El acceso del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) al poder por segunda ocasión, en 1978, prueba, a pesar de las buenas intenciones de José Francisco Peña Gómez y Antonio Guzmán Fernández, que la mayoría de dirigentes de ese partido eran progresistas sólo de boca.
Con el hambre que se abalanzaron sobre el erario, dieron nuevo sentido a la palabra rapiña y provocaron, eventualmente, el suicidio de Don Antonio Guzmán, el presidente que sacó a los generales trujillistas de las Fuerzas Armadas y fue un ejemplo de honestidad y honradez personales.
Pero el PRD logró retener el poder en las elecciones de 1982, con Salvador Jorge Blanco como candidato presidencial.
Sin embargo, las peleas internas del PRD, la crisis económica de la época, con sus efectos nocivos sobre el país, aunadas a la tremenda corrupción y represión del gobierno de Jorge Blanco, quien se tragó las pastillas envenenadas de las "recetas" del FMI y abrazó el neoliberalismo, hicieron posible el regreso al poder de Joaquín Balaguer en el 1986, a través de unas elecciones que fueron -sin tal vez- las únicas que ese ente infernal ganó sin fraude.
Las elecciones del 1994 nos enseñan a un Bosch ya abiertamente derechista, al aliarce con Vincho (Marino Vinicio) Castillo (viejo "cuadro" politico y hombre de "acción" del trujillismo) y llevarlo como candidato a senador del Distrito Nacional por el PLD
Balaguer se dedica a sus viejas prácticas represivas, mientras Bosch, atrincherado detrás del "círculo literario" que había formado (el PLD), se embarca en una oposición blandengue, dirigida, mayormente, a denostar al PRD. (Cabe señalar aquí que cuando el pueblo se lanzó a las calles, a protestar en contra de las medidas económicas del gobierno de Jorge Blanco, de nuevo Bosch adopta una posición personal "segura", al calificar la rebelión como una "poblada" sin mayor importancia o consecuencia).
Al aproximarse las elecciones del 1990, con el PRD totalmente alicaído y dividido, el pueblo dominicano vuelca de nuevo sus esperanzas en el Profesor Bosch y todo el mundo da por seguro que esta vez sí que no hay fuerza que impida que Bosch vuelva a ser Presidente.
Balaguer se destapa con el más indecente de todos sus fraudes, tan colosal, que hasta la OEA se une al coro de voces que lo condena.
El país se sumerge en una crisis, hasta que Bosch acepta "cándidamente" que (a pesar de las listas cambiadas, las personas impedidas de votar y los "chanchullos" electrónicos de la JCE) no se pueden demostrar "legalmente" el fraude y que el Partido Reformista había "ganado" por el risible margen de menos de 22,000 votos. El apoyo de Peña Gómez y Jacobo Majluta fue rechazado por Bosch, y Balaguer sigue "subío en el palo".
La actitud del Profesor provoca apatía en la población, que acepta el fraude consumado con la resignación de comprobar, de una vez por todas, que "el ovejo es un pendejo".
Los vientos que soplaron a favor de la permanencia de Balaguer, desde el Departamento de Estado de los Estados Unidos, contribuyeron también a la decisión de las fuerzas populares de posponer el pleito para otro momento.
Aun se discute si las famosas declaraciones de Víctor Grimaldi, en plena crisis, afirmando que no había ocurrido un fraude contra Bosch y el PLD, fueron iniciativa propia o se trató de una orden dada por el líder peledeísta para salirse del "bollo".
Ya en el 1973, según el Coronel Brian Bosch (agregado militar de la embajada americana en el país en ese entonces), en su libro "Balaguer y los militares dominicanos", el Profesor Bosch trató de sacar los pies del asunto de la guerrilla de Caamaño enviando una carta a esa misión extranjera donde aportaba "datos" que "ayudaban" a demostrar que él -Juan Bosch- no tenía nada que ver con esa acción.-
Las elecciones del 1994 nos enseñan a un Bosch ya abiertamente derechista. Al aliarce con Vincho (Marino Vinicio) Castillo (viejo "cuadro" politico y hombre de "acción" del trujillismo) y llevarlo como candidato a senador del Distrito Nacional por el PLD, confirmaba Bosch las acusaciones de que la presencia de Euclides Gutiérrez Félix (otro "tolete" trujillista) en el Comité Político del PLD no era casual, y que éste siempre fue el "enlace" entre Bosch y Balaguer.
El PLD y Bosch fueron rechazados por el pueblo en las urnas, y quedaron en un lejano tercer lugar. Fue en ese mismo año 1994 cuando Balaguer montó otro fraude, esta vez contra Peña Gómez, candidato del PRD, quien ganó, sin lugar a dudas, esas elecciones.
Pero a pesar de todas las mañas y los recursos de Balaguer y el PR, "la pava no puso donde ponía", y el pueblo se lanza a las calles a protestar contra el fraude bajo las consignas ¡Peña Gómez no es Juan Bo', sí ganó, ganó, ganó! y ¡Peña, querido, el pueblo está contigo!. Había llegado la hora de echar el pleito tantas veces pospuesto o esquivado.
Las opiniones internacionales de condena al fraude, hacen que Balaguer se retraiga y comience a buscar una salida negociada a la situación.
Mientras tanto, Peña Gómez, presionado por la derecha, el embajador americano y la iglesia católica, acepta entrar en negociaciones “para evitarle un baño de sangre al país”.
El tirano propone gobernar 2 años y luego "pasarle el poder" a Peña. Peña rechaza y contra propone que Balaguer sólo permanezca 18 meses en la presidencia y que se celebren elecciones en noviembre de 1995.
Luego se firmó infame "Pacto por la Democracia", en el cual el PLD pescó en río revuelto. Este convenio fue firmado por los tres partidos mayoritarios, pero Peña fue traicionado. Balaguer y Bosch se pusieron de acuerdo a espaldas de Peña, y el acuerdo que se hace público no es el original, sino uno que llama a elecciones en 1996 y a la modalidad de la segunda vuelta le agrega que debe obtenerse la mitad de los votos más uno para poder ganar en primera vuelta electoral.
A todo esto, Bosch y su PLD públicamente adoptan la cobarde actitud de "eso no es con nosotros".
Así Balaguer actuó a sus anchas en sus truculentas maniobras.
El deterioro físico y mental de Bosch -evidente desde comienzos de los 90- hace que el PLD lo retire. Se celebran primarias en el PLD y resulta ganador de la candidatura Leonel Fernández Reyna.
Debido a la polarización de fuerzas, el gambito de la segunda vuelta funciona y la confrontación final se da entre el PLD y el PRD. Despojados ya de toda necesidad de simulación, los dos caudillos se alían públicamente y las consecuencias negativas de esa alianza aún las estamos sufriendo. Lo peor es que, tal parece, que las seguiremos sufriendo por cierto tiempo.
Por tanto, lejos de endiosar a este sujeto tan negativo, debemos asimilar la idea de que Bosch y Balaguer fueron hermanos siameses, diferentes en el discurso y el accionar, pero con la misma visión providencialista, elitista y megalómana.
El rasgo más distintivo de Bosch fue su cobardía personal. También fue desleal y no vacilaba en dejar a cualquiera "enganchado" cuando le convenía a sus intereses.
Se creía único depositario de la verdad absoluta y se regodeaba ante la adulación, siempre que esta no comprometiera su seguridad personal, le obligara a tomar decisiones políticamente radicales o pusiera en entredicho su autodesignada condición de semidiós y árbitro indiscutible de la vida política dominicana.
Lejos de ser el "patricio" que se nos pinta, su consciente trabajo de "no hacer" o "evitar que otros hagan", en momentos decisivos de nuestra historia, nos ha traído hasta este esbozo de dictadura que hoy quieren consolidar sus herederos.
Creo que la frase de Bosch acerca de que Stalin fue un buen gobernante, porque supo, por encima de todo, mantenerse en el poder, resume perfectamente su propia personalidad y su maldad.
10 de diciembre, 2011.
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