El mundo de hoy vive a la deriva, sin diálogo, con poca fuerza en los árbitros reguladores internacionales, amenazas de confrontaciones bélicas en ciertos lugares, recesión económica previstas para los años que vienen, pandemia, que nos lleva a casi un millón de muertos, relaciones hostiles con el medioambiente que ha impactado negativamente en el ecosistema, degradando su calidad y efectividad ambiental, lucha por el control del mundo entre EEUU y China, desorientación en el mundo religioso, también afectado este por la desubicación, y algo desesperanzador para orientar y canalizar los vacíos existenciales y, a todo esto, ausencia de paradigmas.
Todo este rompecabezas nos sugiere un cuadro desolador para la humanidad, el equilibrio de fuerzas, la economía mundial, la paz social y posibles hambrunas, conflictos sociales, guerras y un desajuste en el ordenamiento mundial que obligará a sentarse para encontrar camino de entendimiento entre los líderes mundiales (con la desconfianza e ilegitimidad en que hoy se encuentran); recomponer el mapa de la riqueza y la distribución de los márgenes de beneficios en esta economía neoliberal que ha disminuido la calidad de vida de mucha gente a favor de unos pocos que se han beneficiado de este orden económico internacional, sobre todo apoyado por las grandes corporaciones, es un reto a vencer.
Sin paradigmas, con una fe más individual que colectiva, y en medio de un vacío existencial, debemos ingeniarnos como humanidad para crear formas y maneras de salir adelante
Atención, si no hay paradigmas, la lucha entre EEUU y China no es de orden ideológica como durante la Guerra Fría, cuyos conflictos eran marcados por las ideologías y los paradigmas levantados como utopías de un mañana mejor.
El desconcierto hoy es de múltiple naturaleza, tanto ideológico, como medioambiental, económico, social y emocional, incluso me atrevería a afirmar, que lo es también, de orden espiritual, porque no podemos negar que el laberinto de religiones ha venido, no a salvar vidas, sino a formar parte del juego de poder y económico en los pueblos, perdiendo parte de su esencia que, si bien nunca era absolutamente sacra en sus acciones, daba la impresión de que cuidaba las formas.
Ante los abismos y vacíos, la religión y las utopías han desempeñado una alfombra que suple estas crisis cíclicas a que se ve sometida la sociedad en determinados períodos de la historia. La ausencia hoy de estos referentes crea un punto de inflexión delicado para el mantenimiento del necesario equilibrio social e individual porque a todo ello, y a la ausencia de autoridad entre los árbitros, se suma como factor negativo en la búsqueda del punto medio de los intereses y desajustes provocados por un modelo de desarrollo completamente excluyente, y de capitalismo salvaje como le llamó Juan Pablo Segundo a finales del siglo XX, una ausencia de propuesta societal creíble.
Gobernar una sociedad hoy no es cuestión de llevar un recetario de tal cual modelo o esquema social o económico, es imposible hoy abrazar un paradigma en momentos en que todos se han resquebrajado, han faltado a su ética y fundamentaciones de su esencia, y en muchos casos, han negado sus paradigmas, como algunas experiencias latinoamericanas en ese orden.
La modernidad y la Ilustración del siglo XVII que le acompañó, sus teorías fundamentales como el racionalismo, el enciclopedismo, el liberalismo, les han fallado en sus resultados, de ella se ha salvado el humanismo, pero lamentablemente ha encontrado pocos adeptos en las estructuras de poder que han dominado el mundo.
El marxismo, surgido a finales del siglo XIX como alternativa utópica para superar el capitalismo y liberar al mundo de las trabas y limitaciones de este modo de producción que multiplicaba la riqueza y la tecnología con exclusión social, se ha enclaustrado en una desigualdad de acceso a la riqueza social que lo ha imposibilitado en sus alcances; también el marxismo como paradigma negando al capitalismo, se llevó consigo la democracia y ha mostrado deficiencia en la gestión económica y la producción de riqueza social.
Las democracias abiertas de algunos países europeos conocidas como social democracia, se esfuerza por articular los dos modelos confrontados: capitalismo y socialismo, estas sociedades hoy se diluyen entre liberalismo, populismo y reajustes hacia el nuevo orden internacional que da primacía a las leyes del mercado y del capital en detrimento del beneficio social, aunque ciertamente son las que mayores resultados sociales de distribución de riqueza y equidad han alcanzado.
Las democracias, sobre todo en países donde la economía y sus instituciones son débiles como el nuestro, es la mayor fracaso, doblegadas y sometidas desde la fundación de sus estados modernos hacia el siglo XIX a grupos oligarcas y elites políticas que no han rebasado el siglo XIX en sus mentalidades y practicas sociales, por tanto, son democracias débiles, en muchos casos, secuestradas por el poder político o manejadas con posturas populistas que usan las masas para escamotear un ejercicio pleno de derechos en beneficios de grupos de poder.
En este cuadro social, nos sorprende una pandemia que aún no sabemos si es producto de procesos sanitarios normales, provocadas por la guerra bacteriológica o por un accidente de laboratorio como parte de esa guerra bacteriológica. Todas las teorías ante tanta manipulación de información, son pertinentes tenerlas en cuenta. Por cierto, el panorama no se pinta halagador, es sombrío, esta vez porque las prácticas sociales con la que se relacionan los grupos humanos no respetan los límites y los protocolos que ella amerita, es una pandemia con efectos cíclicos y podría durar un tiempo antes de que terminemos conviviendo de forma natural con ella.
Ha desnudado la pandemia la manipulación de la información o guerra comunicativa, las incongruencias del poder, la irresponsabilidad de los gobiernos, el despilfarro y desorden en las prioridades de la inversión pública de los estados sobre todo, como también la indisciplina social y la falta de una ciudadanía responsable que asuma su cuota de sacrifico ante este mal que cobra vidas humanas cada día más en el mundo.
Las consecuencias nefastas en la economía de los países y el comercio internacional, el desempleo que traerá y la pobreza como resultado de la caída de los índices económicos en inversión, producción, comercio, el turismo, la remesa y otras áreas de la producción, así como como el reajuste obligado del sistema educativo mundial, las relaciones interpersonales, las actividades sociales, recreativas y culturales, de seguro se sumará a un diagnóstico que de por sí era de un paciente en cuidados intensivos.
Sin paradigmas, con una fe más individual que colectiva, y en medio de un vacío existencial, debemos ingeniarnos como humanidad para crear formas y maneras de salir adelante, con ingenio, sacrificio, cambiando modelos de vida y adecuándonos a las circunstancias de estos tiempos aciagos que, como otros momentos, la humanidad ha sabido vencer y recomponerse de la tragedia.
La Segunda Guerra Mundial nos costó 47 millones de muertos en casi 6 años de conflagración y…. luego viajamos a la Luna y avanzamos en ciencia y tecnología más que el resto de los años anteriores, pero nos hicieron prisioneros los ideólogos de la globalización y del sector financiero mundial, y debemos entonces recomponernos negándolos en sus estrategias…La suerte está echada, adelante.