Entender el Choros en el contexto del teatro ritual, significa entender también el fundamento mismo de la teatralidad. Lo que aparece como un primer momento de la etno-ritualidad y de la oralidad teatral es la imagen del pueblo o de la comunidad y el hablar colectivo como condición de lo verbal-expresivo. Ambos niveles de interpretación de la ritualidad involucran un contrato, donde lo que se interpreta es la gestualidad y la coralidad cultural en Grecia, África, la India, la América indígena y otros espacios corales, teatrales y dancísticos insulares y continentales.
Cuando el héroe trágico inicia su movimiento (en Esquilo, Calderón, Kalidassa, Jodelle, Racine, Shakespeare, Marlowe), lo que se produce como actuación es la significancia del gesto y la palabra (Leroi-Gourhan, M. Jousse), artizados ambos por el ritmo, el rito del cuerpo y de la voz. Lo que produce un resplandor verbal y corporal es la aparición como movimiento y proyección energetizada por la mirada, del gesto y el logos.
En efecto, aquí funciona lo que hemos llamado la coralidad teatral. Este concepto es una función orgánico-mítica y antropológica, justificada por las acciones del coro-pueblo-sujeto en la tragedia, la comedia o el drama comunal en el campo, en la ciudad y en el imaginario cultural que impulsa la condición del actor en el teatro. Pues lo que su función estética moviliza es la revelación de un propósito que marca las instancias activadoras del relato-diálogo teatral.
Debemos destacar que en los orígenes mismos del teatro, el coro no era una convención ordinaria, pues el mismo conforma el predicamento, la justificación y el marco efectivo de la teatralidad viviente. Las actitudes del coro constituyen la coralidad, el habla-hablar del actor colectivo llamado pueblo, el eco accional que determina el contenido trágico y la destrucción del cuerpo, el contenido cómico o el contenido dramático de las acciones teatrales. Estas posibilidades de la instancia teatral colectiva, concretizan la fluencia teatral que marca el ritmo en la actuación, la dramaturgia y la dirección.
Las fases constitutivas de todo teatro que funcione en el contexto de sus formas o fórmulas originarias, hacen posible un marco de representación donde como en Artaud, Brecht, Dario Fo, Müller o Peter Weiss, los personajes individuales o colectivos sostienen un registro expresivo polifónico, sinfónico, musical de la obra, siendo así que todo componente formal o temático asegura la cohesión vocal, gestual y escénica.
La condición circular, ascendente, descendente o variable del coro, remite al coro-colectividad de la cultura y, lo que es más, a la coralidad cultural socializada mediante los símbolos, signos y señales de la cultura. En este sentido, los rituales de Balí, el Tibet clásico y la India, pero además, los rituales amerindios sacrificiales y celebratorios, conjugan la coralidad, el acto representacional y simbólico instruido por el código vocal y los diversos códigos corporales.
Se trata entonces de las voces de la imaginación colectiva según Francois Laplantine (1977) y Alexis Nouss(2007) y el movimiento centralizado por la intencionalidad del actor individual y colectivo. Se trata de la direccionalidad particularizada de la vocalidad musical y teatral unificada como lenguaje y conjunto discursivo. (Ver Mestizajes. De Arcimboldo a zombi, Eds. Fondo de Cultura Económica, México, 2007).
Entendemos entonces que en la ópera barroca y en el drama romántico, en la música de Bach, Haendel y Beethoven, la coralidad es un acto ceremonial y corpoteatral. En los cualificadores representacionales de la acción, coral encontramos el discurso originario, los “gritos del cuerpo” y de la voz.
Descubrimos que en los cantares mayas y aztecas y en los cantares, himnos y rituales andinos, la colaridad teatral funciona como canto, movimiento, representabilidad, discursividad monofónica y discursividad polifónica. Los modelos de proyección polivocales acentúan siempre un centro de cohesión temática junto al “decir” de cada personaje, reconocido como camino desde, y, hacia el lenguaje, el empuje del acto corpo-representacional y diacrónico-vocal.
Los atributos de la coralidad teatral serán entonces los siguientes:
- Acción teatral centrípeta
- Acción teatral centrífuga
- Apoyo vocal instruido
- Apoyo vocal direccional
- Gestualidad solemne
- Gestualidad invocatoria
- Polivocalidad del decir orientado
- Aparición estática
- Aparición dinámica
- Centralidad danzaria
- Dinamismo organizador del gesto y la palabra
- Forma-sentido de la interpretación vocal
- Construcción del tempo en la interpretación corpoteatral
- Estetización de la palabra teatral
- Estetización del movimiento escénico
Estos atributos de la coralidad teatral, admiten otros complementos dramatúrgicos de la productividad vocal y gestual. Donde el movimiento y la voz cifran el espacio escénico o espacio de representación donde ocurre el acto fundacional de la actuación, pero también ocurre la construcción de la fabula-mito y el orden simbólico de la gestualidad y el espacio.
La escena que traduce la coralidad teatral es la historia misma del lenguaje y el texto en su funcionamiento cultural y artístico. ¿Escena del lenguaje o lenguaje de la escena? ¿Lenguaje conjetural o conjetura del lenguaje? ¿Lenguaje de la ritualidad o ritualidad del lenguaje? Se trata de una antropología escénico-cultural ligada a voces y cuerpos que adopta como derecho la libertad de creación.
Cuando la interpretación de un gesto mítico y de un relato mítico involucra todo un tramado de la cualidad artística, fundada en la interpretación de los mensajes ocultos o místicos traducidos por la ceremonia de las acciones culturales, el yo y el ello implican la dirección antropológica de las acciones sociales. Así, el acto sacrificial en la Africanía, la Hispanía y la Americanía, impone la coralidad como fórmula clave y mecanismo de evolución-involución representacional.
Lo que el sujeto o actor de la coralidad teatral busca es, generalmente, “la cosa” artizada en la representación, el recurso visual, temático y funcional de la ritualidad teatral. Coralidad teatral y ritualidad son nociones cuasi-sinónimas, pues ambas involucran espacio, gesto, voz y mensaje como elementos de la conversión simbólica de la imaginación artística y principalmente teatral.
Algunos teóricos, visionarios y estudiosos del teatro (Artaud, Brecht, P. A. Touchard, Grotowski, de Marinis, Barba, A. Ubersfeld y Benjamin), admiten que el marco accional de la teatralidad es la escena de la historia como inscripción del drama y el vínculo marcado por la presentificación del signo o los “signos de la representación teatral”. El argumento espectacular se desarrolla mediante las convenciones de escritura, enclave dramatúrgico y participación de los personajes-funciones en la temporalidad escénica, activada por la actuación y entendida a la vez como significación polimodal expresiva.
Tanto el conjunto viviente de la escena, como su motivación, in acto, pronuncia cada clave, cada unidad vocálica y gestual para, en el contexto elegido de situación, unificar la fórmula, el movimiento, la actitud, la clave transformativa que materializa la imagen viviente de la teatralidad.
De esta manera, la imagen viviente transmite la condición de los signos, símbolos y señales de la coralidad en el teatro. Lo que confirma la acción celebratoria, solemne, ritual y textual del espectáculo teatral. El pronunciamiento como estructura-función del orden espectacular es su propia cualidad: la cohesión significativa de los elementos propios del acto corpoteatral y textovocal. El choro (coro)es la suma de voces eufónicas y rítmicas que representan la comunidad.
¿Mediante cuáles ejes se expresa entonces la coralidad teatral? Tenemos que, en el proceso de formación del lenguaje teatral, la instancia dramatúrgica, la instancia actoral y la instancia de dirección se ajustan a partir de los ejes siguientes:
- Eje vocal
- Eje accional
- Eje textual
- Eje de forma
- Eje de significación
- Eje espacial-escenográfico
- Eje kinésico o gestual
- Eje de entrada
- Eje de salida
- Eje estructural de comienzo
- Eje estructural de desarrollo
- Eje estructural de cierre o final
- Eje sintagmático de la acción
- Eje paradigmático de la acción
- Eje de movimiento
Un eje es un componente estructural y funcional que constituye una determinada instancia dramatúrgica, escénica, actoral y direccional. El eje es, por lo tanto, y en el teatro, un constituyente de base en el pronunciamiento de la teatralidad.
Analizar, interpretar y comprender la ritualidad en el teatro a partir de ejes, instancias o atributos, nos conduce a entender la coralidad teatral como función originaria del espectáculo teatral y a la vez como fundamento estético y antropológico. El eje de la textualidad ritual materializa las acciones conformativas del orden teatral en sus variadas funciones tópicas y combinatorias.
La coralidad advertida en las diversas tradiciones teatrales, griega, romana, medieval, renacentista o moderna, transmite como nivel de desarrollo contenidos, funciones, propiedades y fórmulas aquello que activa el acto teatral como fundación artística y espectacular; lo que permite entender en este sentido la acción direccional, dramatúrgica y actoral en tanto que conjunto significante, instruido en una fórmula, una clave o un eje de construcción y manifestación de la teatralidad.
Advertimos, finalmente, que en Esquilo, Sófocles, Eurípides, Aristófanes, Plauto, Terencio, los Misterios, Moralidades y creaciones escénicas medievales, así como en el teatro isabelino, Lessing, Artaud, Brecht, Peter Weiss, la farsa trágica del teatro del absurdo y otras formaciones teatrales ultramodernas, la coralidad teatral es un núcleo de base para reconocer la tradición y la ruptura del arte teatral.