El "vorstellumg", la contemplación del mundo como una idea es un default en la mayoría de los intelectuales y los lleva a trampas en el pensamiento. Una de ellas es pensar que las ideas y los conceptos evolucionan o cambian, pero ya nos advierte Don Mario Bunge: ni las ideas ni los conceptos evolucionan, solo evolucionan y cambian los cerebros que las pensaron. 

Y el párrafo anterior viene al caso al observar lo que actualmente ocurre en los países árabes en general y en Libia en particular. 

He seguido con cierto detenimiento los artículos de la prensa internacional y revistas especializadas principalmente sobre la "implosión" libia y la respuesta del régimen a ésta. Ya hasta la Liga Arabe eliminó su apoyo al dictador libio y las grandes potencias congelaron sus recursos financieros, pero a su vez parecen bloques árticos respecto a qué hacer. 

Más de 30 intelectuales, todos árabes y la mayoría escritores, apoyó la casusa del pueblo egipcio y pidió a su dictador que se marchara. Hoy ya no se escuchan muchas voces. 

Y como señala P.Rathe en el último número de The Chronicle of Higher Education, refiriéndose también al caso libio, es que los intelectuales le tienen cierto amor al poder y sus brillos. Harvard y The London School of Economics recibieron mucho dinero de los Qaddafi. Rathe nos manda a reeler a Jean-Jacques Rousseau y su "Discursos sobre las Ciencias y las Artes" para aclararnos el tema. 

Las noticias de Libia  y la invasión de Bahrein por tropas de Saudi Arabia, para devolver al pueblo de las calles contra otra dictadura patriarcal y arcaica, han pasado a un segundo lugar por la hecatombe natural de Japón. No podía ser de otra manera, lo de Japón ha sido devastador y nos da a todos un miedo interno, porque esos fenómenos no los podemos ni predecir ni dominar y nos hace ver (salvo a los fanáticos religiosos de siempre que piensan que hay un Dios que castiga por un lado, pero que les cura enfermedades a ellos) nuestra real dimensión como humanos en este planeta. 

Recientemente Christopher Hitchens ha expresado en SLATE : "No dejemos ganar a Qaddafi" y se enfrenta a los que llama "realistas" de la política, comparando al dictador con los últimos días de Ceausescu en Rumanía en 1989. Señala que sea lo que fuere que se busca con la no-intervención contra Qaddafi ocurrirá cuando este muera, lo que no parece lejano dado su estado de salud y la crisis mental que sus últimas comparecencias públicas muestran. 

El discurso de nuestro tirano favorito, y vecino, el octogenario y ahora santón pitoniso de toda la izquierda y pseudoizquierda latinoamericana (solo recordemos que reconocidos derechistas dominicanos también le llaman "El Comandante") el abogado Fidel Castro, de que la OTAN solo quiere el petróleo de Libia  lo único que produce es risa. ¿Y de quién es el petróleo de los países árabes sino de los oligopolios multinacionales que tienen la tecnología para sacarlo y procesarlo, y que pagan a jefes tribales para que vivan como los pachás de los cuentos y leyendas de la India, sin desarrollar a esos pueblos, ni permitirles un mayor nivel de vida y una vida mejor? 

Muchas ideas son por fuerza abandonadas en estos días. El multiculturalismo, que servía para decir que los pueblos subdesarrollados no querían libertad y democracia, y que solo eran felices sentados en la arena comiendo dátiles, mientras sus jefes mostraban al mundo una opulencia que los enorgullecía, es una de ellas.                                                                                                

Pero hay un punto que no encuentro en las discusiones y comentarios.  ¿Es legal, que un gobierno, o más aún, un dictador "líder"  y sin cargos estatales, pueda disponer de los recursos de un gobierno, de las rentas de un estado, para contratar a sicarios internacionales, a soldados de fortuna, a mercenarios sin  patria ni origen (salvo el de aquel que les paga), para asesinar y masacrar a un pueblo entero? 

¿Para asesinar a ciudadanos que solo piden libertad y un cambio de ruta en su forma de vivir, que solo piden una oportunidad de ser parte del siglo XXI? 

¿Puede un gobernante mantenerse en el poder aplastando a un pueblo, no con un ejército que salga de ese mismo pueblo, sino con extranjeros asalariados, que pelean, torturan y asesinan a aquel que no esté de acuerdo con quien le paga? 

¿No es suficiente que Libia y los demás países árabes, luego de 50 años de jeques, reyes y sultanes, no puedan producir ni un tornillo ni una tuerca que sea parte de "sus pozos" de petróleo? 

¿Puede el mundo entero ver eso y decir "Aquí no pasa nada"?. Total, los soldados del Vaticano son guardias suizos mercenarios también. 

No poseo el experticio para saber si esas acciones de la dictadura libia son legales. Lo que si se, es lo profundamente inmoral que es observar lo que está pasando y ni siquiera dejar sentir la voz como protesta, o poder evitar esa incongruencia política y ese genocidio y no hacer nada. 

Mal ejemplo para este siglo XXI. El futuro apunta de nuevo hacia las cavernas, de donde tanto trabajo nos ha costado salir.