La democracia se caracteriza, entre otros elementos, por el libre  ejercicio de las contradicciones. Los comunicadores y comentaristas de los medios de comunicación deben tener absoluta libertad para manifestar sus ideas, siempre que estas no traspasen el marco de la ley.

Luis  Abinader, como candidato que se advierte ganador, ha sido objeto de duras críticas por comunicadores que tiene obvia simpatía por otro postulante. Esto no debe irritar y no irritará al candidato del PRM. Su formación democrática y concepción del ejercicio político  no le dejan opción, sino respetar el derecho de los demás.

Sin embargo, en esta campaña, algunos de sus contradictores si no pasaron el límite de la ley, sí  lo hicieron con el de la sensatez y el absurdo. Veamos: Luis se pasa toda la campaña haciendo propuestas para impulsar la economía y modernizar el Estado y el mismo día que formula su último paquete de propuestas un comunicador le echa en cara que su campaña se sustenta en la frase “SE VAN”; insiste en una propuesta para modificar de raíz la estructura del ministerio público sugiriendo que su máximo incumbente sea nombrado por un órgano ajeno al Poder Ejecutivo y los analistas políticos responden  que la matrícula de la Universidad O&M está muy cara; diseña un revolucionario plan para la seguridad ciudadana que debió ser debatido y enriquecido por los expertos y conocidos por los comunicadores, y la respuestas de estos es tan banal como respecto a los temas anteriores.

Frente a un ambicioso plan de gobierno que, de aplicarse transformaría la sociedad dominicana en varios aspectos, la reacción ha sido: sembrar dudas sobre la enfermedad de la familia Abinader Arbaje; que un director de un distrito municipal está siendo perseguido judicialmente por asuntos de drogas; que por qué  Luis se curó tan rápido del coronavirus, etc. Insisto en que debe respetarse la libre manifestación de las ideas, pero subir el nivel de la discusión no nos hará daño.