El alcalde de Santiago de los Caballeros, Abel Martínez, anunció hace poco que la Hidalga está a nivel de las ciudades modernas en materia de reciclado de desechos. El sabueso del PES, “ni tonto ni perezoso”, salió al trote a celebrar el salto a la modernidad, a sabiendas de que es una modernidad mediática.
En efecto, es imposible que el gobierno de una demarcación modernice o propicie el desarrollo en tratamiento de desechos dejando fuera los actores principales. El Ayuntamiento, en componenda con una empresa que se dice recicladora saca del vertedero a la Asociación de Recicladores de Rafey, su práctica los declara como anti recicladores.
La sabiduría popular reza, “De fuera vendrán, que de casa nos echaran”, es un decir que viene como anillo al dedo en el caso de los Recicladores de Rafey. Según el acuerdo del ayuntamiento con la empresa Cilpen Global, esta última se compromete a emplear los recicladores que operan en el lugar desde hace decenas de años. La cláusula contractual es un subterfugio mediático según establecen los propios recicladores.
En verdad, varios de los integrantes de la Asociación de Recicladores de Rafey tienen orden judicial de alejamiento, no pueden pasar por el frente de la empresa foránea. ¿Por qué se produce una sentencia de alejamiento? Está clarito, Cilpen Global los acusa de ser sediciosos y afectar los intereses de la empresa. En sí, los recicladores sólo se han limitado a exigir su derecho a permanecer en el Ecoparque haciendo lo que ellos mismos iniciaron.
Se recuerda, que en la pasada gestión de José Enrique Sued se desarrolló un amplio programa de transformación del vertedero de Rafey. La cooperación japonesa, JAICA, la Xunta de Galicia y varias ONG participaron del proceso.
¿Dejaran esas ONG, los japoneses y la Xunta que su inversión continúe a la deriva por la voluntad de un alcalde que no cree en los actores locales?
El panorama pinta diferente en Santo Domingo. La empresa Lajun Corporation es recurrente provocando conflictos entre ellos, las autoridades y los recicladores en el vertedero de Duquesa. El Ministerio de Medio Ambiente y la Mancomunidad de los Ayuntamientos del Gran Santo Domingo decidieron rescindir de manera definitiva el contrato de gestión de manejo de desechos con esa empresa.
La decisión de suspensión del contrato se produce luego de que Lajun Corporation dispusiera la reducción de horarios y cancelaciones de servicios a varios Ayuntamientos. Los cabildos afectados fueron, Santo Domingo Oeste, Los Alcarrizos y Pantojas. El ministro Francisco Domingo Brito, junto a René Polanco, presidente de la MGSD, representantes de FEDOMU, y Dominicana Limpia, acordaron romper el diálogo con Lajun Corporation. Para suplir el espacio de la empresa se decidió crear una organización no gubernamental, sin fines de lucro, para administrar y gestionar los residuos del Gran Santo Domingo.
La disposición de las autoridades de Medio Ambiente y los Ayuntamientos del Gran Santo Domingo, deja ver su intención de proteger los recicladores de Duquesa. Sin embargo, con ello los alcaldes y el ministro Domínguez Brito, obran en favor de la salud y los intereses de las propias comunidades.
Domínguez Brito fue enfático al decir, “Por las buenas o por las malas eso va estar abierto y habrá toda la autoridad requerida para que no se ponga en peligro la salud de la gente”.
El alcalde del Distrito Nacional cree que este país está muy atrasado en materia de manejo de desechos. “El país más atrasado en toda América Latina completa en cuanto al destino final de sus desechos sólidos es República Dominicana”, afirmo el alcalde David Collado.
Contrario piensa su homólogo, el alcalde de Santiago de los Caballeros Abel Martínez Durán. El cree que Santiago es la excepción en la regla nacional. Parece ser, que Abel tendrá que lavar sus ojos con colirio para ver y afinar sus oídos para oír y así enderezar su entendimiento. El alcalde Martínez debe entender que no es posible el desarrollo sin involucrar los actores endógenos. Así también es la limpieza, ninguna casa puede estar limpia si sus habitantes son sucios, o si no se comprometen en garantizar la higiene en su entorno.
Si Abel Martínez persiste en su tozudez, todo parece indicar que en la Ciudad Corazón no hay remedio a la vista.