En todos las partes y componentes en el proceso aprendizaje-enseñanza, e incluso en la sociedad general misma, nos encontramos con la disyuntiva entre, por un lado, estudiantes y (mucho más preocupante) educadores no nacidos en la era de la tecnología digital intentando a duras penas reciclar sus conocimientos y adaptarse a los nuevos avances incluso en las condiciones más precarias y, por otro lado, los que nacieron con un Smartphone, en vez de pan, debajo del brazo; los unos dados a conocer por los estudiosos como Inmigrantes Digitales, los otros como Nativos Digitales. Nos encontramos con dos, o incluso tres, generaciones en la lucha por encontrar vías de comunicación que faciliten el éxito académico en las aulas para garantizar el éxito profesional y la resolución de los problemas derivados del día a día. Esta disyuntiva es uno de los retos de la educación del siglo XXI más estudiados en la actualidad,y uno de los más difícilesde abordar debido a la resistencia ejercida por las partes implicadas o a la negativa de las autoridades a invertir el tiempo y los recursos necesarios.
La característica principal de dicha brecha, en el caso de República Dominicana, esel abandono prehistórico y deliberado de la educación por parte del Estado, que nos sitúa en el fondo de lagunas educativas y sociales muy difíciles de sortear sin la convicción y determinación del Gobierno y de las parte implicadas en el proceso aprendizaje-enseñanza; la implementación programada de las nuevas tecnologías en la educación es una de estas.
Es bien cierto que la modernidad líquida, después de la internet y Facebook, nos urge a comprenderla transformación de los Entornos Personales de Aprendizaje (Personal Learning Environments) que han dejado de ser exclusivamente el aula y los libros de texto, para salir incluso de las fronteras nacionales y enriquecer los contenidos educativos mediante Ambientes de Aprendizaje Social (Social Learning Environments) tales como redes sociales, webquests, micro-bitácoras, entre otros. Por otro lado, es extremadamente necesario el empoderamiento de los estudiantes en la administración de sus conocimientos, intereses, afinidades y resultados académicos, en todos los niveles educativos, a través de Sistemas de Gestión de Aprendizaje (Learning Management System) como son las Carpetas de Aprendizaje, por poner un ejemplo, y mediante la Academia Virtual de Aprendizaje (Virtual Learning Academy), en el caso de la Educación Superior.
Dicho lo anterior, comprender a los Digitales como Nativos o Inmigrantes, de acuerdo con la teoría pedagógica de la industria de pensamiento de Prensky, sería como admitir que República Dominicana no tiene posibilidad alguna de salvar el gran obstáculo de la escasa inversión económica y de recursos humanos en la Educación, para convertirse en una nación próspera capaz de enfrentar los retos actuales y futuros (llámese cambio climático o multiculturalidad) sin la necesidad de intervención por parte de la comunidad internacional; lo que me niego a aceptar rotundamente.
De modo que en un mundo en que las nuevas tecnologías están cambiando no solo nuestros hábitos sociales sino también hasta nuestro uso del lenguaje, nos resulta necesario aclarar algunos términos. Comencemos por proporcionar la definición de dos de los términos implicados y los usos en cuestión.
De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española:
Nativo, va.
2. adj. Perteneciente o relativo al país o lugar en que alguien ha nacido.
3. adj. Nacido en el lugar de que se trata. U. t. c. s.
4. adj. Innato, propio y conforme a la naturaleza de cada cosa.
Inmigrar.
1. intr. Dicho del natural de un país: Llegar a otro para establecerse en él, especialmente con idea de formar nuevas colonias o domiciliarse en las ya formadas.
De acuerdo con estas definiciones significantes, el uso de estos términos para explicar el concepto de la ciudadanía digital desvirtúa la naturaleza dinámica inherente a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC); hace necesario aceptar que hay personas nativas digitales y suponer que siempre lo serán, como si los avances tecnológicos evolucionaran a la misma velocidad que la sociedad que hace uso de los mismos; presupone que hay personas que inmigran a este “otro país”, implicando que la participación en la construcción de los medios y en los hábitos de uso sería siempre de aceptación e implementación de lo que se les viene dado. Todo esto sin llegar al tema de la inmigración ‘indocumentada’.
Y llegó Mark Prensky… pero olvidó que los nombres de especies, en latín, se escriben en cursiva y que la variación específica también se ha de traducir (o inventar) y escribir con minúscula… de forma que: Homo sapiens digitalis…
¿Y qué pasa con los pobres países ricos y los extremadamente pobres países pobres donde las telecomunicaciones son aun prohibitivamente caras?
¿Cómo extenderán su sabiduría hasta hacerla digital…?
Pienso que concebir a los digitales en estos términos implica una reducción obligada de las capacidades del ser humano, haciendo al ser extensión de lo útil y no al revés, como se entiende en Metafísica. Históricamente el hombre pasó de adaptarse a su medio a dominarlo hasta lograr los avances que nos permiten modificarlo o transformarlo -¿Inteligencias múltiples, quizás?-. De hecho hay quien expone que la naturaleza humana es su extremada libertad de ser una cosa u otra, su flexibilidad… cabe agregar la capacidad de convivir en armonía (cuando se quiere) con el otro-que-yo.
La ciudadanía digital, entendida en términos prenskianos exclusivamente, obliga necesariamente a renovar la “Jura de Bandera” bastante a menudo debido a que el mundo digital se mueve tan rápido que la nacionalidad no llega a consolidarse nunca… teniendo en cuenta esto me atrevería a afirmar que ni tan nativos ni tan inmigrantes… “simplemente” Homo sapiens flexilis…
Para leer más sobre Mark Prensky (porque vale muchísimo la pena):