Con el tema haitiano hay un poco de todo: Falso patriotismo, ingenuidad y buena fe del ciudadano común e hipocresía de las autoridades que dicen estar preocupadas, pero no encaran la corrupción en la frontera. Mala fe de algunos sectores dominicanos o haitianos, como el embajador de Haití en la Organización de Estados Americanos (OEA), Bocchit Edmond, que denunció ante ese organismo que a parturientas de su país les han golpeado con bates de beísbol en República Dominicana. Con esto quiso denunciar agresiones y violación a los Derechos Humanos a las parturientas de su país. Se le pasó la mano, con la intención de dañar.
La periodista Yohanna Valenzuela, que daba seguimiento a las disertaciones ante la OEA, comentó que las mentiras del embajador haitianos no tuvo madre. Se quejaba que el canciller dominicano, Andrés Navarro, debía pedir otro turno para desmentir las barbaridades de Bocchit.
En cualquier foro del mundo estamos en desventajas con los exponentes haitianos: Perdemos la guerra diplomática, tengamos o no razón. El motivo es simple: Ellos son diplomáticos de carrera que han estudiado en las mejores universidades de Francia, Inglaterra, Canadá, Estados Unidos. Hablan diferentes idiomas.
Los dominicanos, por el contrario, son unos improvisados que no saben nada de diplomacia y mucho menos defender los intereses del país. Han sido nombrados por “favores” políticos para que consigan dinero en las embajadas y consulados más apetecibles para sus negocios personales, incluso Haití. Recuerden los escándalos de las botellas (gente cobrando sin trabajar) en la Cancillería. En los últimos gobiernos ese ministerio se “cualquierizó”. Creo que hay algunos diplomáticos que no saben leer ni escribir.
Sugerimos que si realmente al presidente Danilo Medina le interesa enfrentar el problema migratorio debe organizar la frontera, eliminando la corrupción de sus mismos funcionarios civiles y militares. La regularización de los ilegales debe ser un proceso permanente, al igual que los controles en la frontera.
De igual forma, todo aquel que ocupe un cargo diplomático debe haber sido formado en esa área, que es tan delicada. Este país tiene profesionales con sobrada capacidad y merecen poner sus conocimientos al servicio del país, sin importar que militen en el partido de gobierno o no.
No entiendo cuál es el enfado o miedo a que venga al país una misión de la OEA si, según las autoridades, República Dominicana no viola los Derechos Humanos de los ilegales y no hay un solo caso de apátrida. Y el plan de regularización marcha bien y no hay deportaciones masivas. Conflictos con Haití siempre habrá, es normal en naciones fronterizas, pero si actuamos con honestidad no hay que temer al escrutinio de organismos locales o internaciones.