Preámbulo

A cualquier persona que vive de realidades le es imposible apoyar sus razonamientos en rumores difundidos con la finalidad de confundir ideológicamente a sectores acostumbrados a que les vendan como cierto lo que es falso.

No creo en el comportamiento que por contingencia adopta una persona. Me gusta estar fundamentado en lo que es el resultado de la certidumbre. Confío en la práctica de la vida, no en el providencialismo. Para mí los hechos son los hechos y no se derriten. No doy fe a lo que el ser humano diga o aparenta ser, sino a su actitud ante la vida. Su proceder me lo define.

Muchos años antes de peinar las canas presentes sobre mi cabeza y ver arrugas en mi cara, tengo conocimiento de lo que es el papel del individuo en la historia. El culto a la personalidad no forma parte de mi formación ideológica. No utilizo la palabra para atribuir cualidades virtuosas a personas por deberes cumplidos, porque solamente el trabajo para la colectividad da méritos.

No estoy preparado mentalmente para elevar a la divinidad a ninguna persona. El endiosamiento lo veo como promoción a la petulancia que solo conduce a la presunción ridícula. Las veces que reconozco la valía de un funcionario no lo hago para adularlo, pues “la adulación es un comercio de mentiras, basado, de una parte, en el interés, y de la otra, en la vanidad”. Además, “las personas de sentimientos delicados soportan mejor una crítica necia que una necia alabanza”.

No sería otra cosa que mezquinar desconocer el correcto proceder de una persona. De la misma forma que censuro las malas actuaciones, estoy presto para encomiar las buenas, sin importar las voces que se levanten por mis opiniones en uno u otro sentido. No escribo sujeto al parecer de ningún bando político.

He hecho esta introducción porque en la carta que publico en este espacio me voy a referir al trabajo de una persona física, y no quiero que se confunda mi razonamiento con respecto a su proceder como ente social, y se crea que le estoy haciendo labor de envanecimiento.

Licenciada

Yeni Berenice Reynoso

Sus manos

Estimada Yeni:

1.- En el curso de la semana pasada hice unas declaraciones en las que dije, entre otras cosas: “Si la magistrada Yeni Berenice Reynoso, es impulsada a dejar de formar parte del Ministerio Público, la que resulta lesionada no es ella, sino la parte sana de la sociedad dominicana porque ya no va a contar con un referente de honorabilidad en el área de la justicia penal”.

2.- Al exponer la idea anterior quise significar que la forma decente de manejarte le da brillantez, glorifica y hace lucir esplendoroso el órgano de un cuerpo que, como el judicial, está ensombrecido por las actuaciones corruptas de algunos de sus integrantes.

3.- Lo que pinta la sociedad dominicana de hoy, agrietada desde la célula familiar hasta las instituciones del Estado, es que personas con una conducta como la tuya lo que hacen es perturbar el normal funcionamiento de las inconductas; subvertir el orden que necesita la delincuencia de cuello blanco y de cuello sucio para el libre ejercicio de sus operaciones al margen de la ley. Tu integridad, rectitud y moralidad chocan con la perversión, el desenfreno y la depravación que ya son hábitos, rutinas, estilo de vida de amplios segmentos en el medio social dominicano.

4.- Resulta muy difícil tratar de sanar un cuerpo social que padece enfermedades que lo hacen moribundo. El estado declinante del sistema predominante aquí no resiste la intervención de un facultativo que como tú quieres aplicar correctivos que van contra los intereses que permanentemente están escoriando los vicios sociales y no resisten a quienes desean su eliminación. Por el contrario, los quitan del medio como dañinos.

5.- Te he tratado y sé de tu reciedumbre para enfrentarte con los casos que manejas sin importar la investidura de los actores, su condición de clase social ni la naturaleza del expediente. Pero, lamentablemente, tu entereza va en contra de intereses que con energía has enfrentado y necesitan tener en el cargo que ocupas a personas que den demostración de dobleces. En determinados momentos la honradez se convierte en un estorbo, en una barrera para las pretensiones de los que bien se mueven en lo ilícito.

6.- En nuestro país, el funcionario judicial que obra dentro de los marcos de la ley, la ética y la moral, se encuentra accionando en una especie de laberinto por los conflictos que tiene encima. Por un lado haciéndole honor a sus convicciones de legalidad y moralidad, enfrentando el delito, y también teniendo como adversarios a grupos de poder que hacen alianza impúdica con la delincuencia. Es en una verdadera maraña que aquí tiene que moverse el Ministerio Público, hasta el punto que por momentos se convierte en parapeto de conflictos grupales.

7.- Durante años te has entregado por completo a trabajar sin límite de tiempo ni tomar en cuenta los riesgos que entrañan enfrentar a la nueva modalidad criminal del sicariato y el desarrollo del consumo y tráfico de las drogas ilegales. Pero nada de esto se ha valorado ahora, llegado el momento de tomar en consideración tus actuaciones y la materialización de tu desempeño en provecho de la sociedad.

8.- A lo mejor esté equivocado, pero es mi creencia de que contigo no se ha obrado con sentido legal y de justicia. Lo equitativo hubiera sido que en virtud de lo que dispone la Ley Orgánica del Ministerio Público, se te sometiera a una evaluación para luego de una estimación determinar el trabajo realizado, porque para tener en cuenta una actividad humana  cualquiera hay que analizarla y luego, libre de todo prejuicio, valorarla o desestimarla. Un examen desapasionado hace posible censurar o aprobar.

9.- Aquellos que procuran sacarte de la fiscalía recurriendo a tejemanejes, y así justificar su actitud contra ti ante la opinión pública sensata, tratan de presentarte como una ambiciosa aferrada al cargo que llegaste por méritos bien ganados y del cual, me consta, has estado dispuesta a salir voluntariamente, sin requerimiento alguno. Pero “no hay cosa tan común en el mundo como hacerse insoportable con sus buenas cualidades”. No debes ignorar que de lo que la gente buena te hace digna de elogio, fastidia a tus rivales.

10.- Tu paso por la fiscalía de Santiago y tu permanencia, hasta ahora, en la del Distrito Nacional, le manda un mensaje de aliento al país para que se mantenga animado y con la esperanza de que personas como tú, con su correcto proceder, pueden mandar señales que sirven para que otros sepan que actuar correctamente tiene como contrapartida el merecido respeto y la consideración de aquellos que creen que es posible ejercer funciones públicas y salir de ellas sin máculas. Muy al contrario de otros que proceden manchando el nombre suyo y el de sus familiares.

11.- Cada situación social que ocurre hay que analizarla tomando en cuenta la dialéctica del fenómeno. Tu presencia en el Servicio Judicial ha servido para que lo sano de nuestro país se dé cuenta que no todo está perdido, que aunque la sociedad está averiada, descompuesta por todas partes, todavía en su seno hay personas con condiciones de mantenerse al margen de las lacras que genera el vertedero donde nos ha correspondido vivir.

12.- En las funciones que has desempeñado recibiste lo que sembraste, la consideración y las sanas opiniones. A tus cargos no fuiste hacer dinero sucio porque no eres corrupta, como tampoco has procurado fama, porque sé que estas convencida de que “la gloria humana no es más que un hálito de viento, que unas veces sopla de aquí y otras de allá, y cambia la reputación cuando cambia la dirección”.

13.- El día que dejes de estar al frente de la fiscalía del Distrito Nacional, la satisfacción que te llevas es la de haber ejecutado con dignidad y decoro la función puesta a tu cargo. Hacer uno lo que debe o está obligado, es honrar cumpliendo. Tú has realizado lo que se te encomendó, y la parte limpia de la sociedad ha valorado positivamente tus ejecutorias, siempre apegadas a la ley y obrando con ecuanimidad.

14.- Yeni, debes armarte de más fortaleza que la que has demostrado porque el día que ya no estés en las funciones que ahora desempeñas van a venir las críticas gratuitas, que no serán otras que las de aquellos que con gallardía has enfrentado. No debes olvidar que “el crimen hace iguales a todos los contaminados por él”. Y son muchos los inclinados a la criminalidad que con resolución has enfrentado.

15.- Si el nuestro fuera un país en el cual la institucionalidad funcionara igual para todos y todas, existiera un sólido movimiento cívico y las fuerzas motrices llamadas a enfrentar el statu quo estuvieran debidamente organizadas, no se decidiera así por así tu retiro del aparato judicial. Con todo pesar hay que decir que estamos viviendo una etapa en la cual da lo mismo tener en los órganos de decisión a un honrado que a un ladrón; a un servidor público honesto que a un corrupto. La dinámica de la vida diaria está llevando al pueblo dominicano a aceptar los hechos como si llegan consumados, enviados por la divinidad.

16.- Yeni, debes de estar preparada para lo que decidan con relación a tu permanencia o no en la fiscalía. Tomar todo con calma; nada de malestar anímico; que tu consuelo sea haber cumplido con tu deber demostrando que estas formada de un material especial y has enseñado que tu carácter es el resultado de tu formación hogareña y puesto en práctica en ese torbellino que es la fiscalía de Santiago y el Distrito Nacional.

17.- Esta comunicación podría enviártela por la responsabilidad y seriedad que siempre te han caracterizado, y en particular en el caso de mi hijo Jordi; como también en mi condición de abogado valorando tu correcto proceder. Pero quiero que la recibas como enviada por un ciudadano interesado en el adecentamiento de la vida pública; preocupado por la debilidad institucional, y porque cree que al mandártela interpreta el sentir de las grandes mayorías nacionales que se identifican con tus actuaciones apegadas a las leyes en interés de llegar a tener un mejor país.

18.- Por último, pensando en tu merecimiento como funcionaria judicial, quiero concluir  esta misiva exponiéndote lo que hace un tiempo leí: “Los méritos pueden hacer de un sargento un coronel y pueden también servirle de estorbo para ascender más alto”.

Yeni, quedas en libertad de hacer del contenido de esta carta el uso que consideres.

Atentamente,

Santiago de los Caballeros,

13 de agosto de 2018.