En toda Hispanoamérica y el Caribe, este país es el primero en establecer una escuela diplomática y Consular y, a pesar de eso, no ha sido posible establecer de manera formal la carrera de manera institucional, a pesar de los imborrables e importantes aportes que, a nivel estatal, han surgido del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Me consta el trabajo que ha hecho y sigue haciendo ese Ministerio, desde la Dirección de la Carrera Diplomática, dirigida por el Embajador, doctor Emilio Conde Rubio, entre otros eficientes diplomáticos y diplomáticas nacionales que, con su labor, prestigian el nombre de este país.

Con la asesoría del Ministerio de Administración Pública, el Ministerio de Relaciones Exteriores, logró la aprobación del Reglamento de Funcionamiento de la Carrera Diplomática, y aún así, no se vislumbran las alternativas institucionales para que se ponga en práctica lo establecido allí, ya que hace falta voluntad política de los líderes de los partidos políticos y del empresariado nacional.

Con el establecimiento y respeto de ese Reglamento de la Carrera Diplomática , el país logrará el fortalecimiento de su desarrollo institucional y democrático, así como también lograremos la consolidación de nuestro desarrollo económico, como nación, junto con la proyección de un liderazgo internaciona, en este indetenible proceso global.

Ya es tiempo de que en esta sociedad, la politiquería no siga impidiendo el establecimiento real y efectivo de la Carrera Diplomática y Consular. Que el partido gobernante designe el porcentaje de diplomáticos que le corresponde, como lo establece la Ley del Ministerio de Relaciones de  Exteriores y el actual Reglamento de Funcionamiento de la Carrera Diplomática.

No es posible que sigamos deteniendo el desarrollo sostenible y sustentable de nuestra nación, por estar apegados a las complacencia de acciones demagógicas y populistas. Es el momento de hacer realidad esa gran esperanza que hoy, a pesar de los esfuerzos realizados, se concretice. Eso sólo y únicamente es posible, con la voluntad política de los diferentes sectores que conviven en nuestra sociedad, sin importar quién esté como presidente de la nación, porque se trata de un trascendental aporte al sistema institucional y de derechos ciudadanos del pueblo dominicano.

Hago esta extensa introducción, para referirme a una conferencia dictada por su excelencia Clemente Baena Soares, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la República Federativa del Brasil, acreditado en la República Dominicana. Allí pudimos advertir que a todos nos preocupa cómo hacer realidad tangible, eso que es una alternativa viable; pero que no se concretiza de la forma y manera que la ley y el reglamento de aplicación establecen.

Es el momento de que nuestro país se muestre ante el mundo con una diplomacia eficiente y eficaz que no sea producto, nada más, de los intereses partidistas y de los pagos de promesas populistas hechas en posibles campañas políticas. Así no vamos bien y estamos a tiempo de cambiar hacia el respeto a lo institucional, en especial, en lo referente a nuestra añorada y muy necesaria Carrera Diplomática y Consular.

Que el gobernante nombre a "Diplomáticos partidistas" y que el Ministerio aplique lo que dice la Constitución de la República, lo que dice la Ley, mediante la cual se rige el Ministerio de Relaciones Exteriores y lo que dice el recién aprobado Reglamento de Carrera Diplomática.

Si ya poseemos el Instituto de Educación Superior para la Formacion Diplomática y Consular "Eduardo La Torre Rodríguez" (INESDyC), antigua Escuela Diplomática y Consular, de la cual soy egresado, con maestría de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO-RD-Argentina), con varias  promociones con rango de maestría, y si tenemos varias universidades formando diplomáticos en licenciatura, maestrias y doctorados, entonces…no esperemos más. Actuemos ya y concreticemos esta esperanza viable. Hagamos de la carrera diplomática dominicana una marca-país.