Que Paul McCartney haya hecho la portada de su penúltimo disco es un detalle importante. Nos parece enriquecedor de toda su historia. La carta que le mandó a Alberto Fernández se refiere al “Lunes sin carne”, una actividad ejecutada por un sinnúmero de organizaciones en todo el mundo.

La Unión Vegana dice que se refiere a que no se coma carne y a los gases con efecto invernadero. Se nos dice –no ya en la carta sino en un tuit–, que se tienen que detener 25 megafactorías de producción de cerdo.

Se les exige a los productores que tengan las armas para un nuevo disco que deberá llegar a tiempo. Se hacen ensayos que luego serán grabados para enfrentar a un grupo de ávidos escuchas. La gente espera las nuevas producciones como pan caliente.

Son millones de usuarios de Internet –los llamados internautas–, quienes  espían lo último que se dicho sobre su estrella favorita. Tómese el caso de Lali Espósito, esta chica sublime: tiene toda la magia del mundo. Quizás no tiene el pulso para dibujar la portada de su disco, pero canta como ella quiere.

La conocemos apenas hace unos meses. Lali –que también es actriz–, resultó una de las voces más hermosas que hayamos escuchado en la última década. Tiene algo en su alma que seduce a las grandes multitudes.

Le dije a alguien que Paul puede dedicarse a la pintura. Ahora se alegra con sus nietos. Por su lado, el presidente argentino se entretiene con su perro Dylan Fernández, –a quien quiere como a un hijo–, nombre puesto en honor a Bob Dylan, de modo que está acostumbrado a las estrellas de rock.

La carta enviada no vemos que sea una petición angustiosa a Fernández, toda vez que sabemos que este tiene que dar una versión que todos esperan con entusiasmo. Un presidente quiere contestarle a una estrella de rock y lo hará en cualquier momento.

Lo que ocurre en Argentina es lo que ocurre en otras partes. Se requiere de mucha música. A la larga, todos estos discos que tenemos pueden llamarse “desestresantes naturales” en un momento de crisis mundial.

La magia de Paul no está solo en su última pintura sino en los tracks de McCartney III, –Find my way, Size The Day, Deep Down–, un disco que lo desmarca de anteriores producciones.