Decía mi profesor de matemáticas en Chile, un reputado español y genio de los números, que las estadísticas son como las mujeres en bikini. Enseñan gran parte del cuerpo, pero no lo mas importante. Eso fue hace 46 años cuando hacia mi maestría en ese país.
Hoy ese comentario podría tacharse de ofensivo en términos del género, pero se aplica a ambos sexos.
Traemos esto a colación porque los voceros gubernamentales se pasan el año hablando del crecimiento de las exportaciones, pero sin mostrar lo esencial.
Y la verdad es que el déficit del comercio de bienes está aumentando cada año y en el 2018 rompió la tasa. Aumentó un 21% respecto al 2017 a pesar de que las exportaciones aumentaron un 7.28%.
Según cifras de la DGA y del Barómetro de Comercio Internacional de la PUCMM, el déficit del año pasado cerró en US$11,117 millones (24% del PIB), superior en US$2,575 millones al del año 2017, que cerró en US$9,185 millones (21% del PIB).
Este incremento está muy por encima del crecimiento en el superávit que arroja la balanza de servicios, que ronda los US$5,200 millones y cuyo crecimiento entre el 2016 y 2017 fue de 8.7%.
Para 2018 el crecimiento del superávit en la balanza de servicios respecto al 2017 se estima en 8.4% (dato disponible a septiembre).
O sea, el déficit en la balanza de bienes esta llegando a un punto en que podría superar tres veces el superávit de la balanza de servicios, aumentando el riesgo de una nueva escalada en el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos después de haber descendido bastante entre el 2010 y el 2016.
En el 2017 el déficit de la cuenta corriente fue apenas de 0.2% del PIB, pero este año a septiembre ya registra un monto de US$615 millones (0.8% del PIB) cerrando posiblemente por encima del 1%.
Y el problema no es solo la importación de petróleo ya que casi todos los bienes de consumo aumentan (10.95% entre 2017 y 2018), como el arroz, leche, carne, azúcar refinada, café etc. También aumentan las importaciones de otros productos alimenticios elaborados y semielaborados y una variedad de materias primas sustituibles para la agropecuaria y la industria.
En fin, con un régimen cambiario favorable, las importaciones son un gran negocio por lo que muchos industriales prefieren cerrar sus fábricas para convertirse en importadores de los bienes que producían.
No hay escape del subdesarrollo si no logramos revertir esta tendencia y lograr un superávit en el balance de bienes. Pero eso implica grandes cambios en la política económica e institucional que no se visualizan ni en el mediano ni largo plazo a pesar de lo mucho que se habla sobre la competitividad.
Revisen la historia económica de Asia para que lo entiendan, comparando países del mismo tamaño que el nuestro o más pequeños, que han hecho milagros por su tenacidad de convertirse en grandes exportadores.