República Dominicana se encuentra entre países que disponen de una institucionalidad completa en materia de calidad. Esa institucionalidad se conoce como Sistema Dominicano para la Calidad (Sidocal) creado mediante la Ley núm. 166-12. El Sidocal, como señalan la CEPAL- Corporación Alemana para la Cooperación Internacional (GIZ) y el Instituto de Metrología de Alemania (PTB) no es más que el conjunto de instituciones y servicios técnicos que aseguran la conformidad y características de los productos y servicios que se transan en un mundo cada vez más globalizado e interdependiente.
Este sistema, también llamado Infraestructura de Calidad (IC), es de carácter transversal porque los servicios técnicos que ofrece o que potencialmente podría ofrecer son igualmente importantes para todas las empresas, no importa el sector con el que ellas se identifiquen. No es punitivo, es decir, no persigue ni obliga a nadie a recurrir a sus servicios, aunque debido a la necesidad de proteger los llamados objetivos legítimos del Estado los reguladores están compelidos a exigir las certificaciones de seguridad, calidad, inocuidad y adecuación de los productos.
Por otro lado, los servicios técnicos ofrecidos por el sistema pueden tener repercusiones positivas en cascada para toda una cadena productiva o para las empresas, consumidores o usuarios relacionados con un producto. Por ejemplo, las balanzas calibradas correctamente (con patrones trazables al Sistema Internacional de Unidades) impactan positivamente, en función de su capacidad, a industrias como la del cemento y el azúcar, lo mismo que a la cadena de distribución relacionada.
Esto es, la metrología de las balanzas acarrea grandes beneficios para quien compra y para quien vende, no importa el sector económico donde se localicen los agentes, sencillamente porque garantiza transacciones justas y productos de calidad.
Las dos instituciones que tenemos en nuestro Sidocal, el Instituto Dominicano para la Calidad (Indocal) y el Organismo Dominicano de Acreditación (Odac), tienen funciones diferentes pero muy interrelacionadas. Al primero competen las funciones de normalización, metrología y certificación; el segundo está llamado a reconocer competencias técnicas a los organismos evaluadores de la conformidad, es decir, a las entidades de certificación, laboratorios de pruebas y ensayos, laboratorios de calibración, organismos de inspección y personas.
Veamos. El Indocal formula, armoniza, adopta, edita e implementa las normas (técnicas), que son reglas para el uso común y repetido, tomando en consideración problemas actuales y potenciales. Ahora bien, ¿para qué sirven las normas si no tenemos las capacidades técnicas de ofrecer evidencias de su cumplimiento?
La única manera posible de ofrecer esas evidencias es mediante las actividades de inspección, ensayos, metrología (calibración y verificación metrológica) y certificación (constancia creíble del cumplimiento de requisitos normativos o reglamentarios). Quienes hacen todo este trabajo, los laboratorios de pruebas y ensayos, los laboratorios de calibración, los organismos de inspección y las personas, deben estar acreditados o reconocidos en sus competencias técnicas, es decir, en la actividad que realizan y que es su razón de ser. Es por ello por lo que se dice que los organismos de acreditación reconocidos de cualquier país son la confianza de los sistemas nacionales de la calidad.
Las funciones mencionadas tienen lugar todos los días y en todas partes y no nos damos cuenta. Un producto que muestra una marca de conformidad o sello, o una certificación, como todos los europeos por ejemplo, han pasado la prueba del cumplimiento de normas o reglamentos, según sea el caso; de mediciones trazables; de inspecciones, ensayos y auditorias. Por lo menos así ocurre en sociedades organizadas donde las consecuencias de no hacerlo bien son serias.
Todo país debe necesariamente desarrollar las competencias técnicas necesarias para mejorar la adecuación de los productos, procesos y servicios para los fines deseados, hablar el lenguaje globalizado de las normas en el comercio y facilitar la cooperación técnica.
En definitiva, el Sidocal está llamado a garantizar las condiciones de confiabilidad, fiabilidad, comparabilidad, trazabilidad, competencia, conformidad, transparencia e imparcialidad. Su importancia para los planes y estrategias de desarrollo industrial, alianzas gobierno-empresa, Pymes, procesos de investigación e innovación, acceso a mercados muy regulados, salud y seguridad de los ciudadanos, es realmente muy grande.
No se trata de llevar los criterios de calidad a una empresa. La IC como sistema debe estar presente en las cadenas de valor de forma sistémica. Es la mejor forma de asegurar la competitividad de las empresas en cada eslabón. Por ejemplo, de la vaca a la mesa, como en el caso de la industria láctea.
No es necesario repetir aquí todos los factores que intervienen en la determinación de la competitividad de un producto (calidad, precio, servicio e imagen). Pero una cosa es segura: solo el enfoque sistémico de la calidad – el de la infraestructura de la calidad- en una cadena de valor podría asegurar la confiabilidad, seguridad, adecuación y calidad a toda prueba de los productos finales. ¿Acaso podríamos producir leche líquida de larga duración con una leche cruda de bajos estándares sanitarios, de calidad e inocuidad?
La calidad de la materia prima decide en gran medida la calidad del producto final. Es así como deberíamos abordar la calidad en nuestro país. Para aplicarlo debemos tener un Sidocal técnicamente robusto y reconocido.