En su edición de ayer este diario publicó una nota con una foto en la que figuran tres senadores del PLD informando de su oposición a la reelección del presidente Danilo Medina. Estos distinguidos caballeros aparecen portando pequeñas banderas de papel como muestra aparente, y mediática podría decirse, de su patriotismo y respeto a la Constitución de la República, que prohíbe la sucesión presidencial consecutiva. Resalta en la gráfica un detalle muy curioso: el símbolo sagrado de la nacionalidad dominicana, está al revés, con el cuadrante rojo superior a la izquierda.
El uso de la bandera con sus colores invertidos se entiende como un estadio de guerra o de muy grave conflicto interno. Supone una situación quiebra moral, en la que se requiere de ayuda, y aunque en la oportunidad presentada por este diario no simboliza ninguna de ellas, ya que la nación no está enferma, es obvio que el hecho denota un desconocimiento imperdonable, talvez de inconsciente descuido, del valor del más importante de los símbolos patrios.
El respeto a la bandera no significa solo el uso adecuado de sus colores, lo que entre nosotros no se observa con rigor, porque es usual que en un mismo edificio público, lo vemos en el Congreso y en los ayuntamientos, ondeen unas del lado de otras con azules distintos, el más frecuente el conocido como “blue navy”, de apariencia más oscura, elegante en la ropa femenina y en los trajes masculinos, pero inaceptable en los cuadrantes de nuestra bandera. A diferencia de un artículo de la Constitución o de la Carta misma que pueden ser objetos de reforma, como tantas veces ha ocurrido, el azul y el sitio que le corresponde en la enseña nacional, requiere de un tratamiento más respetuoso de los ciudadanos y de sus representantes en el Congreso. El hecho es que la reelección consecutiva, no así la diferida, sigue prohibida sólo porque fuerzas dentro del oficialismo así lo han querido.