Señores, los malones no paran de inventar cómo fuñir a los honrados ciudadanos para robarles el bolso, la cartera o los pantaloncillos, si son de marca reconocida. Ahora, poniéndose al día en las técnicas más avanzadas del delito, se están volviendo más sofisticados utilizando un alcaloide llamado escopolamina, que el pueblo -sabio bautista-  ha comenzado a llamar “la “burundanga”.

Se trata, según explica la policía, de aplicar una especie de narcótico muy potente, que a través de la inhalación o de contacto con la piel atonta a las personas, algunas aún más de lo que habitualmente son, durante unas cuantas horas y, en consecuencia, las deja a merced de las ordenes de los cacos, a quienes obedecen como si estuvieran hipnotizados.

Se acabó eso tan clásico de atracar en un vehículo conminando a los pasajeros mediante el amenazador ¡manos arriba! o ¡la bolsa o la vida! tan usado en las películas de antes, o al estilo más coloquial que se utiliza en estos tiempos violentos de ¡dame los cuartos o te rajo en canal como a un cerdo! o ¡pásame el reloj o te descerrajo cuatro tiros entre ceja y ceja!

Ahora con toda tranquilidad, gracias a la Burundanga, se pueden llevan las pertenencias con la máxima corrección diciendo, por favor, caballero o, hermosa dama, hágame el favor de darme todo lo que sea de valor, dinero, joyas, tarjetas de crédito… y el burundangueado, responde: sí amo, lo que tú desees, estoy  tus ordenes, y se lo entrega mansamente, sin miedo ni estrés, evitándose así muchas muertes ocurridas por el hecho de oponer resistencia a los asaltantes. Visto desde esta perspectiva, la Burundanga hasta es un avance en materia de robos y asaltos.

Ahora también, algunos parranderos podrán llegar más de madrugada a sus casas poniendo la excusa de que unos malvados les pusieron Burundanga en los traguitos de los viernes y, además de quitarles la paga semanal, los dejaron unas cuantas horas sin saber nada donde iban ni lo que hacían.

De seguir en auge este nuevo estilo de atraco, habrá que pensar en cómo defenderse de los efectos de la Burundanga. Tal vez, forrarse de ropa hasta las orejas, o al abordar nuestros vehículos o carros públicos tendremos que utilizar las molestas y antiestéticas máscaras anti gas, o la forma más barata y simple de taparse las narices con pinzas de colgar la ropa.

Vamos, que los delincuentes son como Nueva York, nunca duermen, una y otra vez se ponen al día con las técnicas o métodos más eficaces para quedarse con lo de uno ¡siverguenzas!… ¡burundangos!