Si en realidad la educación es el camino más seguro hacia el futuro, tal vez estemos empezando a caminarlo con la Tanda Extendida en las escuelas públicas y las Instancias Infantiles. Por eso no pongamos  fechas  a los resultados. Sus frutos no se verán en un par de años, porque las siembras de corto plazo terminan con la llegada de cada estación.

Si alguien cree todavía que en un lustro o una década, la educación transformará radicalmente a un país con la deuda en esa área acumulada que tenemos, está perdido. Es importante que la sociedad endose todo esfuerzo encaminado a allanar la difícil trayectoria hacia el porvenir. Negarle apoyo a esos programas tampoco me parece justo con cientos de miles de familias que  tienen en ellos una oportunidad que nunca tuvieron o talvez no tengan.  Además, cada día perdido solo ayudará a perpetuar nuestra ignorancia y, por ende, nuestro atraso.

Todos sabemos que una mala nutrición y un mal aprendizaje, con horarios recortados en las escuelas, no nos proveerá de la inteligencia que necesitaremos para encarar los desafíos del futuro. Y los programas emprendidos bajo el paraguas del 4% del PIB a la educación pre-universitaria tienden a crear fuentes de conocimiento útiles para el mañana.

El mejoramiento de los planes en el área educativa no depende solamente de un gobierno. Es una tarea común que debemos abordar en conjunto, a despecho de las diferencias de matices en los enfoques. Si no alcanzamos a igualar la calidad de la educación pública con la privada, en el corto plazo la desigualdad social será aún mayor de la que suponemos, porque las mejores oportunidades continuarán siendo para aquellos privilegiados que pudieron recibir una mejor educación de paga. La brecha será más ancha y eso  impedirá que avancemos dejándonos a merced de alucinados que cautivarán a las masas ignorantes con falsos sueños de redención.