Aunque no parezca cierto, miles de personas aún ignoran que la Biblia fue el libro fundamental en el que se basaron los redactores de la carta universal de los Derechos Humanos, y desde siempre se ha considerado que contribuyó al desarrollo y concepción de los derechos y garantías fundamentales.

Por ejemplo Rene Cassin -uno de los principales promotores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (proclamada en 1948)- afirmó haberse "limitado a traducir los Diez Mandamientos a lenguaje moderno"  un claro ejemplo de los resultados de escudriñar el primer decálogo divino en la historia.

Sin embargo, hay muchos grupos, minorías que rechazan la Biblia, considerándolo un libro fuera de época y desfasado, uno de los grandes errores surgidos de la ignorancia.  Todo lo contrario, la Biblia siempre ha sido un documento de consulta y de opinión respecto a derechos usado  por grandes estadistas y hombres de pensamiento.

La primera afirmación acerca de la dignidad humana se encuentra en el libro de Génesis cuando se afirma: Dios creó al hombre a su imagen, lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer.  Esta la considero como la primera expresión divina en la humanidad de que todos somos iguales.

Si leemos a través del texto bíblico, nos podemos dar cuenta  de que Dios manifestó una predilección especial por los más pobres, los desprotegidos, los huérfanos, las viudas, los extranjeros (desplazados), en una palabra por los necesitados.

La legislación del Levítico es clara en este sentido; los profetas hablan de la justicia de Dios en favor de los necesitados y del buen tratamiento a los extranjeros. De la misma manera, en el Nuevo Testamento de manea reiterada y sistemática Jesús actúa en favor de los pobres que son bienaventurados, el Sermón del Monte es una clara muestra.

También el texto bíblico muestra en su contenido que  no hay razón para discriminar a nadie por su condición de mujer, ni por su raza, ni por su oficio, ni por ser pecador o prostituta.

Todos estos planteamientos no se hacen sólo de manera abstracta.  Si tomamos el ministerio de Jesucristo, o la actividad de los profetas en el antiguo testamento, la concepción primigenia de la noción ético-jurídica de derechos humanos en la Biblia,  es previa a las concreciones morales de la ética económica, cultural, política, de las sociedades modernas.

Refuerza la concepción de proteger el derecho de los más necesitados y desvalidos.  Los profetas entre ellos principalmente Isaías y  Amós presentan a Dios como El Primero y Justo.  Explicaron claramente que la humanidad tiene un compromiso de respetar los derechos de los pobres y oprimidos.

Una de las razones del por qué la exigencia para el  cumplimiento los derechos humanos no se agota es que su significación no depende estrictamente del plano jurídico, sino que pertenece a la realidad histórica de la humanidad en todos los tiempos.

Además de pertenecer a la realidad histórica, los derechos humanos necesitan una concreción sociológica en el universo axiológico (escala de valores), son categorías de derecho positivo y a la vez categorías éticas que constituyen valores básicos.

El  derecho a la vida por ejemplo, se fundamenta en que todo hombre es criatura de Dios hecha a su imagen y semejanza, y por lo tanto, quien levanta la mano contra el hombre la levanta contra Dios: Derramada será la sangre de cualquiera que derrame sangre humana, porque a imagen de Dios fue creado el hombre (Gn 9,6).

El Nuevo Testamento continúa con el  respeto que por la vida tiene el Antiguo. La vida aparece como un bien inapreciable (Mc 8,37). Jesús se preocupa por la salud de los hombres, restaurándoles su dignidad y curó enfermedades que mantenían un estigma social en los individuos como es el caso de la lepra.