Amnistía Internacional ha causado gran impacto con su priorización, por acuso global, de “ladronazos” (vocablo alegre acuñado por el sufrido dominicano).
Los acuerdos internacionales rigurosamente establecen correspondencias transparentes limitando el rejuego de trucos contables. Aunque la gran banca internacional no simpatiza con una mayor transparencia, los “ladronazos” cada vez tienen menos “paraísos” donde ocultar o lavar su podrida riqueza—y los existentes caro cobran. La gran banca ya no puede apoyar la emisión de bonos soberanos con la desidia del pasado, emisiones de bonos incobrables, alimentando el robo público y después exigiéndole, apoyado en el poder de la Gran Banca, a las poblaciones pobres el pago de los mismos—a la Grecia. Un creciente numero de valientes embajadores y diplomáticos rehúsan dar visas o facilitar contactos políticos y económicos, a los “ladronazos” o a sus cómplices.
Por supuesto, estos pantallazos contribuyen marginalmente a la solución definitiva. Esa viene de las entrañas del pueblo. Y se logrará….como nos enseñase Machado: hacemos camino. Los pinos nuevos latinoamericanos bien lo valen.