En el 2013 la nación Dominicana ha ganado dos batallas importantes en la defensa de la riqueza económica, minera y ambiental de nuestro país: La Barrick Gold y Loma Miranda, en ambas el estado y  la nación, mediante la sociedad civil, los grupos ambientalistas y otras organizaciones ha ejercido el derecho soberano de defender los intereses económicos y ambientales que conforman los activos de nuestro patrimonio nacional.

La roya del café, enfermedad que está atacando los cafetales nacionales desde el 2010, es un gran enemigo de la riqueza nacional, tanto económica como ambientalmente, ya que está diezmando el principal activo de la caficultura del país, por ende parte del patrimonio nacional, representado en las dos millones de tareas sembradas de café que cubren las cuatro principales cordilleras y sierras del país.

El impacto de la roya sobre el sector cafetalero nacional según la Organización Internacional del Café, OIC (2013) se expresa en una pérdida de 105,500 empleos y 615 millones de pesos solo en la cosecha del 2012/2013, sin embargo esta realidad no ha generado ni en la sociedad civil, ni en los grupos ambientalistas y ecologista, ni en el estado el suficiente interés, ni el suficiente temor ambiental que otros casos han generado.

El estado dominicano huérfano de una estrategia y de acciones de combate y control de la enfermedad, tímidamente ha anunciado las siguientes acciones:

20/12/2012 – Gobierno dispondrá de RD$4,000 millones para combatir la Roya del café anunciado en Chene, Enriquillo, Barahona
13/03/2013 – Senado pide declarar en Estado de emergencia el Café por la roya.
10/04/2013 – Decreto 103-13 que declara de alto interés nacional el control de la roya del cafeto (Hemileia vastatrix) y crea la comisión para el manejo integrado de la roya del cafeto.
11/04/2013 – Crean fondo de RD$154 millones para roya del café.

Ningunas de las cuales ha tenido la repercusión en el sector cafetero nacional,  logrando generar las acciones y la confianza necesaria en los actores para enfrentar la enfermedad, esa actitud quizás sea por la falta de liderazgo institucional o por la falta de una estrategia de control y de trabajo bien definida con la cual se pueda luchar contra el desastre natural que representa la roya

Las consecuencias ambientales de la desaparición de la caficultura nacional comprometería la oferta de agua a nivel nacional para consumo humano, para riego y para uso industrial; expondría a la perdida y/o degradación de los suelos de esas dos millones de tarea de cafetales debido al cambio de uso de la tierra y pondría en riesgo, debido a la sedimentación, a las principales infraestructuras hidráulicas del país; también se perderían otros servicios ambientales que en la actualidad está aportando los cafetales nacionales como serian la captación y fijación  de carbono, la biodiversidad y otros.

A nuestro juicio la estrategia de combate y control de la roya del cafeto más sustentable, sostenible y financieramente factible es la de cambio varietal con variedades tolerantes o resistentes a la enfermedad; con la aplicación de la misma se lograría cambiar cafetales con una media de edad de 40 años por cafetales jóvenes, se modernizaría tecnológicamente la caficultura nacional, se incrementaría la producción nacional, se generarían ciento de miles de empleos y se preservarían los servicios ambientales que en la actualidad nos aportan las dos millones de tareas sembradas de café.

El costo unitario de la estrategia de cambio varietal es de RD$15,514.43 por tarea. La factibilidad financiera de un proyecto nacional de cambio varietal se demuestra en que tendría una tasa interna de retorno del 11% y un periodo de repago de 13 años esto es a una tasa  de interés del 8% anual y en un horizonte temporal de 15 años y el monto total del proyecto nacional ascendería a la suma de US$ 754,960,097.00; casi US$95 millones menos que la nueva línea del metro anunciada en esta semana, cuya inversión ronda los US$850 millones, pero con la diferencia de que el impacto del proyecto de cambio varietal irá a beneficiar a todos los productores de café  y a los dominicanos de las regiones más pobres del país.