No constituye una sorpresa que un selecto grupo de ciudadanos que de modo vitalicio e improductivo dicen “representar” a los obreros, asuman la defensa de los patronos de las ARS en la litis con los médicos. La emprenden con energía contra los trabajadores sanitarios que sencillamente deben vender su fuerza de trabajo especializada a empresas, que sin tener responsabilidad directa frente a los pacientes se han fortalecido económicamente de un día para otro de manera increíble. Solo hay que observar los enormes edificios que estos señores han levantado para “garantizar” la salud de la población asegurada.
¿Acaso la huelga no ha sido en toda la historia un derecho legítimo del trabajador para reclamar reivindicaciones? Si acogemos los argumentos de la aristocracia sindical las gloriosas huelgas de Fousa-Cesitrado, Adochoin y Unachosin, fueron antiobreras porque paralizaron importantes actividades de servicios públicos en momentos políticos-sociales muy difíciles. Tienen todo su derecho a convertirse en punta de lanza de los patronos y asumir su lenguaje, pero muchos dominicanos tenemos el derecho no solo de censurar esa actitud, sino de ubicarlos en el lugar que les corresponde.
Estamos refiriéndonos a “líderes sindicales” que aceptaron con pasividad culpable la desaparición de las principales fábricas e ingenios estatales, que llevaron a la mayoría de esos trabajadores a emigrar o “emplearse” como motoconchistas. “Dirigentes” que no han sido capaces de enfrentar la prohibición de sindicalización en las principales empresas privadas. Muy orondos se convierten en la fuerza de choque de las ARS para enfrentar a los trabajadores sanitarios en su lucha por un reclamo pertinente, obviando que son estos quienes deben aportar la atención a los trabajadores enfermos y padecer con ellos todas sus necesidades y ansiedades, mientras los “filántropos” de las ARS manejan a su antojo los recursos de la malhadada seguridad social.
Los médicos son trabajadores sanitarios especializados. La responsabilidad en la atención al paciente es constante, hasta el extremo que cuando el médico sale del centro de salud y deja un enfermo de cuidado, todavía desde el exterior debe estar pendiente de su evolución. No es un trabajo cualquiera, por lo tanto necesita una remuneración adecuada, no de miseria, como ocurre en nuestro medio. En contraste la gran tajada tiene que ir a un magnate que está muy desconectado de lo que acontece en el escenario clínico-quirúrgico. Lo peor es cuando llega el momento que le coartan al asegurado las órdenes para medicamentos e internamientos porque pueden afectar los límites de sus “chelitos” de ganancias.
Reiteramos el médico constituye un trabajador muy especializado, y para entregarse a la salud de los demás debe tener su cerebro despejado de inconvenientes, para rápidamente valorar las posibilidades diagnósticas y terapéuticas adecuadas en cada paciente. Siempre recuerdo a Nelson Astacio mi excelente maestro de semiología médica, quien nos insistía que cuando se está frente al paciente y se escucha de voz de este o sus familiares la sintomatología, de inmediato se debe ir procesando en el cerebro los síntomas para tener un diagnóstico de impresión o sea inicial del cuadro clínico que se debe enfrentar de inmediato. Pero usted cree que un médico atiborrado de problemas económicos, puede tener la ecuanimidad mental necesaria para concentrarse en este aspecto básico, imposible. Por lo tanto, el trabajo del médico como otros de altos riesgos, necesita una remuneración especial. (A propósito, el presidente del Conep puede inquirir a una ilustre personalidad de la medicina muy cercana a él, si son ciertas o falsas estas afirmaciones).
Acaso no desconocen los señores aristócratas sindicales los tormentos que deben pasar los asegurados cuando los internamientos y los medicamentos sobrepasan los límites que han impuesto con su aprobación las ARS. Peor es el organismo oficial encargado de la “defensa” de los pacientes llamado DIDA, que admite los médicos tienen razón, pero que deben esperar la compasión de los patronos de las ARS.
La opinión pública ha visto como de manera insólita, sin sonrojarse estos señores de las ARS en medio de la pandemia obtuvieron ganancias por encima de los seis mil millones de pesos el año pasado. Y en este año se benefician con medidas gubernamentales como no permitir más de una prueba PCR para Covid-19 en el año, o sea que si los usuarios o pacientes presentan síntomas compatibles en más de una ocasión deben cargar con los costos de las pruebas. Por supuesto a la aristocracia sindical vitalicia no le interesa impugnar esa resolución. El drama de los asegurados se puede constatar con las recetas, cuando usted va a cualquier farmacia y percibe como le comunican a los usuarios que su límite de medicamentos se terminó. ¿Porqué la aristocracia sindical no actúa en estos casos? No hay peor ciego que el que no quiere ver. Esos son los “sindicalistas” que someten al Colegio Médico porque “les niega” la salud a los usuarios. Es muy bueno ser “valientes defensores” de los trabajadores, para beneficiar a los filántropos de las ARS.
Los trabajadores de la salud han sobrevivido en este vendaval por la actitud militante en la defensa de la salud del pueblo y sus derechos, contra los poderosos que solo piensan en plusvalía a costa de todo lo que consideren mercancía, frívolas mercancías.