Constituye un grito generalizado escuchar de boca de los ciudadanos dominicanos decir que han sido víctimas de la clonación de su tarjeta de crédito o debito, de todo lo cual se desprende que los afectados deban cumplir un tedioso y burocrático procedimiento para reportar la timación.

Naturalmente, luego de hacer una fila larguísima, muchas veces bajo sol o agua, ya que después del Coronavirus, el mecanismo previo para accesar a los bancos es esperar un turno que por lo general se hace a la intemperie bajo la inclemencia del tiempo.

Pero bien. Al margen de haber recibido en mi consulta de abogado, un sinnúmero de personas que acuden a nuestra oficina a reportarnos su caso, -por lo cual deducimos la magnitud-, con fines de que les aconsejemos sobre la mejor forma de recuperar y resolver sus situaciones, resulta que ahora en carne propia hemos corrido la misma suerte que el concierto de ciudadanos que ha sido víctima de ese modelo de atraco con apariencia de seda, o de otra forma, sin meterte las manos a los bolsillos, ni a punta de pistola o escalamiento, se te carga a tu tarjeta consumo que tú ni conoce los establecimientos, y en muchos casos, hasta del exterior.

Es por lo tanto, que un estado de impotencia se adueña de los agraviados, y lo digo por mi, somos invadidos por una nebulosa imaginaria de que también podría ser un delito de cuello blanco o que tenga enclaves internos de las entidades, ya que, en especial, mi caso a pesar que lo reportamos, y que el propio banco por vía del área de servicio a clientes, nos imprimió un listado que daba cuenta las fechas, los montos y los establecimientos en que muestra las supuestas y falsas transacciones. Es decir, que las entidades bancarias muy bien pudieran tener fuentes seguras de que las transacciones son vulgares montajes que a todas luces huelen a mafias.

El asunto no se queda solamente en la peripecia burocrática. De todo eso también resulta , como complemento, que luego de llenar todos los papeles de reclamación te informan que si procede la devolución será en unos 45 días. Es decir, que si ese dinero tuyo, que ha sido timado electronicamente, si se tenía, por ejemplo, separado para pagar tu propia tarjeta, esa situacion te genera automáticamente un descuadre, y por desprendimiento, moras, perdida del crédito moral y otras serie de trastornos financieros de carácter mayúsculo.

En el caso concreto, en fecha 25 de junio del presente año, acudí a la representación de Banreservas, filial Bonao, con su sede en la calle Duarte, esquina Altagracia, para hacer el reclamo de la " clonación" de mi tarjeta de débito, -habiendo pasado el viacrucis que más arriba dijimos se pasa-, hicimos el reporte.

Resulta que fue sometido a la evaluación correspondiente. Pero la sorpresa fue que nos informan que a los 45 días, -dias antes o después-, que se pudiera asegurar si te lo devuelven o no. Sin embargo, luego de esperar mi turno, hace pocos días, que al apersonarnos, y preguntar sobre el destino de mi reclamación en este caso a Banreservas filial Bonao, resulta que hace pocos días, se nos informa que fue denegada nuestra reclamación, bajo el argumento que las transacciones hechas por la modalidad APPLE.com/BILL, en fecha 1/7/2021, los cuales fueron realizadas en una aplicación de " entretenimiento" . No presentan indicios de fraude.

En el hecho , el banco achaca que " pudo ser que un hijito o nieto, en fin, un niño chateando hizo impensablemente la transacción. A todo lo cual le dije, que no tengo hijos chiquitos y que mis nietos; uno de 5 y otra de 7 años, no viven conmigo, que cuando vienen a nuestra casa, disponen de sus propios equipos electrónicos para jugar.

Pues nada. Entre argumentos y argumentos, incluso jurídicos, me entregan el documento citado, y nada, el funcionario como si se hubiese tratado de que simplemente se había tragado un tiburón muerto sin eruptar, nos dijo; el banco ni la Superintendencia se hacen compromisarios de acreditar, o lo mismo, devolverle su dinero por haber sido producto de una transacción hecha por unos de sus nietos o a quien usted, probablemente le prestó su celular.

Sinceramente, ahí tuve que hacer el ejercicio de bajarme el calentamiento del cerebro, que establece contar hasta 10 varias veces para calmarse. Y ya lograda la calma, sólo atiné a decirle que me resultaba un plan perfecto de la oligarquía voraz de estafar los tarjehabientes. Y que mi caso como una muestra, si se sumaran los cientos de miles de ciudadanos a que se les hurtan sus ingresos, la suma total sería exponencial. Y que se supone que dichos dineros, deberán siempre estar blindados y asegurados por un sistema que corre por su responsabilidad garantizar su resguardo,. Y también le externamos que lamentablemente que de ellos mismos se tiene la creencia que son sospechosos o por lo menos responsables de la mercancía dinero que se pone en sus manos como entidades bancarias, de cuyos flujos, como quiera ellos se quedan con la mejor tajada. Y cierro, como le dijo a una amiga de mis hijas al atracador que le rebató su cartera: "Gracias señor ladrón", pero cuando le preguntamos sobre su razón que tuvo para dar las gracias, dijo, me atracó, pero por lo menos me dejó la vida. Y yo digo igual, pero con una enmienda, gracias por hacerme entender que existen atracos con guantes de sedas. Y este lo es, o por lo menos quiere o aparenta serlo.