Uno de los vehículos que conduce la construcción de la realidad es el lenguaje en todas sus formas, a través de la comunicación se establecen una serie de condicionantes que configuran la cotidianidad social. En la República Dominicana, las élites políticas tienen una extraordinaria capacidad para colocar mediáticamente la agenda de temas que la prensa nacional debe tocar.

La sociedad dominicana está sujeta a una serie de mecanismos hipnotizadores; a la manipulación y direccionalización de los deseos, el consumo, el entretenimiento; la masificación de las emociones; la utilización del relato como legitimador y movilizador social; y a la velocidad y el volumen de informaciones que circulan en las redes sociales en un contexto de predominio de la posverdad, las “fake news” y los algoritmos. El problema de todo esto surge cuando no somos conscientes de lo que enmascaran de manera intencionada las informaciones que mediáticamente consume la población.

Los medios de comunicación, el sistema educativo, los intelectuales al servicio del poder, los periodistas y el discurso político han tenido el rol primordial en la transmisión de los temas de la agenda política y el relato “oficial” en cada momento histórico. A lo largo de la historia dominicana la presencia de medios y mecanismos para reproducir los valores y símbolos de dominación han sido fundamentales para el reciclaje del poder político y económico.

Así como ocurrió a partir de 1865, cuando una serie de pensadores y “hombres públicos” trazaron los ejes fundamentales sobre los cuales se debía cimentar la “reconstrución de la República” y la agenda liberal; colocaron en la prensa escrita de la época los diferentes temas que se debían abordar y debatir: establecimiento de la paz, orden y el trabajo, fomento a la inmigración, precariedad de las vías de comunicación, falta de capitales para la agricultura y el establecimiento de la “civilización y el progreso”.

La estrategia de dominio comunicacional y de exaltación de las figuras dictatoriales de Ulises Heureaux (1886-1899) y Rafael L. Trujillo (1930-1961), a través del sistema educativo, la prensa escrita, el relato histórico, las campañas de difusión y control social, la colocación de símbolos y la utilización de los “nuevos” medios de comunicación de la época de cada dictador: el telégrafo, el teléfono, la radio y la televisión; pudieron reproducir sus intereses utilizando estos recursos.

La construcción de verdades, las epopeyas, la heroicidad, la glorificación de hechos y acontecimientos, la agenda de temas colocados en los medios de comunicación, el trasfondo de la documentación oficial son parte de las herramientas que constituyen la reproducción de ideas, símbolos, valores y pensamientos que perpetúan un estatus quo determinado en función de los intereses de un grupo social que domina.

En la actualidad, los organismos multilaterales confirman la hegemonía comunicacional que existe en el país, en un “análisis del desarrollo mediático en la Rep. Dom.” preparado por el Programa Internacional para el Desarrollo de la Comunicación de la UNESCO, revela que existen monopolios empresariales en complicidad con algunos dirigentes políticos; sólo tres grupos empresariales poseen alrededor del 30% de los medios de comunicación, el 48% de la audiencia y el 55.4% de la lectoría impresa a nivel nacional. Quienes dominan y controlan los medios de comunicación colocan en la población los temas de la agenda política, son los que manipulan, ocultan, distraen y distorsionan deliberadamente la realidad; crean y modelan opinión pública e influyen en las actitudes de los grupos sociales para reproducir su perpetuidad.

Una vez terminada la campaña mediática de la lucha interna entre el danilismo y el leonelismo en el Congreso Nacional para evitar la reforma a la constitución y evitar la reelección del presidente Medina, los diseñadores de la realidad han colocado nuevos temas mediáticos (como habilitación del presidente Danilo Medina para las elecciones del 2014) con la intensión de distraer a la población de los temas fundamentales: los actos de corrupción de los funcionarios involucrados en el caso Odebrecht; la violencia de género, la inseguridad ciudadana, los niveles alarmantes de pobreza; el desempleo, el enorme endeudamiento público que consume más de la mitad del producto interno bruto, las políticas públicas para la salud pública, el mejoramiento del sistema educativo, el acceso a la vivienda, el fomento de la pequeña y mediana empresa, el narcotráfico, etc.

Los que gobiernan son expertos en la manipulación de la información y en la estrategia de colocar en "boca de todos" sus intereses, emplean un diseño comunicacional colectivo para mantener estructuras de dominación. Debemos apostar a la democrarización, la pluralidad e independencia de los medio de comunicación; tenemos que ser cuidadosos y tener la capacidad de cedacear, filtrar y consumir con conciencia las informaciones, temas y relatos que nos colocan ante nuestras pantallas.