Cuando los primeros escritos de Hegel empezaron a circular y a ser conocidos en Europa, se impuso la lectura obligada y necesaria desde la vertiente dialéctica del arte, de la filosofía de la historia, de la poética y la cultura del mundo histórico. La estética hegeliana fue una vertiente de la historia del espíritu, el pensar sensible, las formas artísticas y de aquellos principios que hacen posible lo artístico en la sociedad y las edades históricas.
En su “didahé” estética o “introducción”, Hegel ponía las bases para entender el arte, lo artístico y lo sensible de la creación junto a la realidad y el espíritu. El ente conformador del arte había que buscarlo en lo visible de la historia y lo sensible del pensamiento. El objeto de toda investigación del arte implicaba el conocimiento de los principios fundamentales de la creación artística, en el marco de una dialéctica de la cultura, de un espíritu universal y de un ideal de las formas históricas que han hecho posible las principales invenciones o creaciones artísticas.
La preceptiva estética y artística “dictada” por Hegel en su Poética y en su obra De lo bello y sus formas, se reconoce mediante la intención de una conceptualización y una explicación del fenómeno artístico y literario, a partir de lo que ha sido la reflexión en torno a la estética y lo “estético” en la perspectiva de una fenomenología del espíritu y de la historia del arte.(Véase G.W.F. Hegel: Filosofía del arte o Estética (verano de 1826), Ed. ABADA, Madrid, 2006(2015).
Tal y como ya lo mostrado toda una visión comprensiva y filológica del fenómeno dialéctico (fundada en la relación tesis-antítesis-síntesis), la concepción del mundo sensible adquiere valor y significación gnoseológica en la conocida Fenomenología del Espíritu, obra donde podemos observar, intuir y reconocer que la reflexión sobre mundo sensible hegeliana se inscribe en una investigación en torno al espíritu filosófico que forma parte del espíritu absoluto. Toda vez que la teoría y la investigación de las formas sensibles cobra su sentido en la idea de una concepción idealista de la subjetividad y una visión intensiva de la idealidad.
Las categorías estéticas hegelianas se logran entender y comprender en el contexto de la historia de las ideas, cuando precisamente el joven Marx produce la necesaria crítica del sistema hegeliano y analiza los escritos de juventud y los poemas que este logró escribir a favor del espíritu de la nación alemana, así como sobre la filosofía de la historia del derecho donde encontramos también los principales argumentos que van a constituir la crítica de los fundamentos de la historia universal y sus cardinales, a partir de la relación entre sujeto filosófico, sociedad y cultura.
En las críticas del joven Marx encontramos el encuadre y la visión dialéctica de un “monumento de saber” que se desarrollaba en la contradicción y en la ley de la negación de la negación. Se podría decir que en los estudios de la dialéctica de la historia y de la cultura, Marx descubrió el principal movimiento de la concepción hegeliana del mundo, principalmente en la crítica de las visiones que predominaron hasta el siglo XIX en cuanto a pensamiento filosófico, estético y fenomenológico.
A partir de la crítica llevada a cabo por Marx, otros filósofos de la historia del arte, la cultura y la sociedad, empezaron a investigar las posiciones educativas, económicas, lógicas, estéticas, históricas y artísticas de lo que fue la reflexión hegeliana, esto es, los Lineamientos básicos de la filosofía del derecho de 1821, su instruccional y monumental Enciclopedia de las ciencias filosóficas, las conocidas lecciones sobre Filosofía de la historia, su Estética y su Filosofía de la religión.
Filósofos como Benjamín, Adorno, Gadamer, Heidegger, Cassirer y otros, conformaron reflexiones sobre el pensamiento estético y fenomenológico hegeliano (como por ejemplo Husserl, Jaspers, Merleau Ponty, Sartre, Ortega y Gasset), contribuyendo a un posible proceso comprensivo de la concepción estética y filosófica hegeliana en el contexto de estudio e investigación del pensamiento del siglo XIX y XX, en las circunstancias de saber y poder mediante las cuales se venía constituyendo la modernidad.