En este mismo sentido, el recorrido fotográfico dinamiza el cuerpo de la relación forma-contenido, ajustada a la función integradora de una cosmovisión que se convierte en pacto con lo real-imaginario. El fotógrafo ha constituido una estética y una narrativa en cuyos ejes encontramos los latidos de una cultura de los signos del Caribe insular. El ficcionario fotográfico revela en el caso del artista Mariano Hernández un cosmos visual consolidado mediante un lenguaje viviente y surgido de la relación luz-color-materia luminosa, donde el mismo sujeto de la fotografía se articula como eje de significación artístico-cultural.

Desde la perspectiva antropológica dinámica el acto fotográfico moviliza los contenidos geoculturales desde una organización estético-sincrónica de los elementos, activados por el ojo fotográfico del artista, de suerte que la memoria cultural dominicana predomina en piezas como Juanpa en la Jungla roja (2012), Negro de la joya (1996), Por los aires (2011), Tiznao de La Victoria (2011), Tiznao con bandera (2013), Guloya santiaguero (2014), Cachúa de Hato Mayor (2012), Cachúa de colores (2014) y Diablo explosivo (2011), entre muchas otras,

La biografía artística de Mariano Hernández (Jimaní-Puerto Plata, 1995), comprende una trayectoria de varias etapas de trabajo fotográfico, no solamente en República Dominicana, sino también en muchos lugares del Caribe  (Trinidad-Tobago, Puerto Rico, Curazao, Haití, Cuba, Islas Vírgenes británicas y Martinica), donde su cámara-ojo ha captado espacios de la diferencia antropológica y social visibles en su discurso fotográfico.  En su caso, el lente sitúa y organiza lo real como diferencia tempo-espacial desde un concepto de memoria de lo visible apreciado por sus estilemas que marcan el mundo fotográfico de nuestro artista.

Los diversos planos, ángulos y suspensiones figurales, estimados desde un posicionamiento fotográfico ya reconocido en el país y en gran parte del Caribe y América latina sobresale en sus expo-individuales, en su labor como miembro co-fundador de Foto-Grupo, como editor fotográfico de revistas, periódicos y en trabajos de investigación que ha llevado a cabo con etnólogos, investigadores artísticos y culturales.

Se podría decir que el arte fotográfico de Mariano Hernández se reconoce como oficio de la memoria dominicana e insular del Caribe. La caribeñidad se reconoce en su obra como forma-sentido y arte-movimiento, ambos cifrados en los ejemplos visibles en catálogos, libros de arte, expo-colectivas y expo-individuales que registran las principales huellas culturales que conforman su discurso fotográfico.

Algo que también se destaca en sus creaciones fotográficas es la poética de lo híbrido en su mundo visual. La variedad de sus temas y pronunciamientos figurales e imaginarios alcanza un horizonte de valores asumidos como concepción estético-artística donde la cámara-inscripción documenta y teje el motivo, la impresión de mundo que concentra el acto fotográfico.

De ahí que una poética de lo visible caribeño consolida su lenguaje de comunicación conjuntamente con un lenguaje de significación que revela sus huellas de la mirada mediante líneas de creación sugeridas por un oficio artístico sostenido desde un concepto de visualidad fotográfica advertido en su espacio creado como urgencia estética y horizonte de interpretación.

El valor del cuerpo, la máscara y el registro fotográfico aparece mediante el vínculo con la escena crítica de la cultura. Este aserto se apoya en las diversas muestras y proyectos fotográficos que el artista ha llevado a cabo a lo largo de una carrera artísticamente estimable como visión y lenguaje asumidos desde su espacio de origen. Lo que explica el vínculo y la dimensión cultural de la cardinal fotográfica en gesto, valor plástico y vincular en su obra.

Las últimas creaciones fotográficas de Mariano Hernández, revelan los puntos convergentes de una identidad  raigal caribeña visible en espacio, gesto y cultura en movimiento, valor y lenguaje como sostén de obra, raíz y horizonte artístico pronunciado desde una aventura real-imaginaria potenciada por los signos de la otredad y la diferencia.