El PLD logró imponer la línea de debate de esta campaña: “el país necesita un buen gerente”. Lo hizo a través de su amplio aparato comunicacional de opinadores mediáticos (las llamadas bocinas), bots y muchos millones en publicidad. Fueron creando un candidato de la nada. Hicieron de Gonzalo Castillo, un multimillonario hecho a la sombra del poder político que desde 1996 ostenta Danilo Medina, una figura presidenciable para que el sector danilista pueda continuar en el poder después de la salida formal de Danilo del Palacio Nacional. Pero Gonzalo es un individuo con grandes limitaciones intelectuales. Entonces, tocó justamente crear un contexto de campaña donde no tenga que hablar porque lo importante es “resolver” y el país necesita un “gerente” no alguien que “hable bonito”.
El grave error del PRM, que podría costarle las elecciones del 5 de julio, ha sido caer en la trampa de esa estructuración mediática asumiendo la narrativa gerencial. Porque permitieron algo que es fatal en disputas electorales: dejar que el rival imponga el marco de discusión. A quien le conviene este debate sobre “buen gerente” y “hombre que resuelve” es al PLD, debido a las obvias limitaciones de su candidato y a que es un partido-Estado con recursos casi infinitos para precisamente “resolver”. Por eso el PLD, tan pronto surgió la emergencia sanitaria, lanzó su candidato a la calle a “resolver”. Capitalizaron como oportunidad electoral un contexto de enfermedad y muerte. Aplicaron un pragmatismo total de cara a usar la coyuntura para reposicionar a Gonzalo. En un escenario donde dar y “resolver”, genera ciertas certidumbres a los sectores empobrecidos que son los más afectados por la cuarentena y desempleo creciente. El PRM, que tal vez no esperaba un operativo de esa naturaleza, cuando reaccionó ya era tarde y finalmente lo que hizo fue legitimar la práctica oficialista de hacer campaña con el estado de emergencia.
El PRM todavía goza de la mayoritaria intención de voto. Pero le espera un mes durísimo frente al partido-Estado con su gerente “resolviendo” y dando sin límites de recursos. Porque el PLD tiene una vocación de poder y una capacidad de articulación política e inserción social muy grande. Y Gonzalo, su apuesta de continuidad en el poder o de dejar condiciones para regresar en 2024, representa también un paradigma.
¿Qué representa Gonzalo? En el diálogo entre Gonzalo y Alofoke podemos ver mucho de lo que realmente representa. Esa pieza, en mi criterio, es un material de estudio muy rico. Porque allí operaron muchos imaginarios y significantes parte de la política hoy instalada en el país. En la sociedad dominicana, hubo un cambio histórico cuando pasamos de las disputas ideológicas del pasado al pragmatismo desideologizado del presente. Hoy lo ideológico se asume como algo viejo, fuera del tiempo “nuevo”, y en cambio impera lo pragmático. En República Dominicana, hasta los años 90, la gente de barrios estaba ideologizada y se vinculaba políticamente según paradigmas ideológicos en claves de derecha o izquierda o peñagomismo contra balaguerismo trujillista/conservador. Eso terminó y hoy en esos sectores populares priman consideraciones pragmáticas sin horizontes ideológicos. Y han sido cooptados por la lógica del emprendedor. Todos quieren ser emprendedores. Y la política, pues, debe servir, sobre todo en el ámbito de las aspiraciones, como vehículo para la realización individual. Y, en ese contexto, surge la primacía del político gerente. Gonzalo viene siendo un producto muy propio de esta época.
Un producto muy acabado, por cierto. Por ello no coincido con la campaña contraria donde lo minimizan y casi es objeto de burla. Creo que los que así lo ven no entienden lo que hay detrás. La cuestión no se trata de él, ni de su persona, sino que, como dijimos, tiene que ver con un paradigma de esta época signado por lo empresarial que sustituyó lo ideológico y que vació de contenido la política. Ahora pesan las imágenes y la lógica del markenting. Los candidatos se venden como productos en una tienda o en un mall. En esta época donde la gente no sólo compra un producto para consumirlo en sí, sino que lo adquiere para a través de él realizarse. Gonzalo, el producto, mucha gente lo quiere comprar porque ve en él al emprendedor que “se hizo a sí mismo”. De ahí que la entrevista con Alofoke, que evidentemente formó parte de una estrategia del equipo de comunicación de Gonzalo, giró tanto alrededor de la idea de que “vino de abajo”. Eso lo vincula emocionalmente con una audiencia muy de abajo, pero que no se interesa por lo ideológico ni en entender los males estructurales de los que es víctima. Se interesa por realizarse y considera al “gerente” el máximo paradigma e ideal de realización.
La candidatura de Gonzalo, pierda o gane (parece que perderá en efecto), es más profunda de lo que parece. No es ni anecdótica ni se acabará tras esta campaña. Gonzalo seguirá en el imaginario; no él como figura en sí. Sino el paradigma que representa. Del político gerente que viene a gestionar el Estado como una empresa. Es la nueva mentira con la que se apacigua a los pobres que están como están a causa del sistema e injusticias estructurales. Sin embargo, luchar contra esas injusticias, es cosa de “comunistas”, porque hay que hablar de gerentes y realización individual: “todos podemos”. Por ahí gravita la propuesta de Gonzalo. Que, eso sí, tiene un componente particular que es que su enfoque está en los sectores más pobres. Porque también es la maximización del clientelismo repartidor de dádivas muy antiguo en la política dominicana. De Trujillo a Balaguer hasta el PLD de hoy, el clientelismo dirigido a las masas empobrecidas, ha sido una constante en el país.
Pero que, con Gonzalo, el “buen gerente” que no habla bonito y “resuelve”, se ha elevado a un nivel inédito porque lo trabajan desde un paradigma instalado de emprendedurismo y política del markenting. Ya no sólo da el político que, de Balaguer a Leonel, era ilustrado e impresionaba hablando, ahora da el que “resuelve” y es “gerente”. La política dominicana ha retrocedido: nunca había sido tan pobre en ideas, y ese vacío, por ahora, lo estarán llenando los “gerentes”. Algún día, espero, volvamos a la política de verdad que, en los países serios y modernos a los que sólo en lo superficial nos queremos parecer, es lo que realmente resuelve a la gente.