Se cuenta que un joven músico asediaba a Wolfgang Amadeus Mozart para que le ofreciera algún consejo o receta sobre su gran talento y le comentó que, por ejemplo, él había leído cuantos manuales de música le cayeron en las manos y no había podido acercarse siquiera a él.

-Ahí está la cuestión, le habría dicho el artista brillante, -yo, para ser Mozart, no he necesitado leer manual alguno.

En la adolescencia, cuando casi todo parece seguro, y nada lo es, en esencia, resulta perdonable leer libros de la llamada autoayuda, una construcción gramatical que deja más dudas que construye certezas.

Una vez salidos de esa odisea inquietante, es imperdonable ese tipo de consultas como si de la falsa ciencia de la astrología se tratara. En primer lugar ¿cómo es eso de que hay que ayudarte a que te ayudes como si fueras un tarado más?

Hay casos exitosos en lo que sus autores son los primeros en asombrarse de sus éxitos ofreciendo recetas de conducta que a lo mejor ni ellos siguen

Si uno camina bien ¿para qué necesita muletas? Si las muletas son dudosas, ¿para qué utilizarlas? Si no se tiene talento para un trabajo, siempre habrá la oportunidad de comenzar otro. (Ya esto se está pareciendo, también a la criticada “autoayuda”).

La Naturaleza, dados los efectos compensatorios que sustenta y que son una realidad indudable, no desampara a nadie. Ofrece salidas exitosas si se hace el esfuerzo debido.

La mente humana está diseñada para buscarle salidas a situaciones complejas como la pérdida de algún órgano, por ejemplo, siempre que no sea vital, lo cual complicaría bastante las cosas.

El caso es que si de adulto todavía necesitas “autoayuda” eres irremediablemente mediocre y no hay cura para esa condición. Afortunadamente, no hay pecado en serlo.

Es esta una manifestación de los juegos discriminatorios de la Naturaleza que reparte talentos como asimismo oscuridades a ciegas.

El libro de autoayuda es por lo general una forma discursiva de consejos de gente que no necesita nada como ser aconsejada.

Hay casos exitosos en lo que sus autores son los primeros en asombrarse de sus éxitos ofreciendo recetas de conducta que a lo mejor ni ellos siguen.

Si se sospecha que se tiene talento para algún tipo de arte u oficio, éste probablemente se mostrará, llegado el momento.

Mientras tanto, se ejerce de aficionados sin complicarse la vida.

Ahora bien, se exige que para todos los casos se lea, se investigue, todo lo relacionado con el tema, su historia y desarrollo como muestra de respeto hacia sí mismo y hacia lo que se aspira a desarrollar.