Si abrevamos los sabores dulces y amargos en esta historia breve porque transitamos, hemos de asumir como dramática experiencia a contar que exaltar al hombre o mujer por el hecho de brillar en un estadio de la vida constituye un riesgo. En verdad que entusiasmarnos a exaltarlos en forma desbordante mientras vivan talvez no sea lo más aconsejable, esperemos su desenvolvimiento sinuoso en su proceder social, económico, educativo y político.
Siempre me apego a que no es como el hombre comienza, sino como termina previo a la muerte. En ese interregno pasan muchas cosas y a veces se salvan del drama los que mueren a temprana edad.
El morir temprano es una especie de huida o evasiva al parecer del hombre temeroso de no caer en el abismo inmoral de su existencia social.
Ahora, cuando la impronta de nuestras huellas persiguen un ideal sustentado por loables principios , la consistencia hace su triunfal entrada en el pórtico sagrado de la historia de los pueblos, que alienta y motoriza la conducta de los buenos hombres y mujeres, sirviendo de acicate para que otros continúen la jornada en la cadena de las subsiguientes nuevas generaciones.
La siembra de valores imperecederos conquistan un pedestal de naturaleza espiritual, no así cuando la riqueza material acompaña a los seres humanos como leif motiv.
¿Recordarán algunos los ricos y egoístas de fines de siglo X1X?. Nadie posiblemente, porque no registramos la simple acumulación personal de patrimonio, se pierde en el tiempo, pero J. Martí sigue en pie con su recia personalidad moral e intelectual. ¡Qué justicia hace la historia!.
Son muchas sociedades que están pasando esta transición, que resulta dolorosa para la generación histórica que va muriendo y que muere sobre todo en su virtual desesperación al ver un mundo que revierte su estilo de vida y transforma diversas manifestaciones de cultura en espectáculo
A los egoístas, si los menciona la historia es para denigrar su proceder por no aportar generosidades a la sociedad que les tocó vivir.
En el laberinto de la existencia humana, los ideales engrandecen a los seres que luchan incansablemente por la superación de su sociedad o comunidad, sin pretensiones vanidosas, sino para que su Patria sea orgullo del mundo por su trabajo, sueños y utopías.
Lo dijo Pedro en el Salón de la Fama Coperstown con toda franqueza: "no me vean como un jugador que ha acumulado números en Grandes Ligas, sino que lo vean un ejemplo de esperanza, fe y lucha". ¡Cuánta grandeza en pocas palabras!
Esos son los valores de que urge la sociedad, que tanto se queja de la actual quiebra de valores. Sigamos esos ejemplos, que todos saldremos premiados, sin tantos sufrimientos.
En la culminación del Día del Padre recibí un mensaje, sin alarma fantasiosa, de mi parte de mi hija artista Anayansi, que me conmovió intensamente por el valor intrínseco que conllevaba en su significado:
"mi modelo a seguir en todo momento, mi fortaleza en momentos de penumbras. Mi eterna admiración por su ardua labor de educador y perseverancia ante una sociedad carente de valores…".
Desde luego, palabras que no son motivos para envanecernos, sino para comprender el pragmático sentido de la sentencia , porque la familia y el Estado no están cumpliendo con la educación de sus hijos con ejemplo de educación hogareña. Ellos escuchan y leen cotidianamente el ejemplo dañino de sus gobernantes y congresistas diciendo una cosa y a las pocas horas desmentirse en sus propias elocuciones y hechos.
En ese escenario enfermizo se empuja el joven al delito y las drogas como parte de una vida light.
A continuación la proverbial frase del dramaturgo alemán que hizo canto el artista cubano Silvio Rodríguez que recoge todo lo hermoso de un bello ideal:
"Hay hombres que luchan un día y son buenos, Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles". (Bertolt Brecht).
Nos reconforta que sin embargo hayan jóvenes e hijos que sepan apreciar con tanto amor los principios enarbolados por los hombres y mujeres que han ofrendado lo mejor de su esfuerzo y talento para conquistar nuevos escaños en la superación de la sociedad dominicana. Como esperanza alentadora , aún en medio de tantas imposiciones de antivalores, he reflexionado que las grandes crisis traen grandes soluciones y que no desesperéis porque las nuevas generaciones encontrarán el camino que les deparará el destino social y político.
Son muchas sociedades que están pasando esta transición, que resulta dolorosa para la generación histórica que va muriendo y que muere sobre todo en su virtual desesperación al ver un mundo que revierte su estilo de vida y transforma diversas manifestaciones de cultura en espectáculo( ref. Mario Vargas Llosa).
Esa es la época que nos ha tocado vivir con sus diversas, complejas y transformadoras animosidades, no hay marchas atrás, ya los saben: la historia es irreversible con vaivenes inconcebibles y misteriosos que solemos tildar de incertidumbre.