YA’IR LAPID, el parlamentario en su primer año, y el ministro de Hacienda han declarado que a partir de ahora va a hará todos sus discursos importantes fuera del Knesset, limitando sus apariciones en el parlamento al mínimo legal.

La razón: los miembros de la oposición le interrumpen. No puede ordenar sus pensamientos cuando se le interrumpe. Puesto que está acostumbrado a hacer sus discursos con la ayuda de un teleprómpter, sin interrupciones de ningún tipo, esto le molesta.

¿Qué nos dice eso acerca de él?

Durante mis 10 años en la Knesset hice unos mil discursos desde la tribuna, una especie de récord. Siempre tuve la esperanza ferviente de ser interrumpido. Las exclamaciones amenizaban los discursos, lo que me permitió replicar, aclarar puntos, atraer la cobertura de la prensa.

Yo también me auto interrumpía con mucha frecuencia. Disfruté muchísimo haciendo Zwischenrufe, como los alemanes llaman a las interjecciones parlamentarias, diciendo en una media docena de palabras lo que de otro modo habría necesitado todo un discurso para expresar.

Este dar y tomar es la esencia del debate parlamentario. Pone a prueba tu agilidad mental, el dominio del tema y el estado de alerta general. Sin ello, los debates en el Knesset serían sólo un aburrido ejercicio de palabrería.

Recuerdo a un ministro que se descarrilaba totalmente con las interrupciones: Ariel Sharon. Interrumpido en medio de una frase, se ponía nervioso y tenía que comenzar de nuevo. Pero él era un general de guerra veterano, y los generales no están acostumbrados a ser interrumpidos por simples mortales.

Y he aquí, que tenemos ahora a este hombre (relativamente) joven, un periodista y una personalidad de la televisión, que no puede soportar que sus pensamientos, tal como son, sean interrumpidos.

¿CUÁLES SON esos pensamientos tan valiosos que no pueden ser interrumpidos?

Durante varios meses, Lapid ha sido el centro de interés en la política israelí. Y no sólo en Israel. Time Magazine, que obstinadamente sigue siendo ridícula después de la unción de Benjamin Netanyahu como el "Rey Bibi" de Israel, colocó Lapid entre las cien personas más influyentes del mundo. Así que, por ahora, debemos tener una idea de lo que realmente piensa Lapid.

Durante su sumamente exitosa campaña electoral, con la ayuda de los encuestadores locales y los asesores estadounidenses, Lapid seleccionó cuidadosamente algunos temas y se aferró a ellos.

Había tres promesas principales:

En primer lugar, salvar a la clase media, la que, según dijo, había sido pisoteada por los gobiernos anteriores.

En segundo lugar, lograr la "igualdad de (llevar la) carga", que consiste en obligar a los jóvenes ultraortodoxos a servir en el ejército, igual que los demás. Desde la fundación del Estado, decenas de miles de estos hombres y mujeres jóvenes han sido eximidos (del servicio militar) ‒al igual que los ciudadanos árabes, aunque por razones muy diferentes.

En tercer lugar: es necesario reiniciar el "proceso político" (el término utilizado en la jerga israelí para evitar la palabra terrible: "paz") con el fin de lograr una "solución permanente" (sic.) basada en dos estados.

Y como resultado, las tres promesas no eran sino mentiras flagrantes.

NADIE SABE bien qué es la "clase media". Pero hay que suponer que se encuentra en algún punto intermedio entre los apestosos ricos y los pobres más abyectos. Eso puede significar que es casi toda la población, o al menos, una gran parte de ella.

No es fácil definir las propuestas socioeconómicas de Lapid, puesto que les cambia constantemente. El público ya se ha acostumbrado al espectáculo: en la mañana, Lapid propone algunas medidas para reducir el déficit (por ejemplo, mediante el aumento de las tasas de la matrícula); al mediodía, un aullido de protesta envuelve al gobierno, y por la tarde, la propuesta se retira, en silencio.

Sin embargo, el proyecto de presupuesto para el año actual y para el próximo ya está casi completo. El enorme déficit ‒del cual no se puede culpar a Lapid ‒ será cubierto por… bueno, por la clase media.

Los impuestos a los ricos seguirán siendo mínimos. Las multinacionales y otras grandes empresas apenas tendrán que pagar impuestos. Se recortarán los servicios para los pobres. Pero el grueso de la carga correrá por la clase media indirectamente ‒los impuestos al valor agregado y otros gravámenes elevarán aun más el ya muy alto costo de la vida en Israel. Los salarios para la clase media en Israel son más bajos que en casi todos los demás países desarrollados.

Está claro a estas alturas que Lapid, aunque ha sido el principal beneficiario de las grandes protestas sociales de hace dos años, es de hecho, como Netanyahu, un ferviente admirador de Ronald Reagan y Margaret Thatcher.

Todo esto nos trae a la mente las palabras del rey Roboam, hijo de Salomón: "Mi padre os castigó con azotes, mas yo os heriré con escorpiones" (Reyes I, 12:14).

Los magnates ya lo aman.

EL MIEMBRO más importante de la fiesta de Lapid, después de él mismo, es Jacob Perry, una persona que resulta ser un rico magnate y ex jefe del Shin Bet. Precisamente ahora se emitió el informe de una comisión que él dirige en relación con la “carga” del ejército.

De manera ostensible, esto constituye gran victoria para el bando anti ortodoxo. Por fin se suprimió la exención de la masa de la juventud ortodoxa del servicio militar. Con excepción de algunos "estudiantes excepcionales del Talmud" ‒ cerca de 1,800 por año‒ todos ellos servirán los tres años, sl igual que los mortales masculinos ordinarios.

Pero si se mira el informe bajo el microscopio, el panorama es muy diferente. El reclutamiento masivo de jóvenes ortodoxos se llevará a cabo en la práctica sólo dentro de cuatro años o más. Eso, en la política israelí, es igual a la eternidad ‒ por lo menos. En ese tiempo, después de las próximas elecciones, Lapid y su banda ya pudieran ser historia.

Según el plan, los ortodoxos masculinos serán reclutados sólo cuando lleguen a los 21 años de edad, cuando en la práctica, la totalidad de ellos ya están casados y tienen al menos dos hijos. Esto hará su servicio militar demasiado caro para el ejército, que para empezar, no los quiere. El resto de los reclutas son llevados a filas a los 18.

Además, a partir de hoy, todos los hombres ortodoxos que ahora tienen 21 años o más serán liberados por completo del servicio militar.

La falta de entusiasmo del ejército con el proyecto completo bien se puede entender. Ahora parece que en el tan promocionado "batallón ortodoxo" de voluntarios que actualmente está sirviendo, sólo hay un pequeño número de verdaderos soldados ortodoxos. En realidad, sus filas son llenadas con otros ejemplares que llevan kipás.

Todo esto es una engañifa. En la práctica, no hay poder en Israel que pudiera obligar a las masas de la juventud ortodoxa a servir en el ejército, en contra de su voluntad y la fe y sus rabinos.

El único vencedor en este asunto es el hermano de sangre político adoptado de Lapid, Naftali Bennett. El nuevo ministro de Economía y Servicio Religioso, el representante de los colonos y otros extremistas "nacional-religiosos", ha rechazado otra parte del informe Perry. Los alumnos de las escuelas pre-militares religiosas, que ahora sirven sólo 16 meses (menos de la mitad del tiempo que cumplen los soldados seculares) se verían obligados a servir durante 20 meses.

Estos "asentamientos yeshivot” (centros de estudio de textos religiosos judíos) son conocidos como focos de racismo y ultranacionalismo, pero los alumnos no quieren servir tanto tiempo (en el ejército), como sus hermanos seculares. Bennett tuvo éxito en la reducción de la extensión a un mes entero: sus protegidos amantes de la guerra cumplirán sólo 17 meses.

Esta semana Lapid ejecutó una obra maestra de relaciones públicas: amenazó a Netanyahu con una importante crisis de gabinete si la demanda sobre un detalle sin importancia no era aceptada. Netanyahu cedió y Lapid ganó. ¡Que viva el vencedor!

¿Y QUÉ PASA con Lapid, el ”Hombre de la Paz”?

Durante la campaña electoral, parecía ser un hombre de "centro-izquierda". Todo su porte era el de "uno de nosotros", el secular, el centro liberal de la opinión pública, que también se identificaba con un vago deseo de paz.

Lapid pronunció las frases vagas apropiadas a favor de la solución de los dos estados. Sin embargo, debieron haber surgido sospechas entre sus devotos admiradores ante su decisión de lanzar su campaña ‒de todos los sitios elegibles‒ en la "Universidad” Ariel, el buque insignia de los colonos. También proclamó que Jerusalén jamás sería dividida.

Al día siguiente de las elecciones, Lapid cerró su acuerdo de hermandad indestructible e inquebrantable con Bennett, de la extrema derecha. Como dice el dicho hebreo clásico: "No es casualidad que el gorrión acuda donde está el cuervo".

Esta semana Lapid concedió un extra de 50 millones de shekels (siclos) a la "Universidad" Ariel, un enorme soborno a los colonos en un momento en que los servicios sociales se están recortando hasta el hueso. Su presupuesto no quita ni un solo siclo del apoyo masivo del Gobierno a los asentamientos.

En una entrevista con The New York Times, Lapid reveló su plan para la paz: un Estado palestino con "fronteras temporales" (lo que significa, en la práctica, menos de la mitad de Cisjordania, lo cual les deja un 11% de la Palestina histórica.) Además, Jerusalén permanecería unida bajo control israelí.

Mahmoud Abbas reaccionó casi de inmediato: esto es absolutamente inaceptable. Incluso, el incansable John Kerry no pudo conciliar a los partidos sobre esa base.

NADA DE esto ha ayudado Lapid. El público, entre ellos muchos (si no la mayoría) de sus electores, están desilusionados con su héroe. Temprano en su nueva carrera política, ya se revela como una persona superficial; de buen aspecto, pero poco confiable; que habla bien, pero no es sincero. La "nueva política" que prometió se parece sospechosamente a las políticas viejas y agotadas, o a algo peor.

Eso es mucho más grave que la cuestión de la futura carrera de Lapid, o la ausencia de esta. Es de vital importancia para Israel que una nueva generación de activistas por la paz y la justicia social construya una nueva fuerza que sea capaz de competir en las próximas elecciones. La decepción abrasadora con Lapid pudiera, lamentablemente, alejar a los jóvenes de la política.

Esta “Antorcha Refulgente” (el significado literal del nombre de Ya’ ir Lapid) está a punto de extinguirse. Esperemos que un portador de la antorcha más serio y más honesto aparezca con el tiempo. Pero no dentro de demasiado tiempo.