En los tiempos actuales la política se ha desacreditado como resultado de los hechos bochornosos en que a diario se ven envueltos muchos políticos, sin embargo, es justo recordar que por siempre, se ha establecido que la política es aquella ciencia cuyo fin último es el bien común, tenido este, como el interés de todos en general. Esto no implica una definición de la política como tal, lo que está sobradamente tratado

El bien común como objetivo general de la política, es la única manera legítima y moralmente lícita de ejercer el poder político para conducir a la sociedad mediante aptitud ética, como pensaba Confucio; y que como afirmaba Aristóteles, era necesaria para vivir en plenitud moral. La política tiene como origen la necesidad de dirección y organización de las personas, en otras palabras, de un gobierno; pero donde prime como valor inspirador la justicia social. Tiene también un trasfondo que se acerca a lo ético, a lo democrático y lo pluralista de forma que asegure el reparto equitativo de derechos y deberes.

Tales derechos y deberes, son intrínsecos de las personas, son fundamentales, son inviolables y están contenidos en el bien común a que hacemos referencia, que no es más que el bien de la comunidad, fin último de la política; bien común por el que propugna la biblia, subordinando a este, el orden social y el progreso de los pueblos.

En el Génesis, se nos transmite la primera decisión política de que se tenga noticia: “la creación”, se crea el primer orden político de la historia, el primer poder (el divino) al que se debe sumisión y respeto. La Biblia, se muestra contraria a la anarquía y al desorden, por lo tanto, ve con buenos ojos ese origen de la política que busca dirección y organización y que se corrompe cuando en su accionar se antepone el interés particular o de grupo, al interés general. En la Biblia encontramos la palabra de Dios, que según el Apóstol Pablo esta tiene entre sus funciones enseñar, censurar, rectificar y disciplinar en justicia, lo cual promueve los cambios de actitud y de conducta.

En Josué 1:18 se da cuenta de que cuando Dios le confió a Josué el Gobierno de Israel, le dijo: “Este libro de la Ley no debe apartarse de tu boca, y día y noche tiene que leer en él en voz baja, a fin de que cuides de hacer conforme a todo lo que está escrito en él; porque entonces tendrás éxito en tu camino y entonces actuarás sabiamente”.

Cuando los gobiernos se comprometen en equilibrar las desigualdades que se dan en todas las sociedades, entonces decimos que está poniendo en práctica los postulados de la Justicia social. Esto significa que como política de todo Gobierno, este deberá establecer las condiciones para que todo el pueblo se desarrolle en términos de igualdad; por lo tanto, no deberían existir unos pocos ricos que posean casi toda la riqueza del mundo, mientras la gran cantidad de habitantes son extremadamente pobres. Asimismo, el concepto de justicia social, se encuentra en no pocos preceptos de la Biblia, lo que nos configura a Dios como un Dios de justicia, que llama a ayudar a los pobres y afligidos a través de la justa distribución de la riqueza, lo que se logra por medio de una buena administración gubernamental. La justicia social se refiere a derechos y deberes, a la igualdad de oportunidades, al Estado de bienestar y reducción de la pobreza, temas que son de principalía en la agenda política mundial.

Todos los hombres verdaderamente cristianos se identifican con los valores por los que propugna la sagrada biblia y todos, a diario, nos vemos involucrados directa o indirectamente en la política, pues se vive en sociedad; por ejemplo, cuando ejercemos el derecho al voto, nos estamos involucrando en política. Haciendo una lectura política de la biblia, llegamos a comprender en qué se basa la autoridad divina y qué justifica nuestra obediencia a gobernantes y al orden político.

En la Biblia encontramos el mensaje poderoso de Dios, que según Romanos 1:16 es de mayor poder de transformación que todo discurso político; que según Mateo 28:18 es una autoridad mayor que la autoridad política; y del que según Mateo 5: 13-16 hemos recibido un nivel de influencia mayor que la influencia política; por lo que todos, debemos abrevar de esta maravillosa fuente que apaga la sed más intensa.

Con la lectura de la Biblia se transforman gobernantes y gobernados, aquellos que se corrompen, aquellos que faltan a su juramento a algún cargo. Aquí actúa la lectura de la Biblia para limpiar lo pecaminoso, para enmendar conductas; de manera que la lectura de las sagradas escrituras siempre será provechosa en cualquier sociedad, y los hombres y mujeres del mañana desde su primera juventud, deben acercarse a ella.