La primera vez que vi la adaptación cinematográfica de “Los Miserables”, ese excelente legado a la humanidad que, entre otros, legó el insigne maestro de la literatura mundial Víctor Hugo, me estremeció y me hizo leer la novela, lo que resultó aún más estremecedor. No recuerdo haberlo leído, por lo menos textualmente, pero aparece en esa adaptación que vi en la televisión a principios de los años ochenta. Al ser descubierto, en su tercer o cuarto intento de fuga, Jean Valjean es empujado a una mugrienta y saturada celda. Hubo silencio. Ya se había ganado el respeto de los presos, a quienes no les extrañaba la situación de la cual eran testigos, esto por los anteriores intentos de fuga. Es cuando al volver el bullicio natural, uno de los presos le pregunta a otro algo así: Hey Louis, qué tiempo tienes aquí. A lo que respondió: cinco años. ¿Y qué hiciste? Maté un hombre. ¿Y él? ¿Quién? Él. Señalando a Valjean. Ahhh! Jean, tiene quince años. ¿Y qué hizo? Robó Pan. Sencillamente, aleccionador. El preso 24601, protagonista de esta obra maestra, escrita en el siglo XIX, fue víctima de un sistema injusto, que al parecer es muy antiguo, cuando es inflexible con los hijos de nadie y no así con los pudientes. O, dicho de otra forma, se condena al que roba una gallina, más no a quien roba la granja.

La corrupción puede ser calculada en base a varias fórmulas, entre otras la siguiente: C= M + D + I / T. Donde C= Corrupción, M= Monopolio o Centralización, D= Discrecionalidad, I= Impunidad y T= Transparencia. Se divide entre Transparencia, pues en función de que ésta sea mayor, tenderá a disminuir el efecto de las otras corrosivas variables.

La organización Transparencia Internacional, expone cada año el Índice de Corrupción (IC), que no es que un instrumento de medición que permite identificar, los niveles de corrupción por gestión y por región. Adicionalmente, permite distinguir las variaciones en los niveles de corrupción de acuerdo con las características demográficas, sociales y económicas de la población. Con una escala que va de 1 a 100, en dónde un menor valor implica bajos niveles de corrupción.

Las técnicas de mediciones se basan en un estudio de un número determinado de gestiones, consideradas como las de mayor uso por parte de los ciudadanos y se recolecta información de aquellos casos en donde los encuestados hicieron pagos indebidos. Los datos por recolectar deben incluir los montos pagados en cada caso y la frecuencia con que se efectuaron los pagos ilícitos durante un periodo. Con esta información es posible calcular la incidencia de los pagos indebidos por gestión y los montos globales involucrados en los actos de corrupción.

La fórmula utilizada para calcular el Índice de Corrupción por Gestión consiste en dividir el número de veces que en una gestión hubo corrupción entre el número de veces que se realizó una gestión, multiplicado por cien, para fines de establecer un promedio porcentual.

En cuanto al índice general por cantidad de gestiones, se calcula tomando el número de veces que en las que en número determinado de gestiones hubo corrupción dividido entre el número de veces que se realizaron las gestiones, multiplicado por cien, para como en el caso anterior, mostrar un promedio porcentual.

La conjunción de actos corruptos como la distorsión de incentivos, desvíos de recursos y los gastos para impedir la detección, genera la irremediable disminución del bienestar social, es a lo que el Prof. Federico Weinschelbaum, Phd en Economía de UCLA y Profesor y Director del Departamento de Economía de la Universidad de San Andrés, en Argentina, llamó el “Triángulo de la Corrupción.”

Tal y como hemos especificado en los artículos anteriores, el Prof. Weinschelbaum agrega que es vital para la democracia combatir la corrupción, pero ésta es una situación muy particular, pues “varía mucho dependiendo del nivel de corrupción que existe en la sociedad. En sociedades como la nuestra, donde los actos de corrupción están generalizados hace ya mucho tiempo, muchas veces la corrupción es considerada una práctica habitual “imposible” de resolver, e incluso no es condenada socialmente”. Indica que una lucha mitigadora real debe ser iniciada en la conciencia de la sociedad, es decir que se entienda que: “a) lo perjudicial que ésta es para el funcionamiento de la sociedad y b) que es posible hacerlo”. Si se reduce la capacidad para combatir el crimen o sus acciones mitigadoras son poco eficientes, entonces se induce, por lo que “en economías donde existe más corrupción esperamos encontrar mayor criminalidad.”

Una de las características de la corrupción es que muta con facilidad y “muchas veces se trata de atacar con medidas de política a una forma en particular, sin embargo, muy rápidamente los actores se acomodan a las nuevas políticas y surgen nuevas formas de prácticas corruptas. Por eso es importante entender el fenómeno general de la corrupción y atacarlo de manera sistemática en lugar de con medidas aisladas.”

Esto último nos hace reiterar que los enfoques de acciones sistemáticas reales a aplicar no se deben concentrar solo al sector público, es para toda la sociedad. Continuando con el Prof. Weinschelbaum, este dice que para que la corrupción se posible es necesario que converjan tres individuos: “un principal, un agente y un corruptor o, como lo llamo en mi tesis, un principal oculto.  La corrupción existe cuando el agente recibe un soborno (monetario o de otro tipo) del principal oculto con el objeto de beneficiar los intereses del principal oculto a expensas de los intereses del principal para quien el agente trabaja “nominalmente.”

En la actualidad, uno se los temas de preocupación para empresarios probos es el del riesgo de vinculación de un cliente o suplidor en un caso de corrupción. Problemas como éste puede generar un efecto de contagio negativo en las organizaciones. Para mitigar sugerimos implementar una debida diligencia para conocer a sus clientes y proveedores adecuada, basada en riesgo. Sugerimos utilizar la “Guía para Conocer al Beneficiario Final” del GAFI, el “Manual Anti Corrupción para las Empresas” de la OCDE, Banco Mundial y ONUCDD, así como los modelos de gestión empresarial de la organización negocios responsables y seguros. A todo esto, deben realizar las debida diligencia simplificada o ampliada, según indique la exposición al riesgo.

Continuaremos con las implicaciones políticas de la corrupción y sus mitigantes.