En declaraciones recientes, el Ministro de Medio Ambiente Francisco Domínguez Brito hizo loor a la obra del presidente Medina en el área ecológica, la que denomina como una "revolución medioambiental".

Ese apelativo contradice la catástrofe ecológica que representa para el país la construcción de plantas de carbón en Punta Catalina, empañada, además, por los sobornos pagados por Odebrecht.

Según informaciones del Comité Nacional de Lucha Contra el Cambio Climático (CNLCC), entre los efectos perversos de las plantas de carbón de Punta Catalina se incluyen la producción anual de 5 millones de toneladas de dióxido de carbono, 174 mil toneladas de cenizas y 14 mil toneladas de residuos provenientes de la quema del carbón mineral. Asimismo, se prevé que serán arrojadas diariamente a la atmósfera 30 toneladas de dióxido de nitrógeno, 30 toneladas de dióxido de azufre y numerosas micro partículas de metales pesados. Todo lo cual causará una catástrofe sanitaria y ambiental a través de enfermedades respiratorias, padecimientos cardiovasculares y cerebrovasculares, cáncer en los pulmones y en la piel, y graves daños a la agropecuaria de la zona.

La construcción de plantas de carbón en Punta Catalina se produce en momentos en que la comunidad internacional ha demostrado sus devastadores efectos y en los que los Estados con consciencia ecológica hacen inversiones en métodos saludables de producción de energía, como es el caso de la fuente eólica.

Dicha construcción se hace al margen de las convenciones internacionales de las que la República Dominicana es signataria y a través de las cuales se establecen compromisos incumplidos de protección y salvaguarda del medio ambiente. En efecto, la decisión del presidente Medina de construir plantas de carbón en Punta Catalina la hizo tras finalizar su participación en la Vigésimo Primera Conferencia Internacional de Cambio Climático (COP21) en París, en la cual se comprometió a invertir en la solución del problema del cambio climático, el calentamiento global y la mejora del medio ambiente.

En su afán por construir las plantas de carbón a espaldas del compromiso medioambiental del Estado dominicano y de las imputaciones de soborno envueltas en la misma, el gobierno utiliza los recursos públicos para sufragar los gastos de una propaganda mediática mediante la cual trata de convencer a la población de la importancia y oportunidad de Punta Catalina.

Con la construcción de termoeléctricas a base de carbón mineral, el presidente Medina pretende anotarse el éxito político de su gobierno en la solución del endémico problema eléctrico del país, al margen del costo fiscal y los perversos efectos medioambientales en una época en que el mundo clama por el uso de energía renovable no contaminante. El control del congreso por el PLD facilita la realización de la obra y sumerge en la indiferencia las acusaciones internacionales de corrupción que envuelven la misma.