El ámbito cinematográfico dominicano ha visto más movimiento en sus últimos 5 años que en el centenario anterior. Esto se puede acreditar a la Ley 108-10 o como la conocemos “Ley de Cine”. Gracias a ésta hemos activado un área de comercio que ha dado mucho de que hablar y también nos hace conocer todos los meses el último intento cinematográfico dominicano. Una ley que activa el lado de negocios del séptimo arte local. Pero aún con este gran incentivo a un área inexistente que era el cine como negocio, el problema radica del lado opuesto, el artístico.
Podemos ver producciones que crecen todos lo años. Cámaras y equipos de último modelo. Pero aún con estas claras inversiones seguimos lanzando proyectos que no hacen lo que deben hacer, incentivar emociones en su público.
Si bien no podemos apoyar al cine por su contenido artístico, no podemos apoyarlo de ninguna otra manera. Mucha gente dice que “No hay público, no hay dinero, es demasiado cine para tan poca gente”. Saquen cuentas, los números dan, hay gente en todo estrato que ve cine; esta industria trabajaría con menos de un 20% del público local, lo que no sabemos es como ganarnos ese público. El arte y la comercialización son las variables que aún no entendemos.