¿A qué atribuimos nuestra incapacidad como sociedad de reducir los actuales niveles de corrupción?
El estudio titulado Lacking Information or Condoning Corruption (Winters & Weitz-Shapiro 2013) presenta dos posibles explicaciones que giran en torno al apoyo que ofrecen los electores a sus candidatos.
La primera hipótesis, es aquella que tiene que ver con los niveles de información que manejan los votantes. Sencillamente, no podemos condenar ni luchar contra lo que desconocemos.
La segunda, el tradeoff hypothesis o hipótesis del costo de oportunidad, se refiere al intercambio que podrían implicar tales actos de corrupción. Apela a la complicidad. Traducido al español, si no voto por él o ella, dejo de beneficiarme.
¿Cuáles fueron los resultados de ese estudio? Para una muestra de votantes brasileños, los autores exponen como, aun en países con un historial de clientelismo político y excesivos niveles de tolerancia ante actos de corrupción, los electores que manejan cierta información de corrupción asociada a candidatos particulares, tienden a castigarlos en el centro de votación.
Más interesante aun, los resultados presentan una excepción a la regla. Los miembros de la muestra pertenecientes a un estatus socioeconómico elevado, proveen respuestas consistentes con la hipótesis del intercambio.
El pasado 05 de noviembre, un número importante de empresarios dominicanos asistió al almuerzo que, bajo la coordinación del llamado Grupo Estratégico Empresarial (GEE), sostuvo el ex-Presidente Leonel Fernández.
Con un costo de USD 1,000/entrada, es justo decir que quienes asistieron al almuerzo no sólo iban “a escuchar la propuesta de un candidato,” sino a contribuir con su pre-campaña.
“Esa es la democracia,” decían los empresarios ante la crítica de miembros de la prensa por haber concurrido al evento. “Tenemos derecho a escuchar la propuesta de todos y todas los que conformen parte de la oferta electoral.”
Un derecho legítimo, de eso no me cabe duda. Alegar, sin embargo, “desconocer la ‘propuesta’” del tres veces Presidente, habla más de quienes asistieron al evento que de el mismo anfitrión.
Cualquier noción de moral mínimamente aceptable debería llevarnos a excluir al ex-mandatario de la vida política y social en la República Dominicana. Las transformaciones que como país necesitamos no sólo implicarán un cambio en el ejercicio de la política por parte de los políticos, sino también un cambio de comportamiento por parte de los empresarios frente a la política. Si los empresarios quieren un futuro dotado de mejores gobiernos, deberían actuar acorde a esos deseos de cambio, no buscar revivir el pasado que tanto daño nos ha causado.